Ucrania atacó durante la madrugada de este viernes instalaciones militares en territorio ruso, clave para las ofensivas de las Fuerzas Armadas del Kremlin. Las maniobras incluyeron una primera amenaza con drones, que permitieron saturar las defensas aéreas rusas y consiguieron, así, el ingreso en suelo enemigo de un misil Neptun.
El Ejército confirmó en un mensaje en su canal de Telegram que las acciones se habían centrado en Rostov y Leningrado, y habían alcanzado fábricas que “se hacían pasar por fábricas normales” pero, en realidad, servían a la producción de drones para la guerra.
“Rusia hace pasar fábricas militares como ordinarias, tratando de ocultar su producción real”, denunció Andri Kovalenko, el responsable del gabinete de Información del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional.
A la par, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), sumó que “un depósito de drones de reconocimiento que ajustan los ataques enemigos en las ciudades ucranianas y la línea del frente”, en el Cáucaso norte, también había quedado neutralizado tras la última ronda de maniobras.
“Los ‘pájaros’ rusos se verán mermados”, celebró.
Como consecuencia de estas ofensivas, se desataron importantes incendios en la zona industrial de Gátchina, en Leningrado.
El Ministerio de Defensa ruso evitó reconocer estos ataques a su capacidad militar y, por el contrario, dio cuenta únicamente de la detección y neutralización de 40 drones ucranianos en seis regiones, 16 de ellos en Rostov.
Rostov es, desde hace tiempo, un objetivo de las ofensivas del Ejército de Kiev, cuya estrategia bélica incluye maniobras sobre puntos clave del enemigo en su suelo.
El pasado 26 de diciembre, la Fuerza Aérea de Volodimir Zelensky atacó una planta de combustible sólido para misiles balísticos, empleados en ofensivas contra infraestructura civil ucraniana, como hospitales, edificios residenciales y centrales eléctricas.
“La Fuerza Aérea de las Fuerzas Armadas de Ucrania lanzó recientemente un ataque de precisión contra una planta militar en la ciudad de Kamensk-Shatjinski, región de Rostov, Rusia. El ataque forma parte de una campaña integral para debilitar la capacidad de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa para llevar a cabo ataques terroristas contra ciudadanos pacíficos de Ucrania”, apuntó entonces la Dirección Principal de Comunicaciones de las Fuerzas Armadas.
Maniobras como esta, al igual que la ofensiva que Kiev impulsó semanas atrás en Kursk, son -en gran parte- posibles gracias al apoyo de los aliados, que proveen a las tropas de armamento, munición y sistemas clave.
La víspera, Estados Unidos desembolsó un nuevo paquete de asistencia -el último de la Administración de Joe Biden-, con el objetivo de fortalecer lo más posible a Zelensky ante la llegada de Donald Trump a la presidencia y la incógnita de su accionar sobre el conflicto.
Así, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, informó que el Pentágono había desembolsado otros USD 500 millones, que se traducen en “misiles adicionales para las defensas aéreas, más munición, más municiones aire-tierra y otros equipos para apoyar los F-16″, dijo durante una reunión del Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania de Ramstein, que trabaja en las hojas de ruta para cubrir las necesidades más urgentes del país en el campo de batalla, así como en la conformación de una fuerza que disuada agresiones en el largo plazo.
(Con información de EFE)