El incremento de dióxido de carbono en la atmósfera altera la alimentación mundial: los alimentos contienen más calorías, pero menos nutrientes. Un nuevo estudio científico revela que cultivos esenciales pierden calidad nutricional y plantean interrogantes sobre la seguridad alimentaria ante el cambio climático.
Este fenómeno ya impacta a millones de personas y podría intensificarse en las próximas décadas. De acuerdo con recientes investigaciones difundidas por The Guardian, existe evidencia de que los vegetales exponen modificaciones notorias en su composición.
Los científicos detectaron una disminución de zinc y un aumento peligrosamente elevado de plomo en ciertos cultivos. La consecuencia es doble: por un lado, crece la cantidad de alimentos obtenidos, pero por otro, la calidad disminuye.

Parte del equipo responsable de esta investigación pertenece a la Universidad de Leiden, en Países Bajos. Desarrollaron un método para comparar decenas de estudios previos sobre cómo los cultivos responden a mayores niveles de dióxido de carbono en el aire.
La autora principal, Sterre ter Haar, explicó que observaron cambios dramáticos y variados según el tipo de planta. Advirtió que los resultados superaron lo que esperaban encontrar.
Amplias diferencias entre cultivos y nutrientes
Según los datos recopilados por el grupo neerlandés, la investigación comparó casi 60.000 mediciones tomadas en 43 tipos de cultivos, desde arroz hasta tomates y trigo, abarcando un total de 32 nutrientes distintos. El análisis identificó que la mayoría de estos nutrientes responden negativamente a concentraciones crecientes de dióxido de carbono.

Los expertos determinaron una medición de referencia con una concentración de 350 partes por millón (considerada el último nivel “seguro”) y contrastaron los resultados con una proyección de 550 partes por millón, cifra que algunos científicos prevén para 2065.
El promedio de reducción de nutrientes es del 3,2%, pero ciertos alimentos sufren pérdidas mucho mayores. Por ejemplo, el zinc en los garbanzos podría caer hasta un 37,5%.
También se detectan caídas significativas en proteínas, zinc y hierro en cultivos esenciales como el arroz y el trigo. Los investigadores advierten sobre posibles consecuencias sanitarias graves. Entre ellas, mencionan el “hambre oculta”: las personas consumen suficiente comida en calorías, pero insuficiente en micronutrientes esenciales.
El estudio registró que la concentración de dióxido de carbono ya alcanza las 425,2 partes por millón, superando el umbral considerado seguro por la comunidad científica. Los cultivos han disminuido su valor nutricional como impacto directo, según los especialistas.
El desafío para la agricultura y la industria alimentaria
De acuerdo con el informe, el efecto del dióxido de carbono no solo afecta a cultivos al aire libre. La tendencia también se observa en sistemas artificiales como invernaderos que enriquecen el aire con CO₂ para aumentar el rendimiento. Esto supone un desafío especial para Países Bajos, uno de los mayores exportadores agrícolas mundiales, con más de 4.100 hectáreas de cultivos bajo techo y un 75% de la producción destinada al comercio internacional.
La investigación, publicada en la revista Global Change Biology, forma parte de una serie de trabajos recientes que exploran cómo el cambio climático reduce la calidad de los alimentos. Otros expertos recibieron positivamente el trabajo. Por ejemplo, Courtney Leisner, profesora de la Universidad Tecnológica de Virginia, afirmó que el estudio es clave para entender cómo el ambiente afecta la calidad de los cultivos y para sostener la seguridad alimentaria en el futuro.
Por su parte, Jan Verhagen, de la Universidad de Wageningen, subrayó que hay más factores en juego. Según explicó, la fertilización y otras prácticas agrícolas también influyen en la nutrición de los cultivos. Advirtió que todavía se requieren más experimentos para confirmar cuánto influye el dióxido de carbono frente a otros elementos y para diseñar cultivos que mantengan su nivel nutricional bajo diferentes condiciones ambientales.
Perspectivas y próximos pasos en la investigación
A pesar de las advertencias, la investigación no busca generar alarma social. Sterre ter Haar sostuvo que el primer paso hacia la solución es reconocer que existe un problema. Considera que revelar estos cambios puede aportar una “pieza útil del rompecabezas” para la comunidad científica. El estudio fomenta el debate sobre cambios en las dietas y métodos de producción agrícola para contrarrestar los efectos adversos del aumento del dióxido de carbono atmosférico.
Los investigadores señalan la urgencia de continuar analizando el impacto del clima y de variables ambientales en la calidad de los alimentos. Advierten que el deterioro nutricional es una amenaza silenciosa con consecuencias a largo plazo en la salud global. La discusión sigue abierta entre los científicos sobre cómo preparar sistemas alimentarios más resistentes ante el desafío climático.
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