
Con el inicio de la Semana Santa, el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) y la Unidad de Protección del Medio Ambiente de la Policía Nacional (UPMA) lanzaron la campaña “Tradición y Conservación van de la mano”, una iniciativa que busca frenar el uso y la comercialización de la Palma de Cera durante el Domingo de Ramos.
Esta planta, que ha sido utilizada durante décadas en las celebraciones religiosas por su valor simbólico, se encuentra en estado vulnerable y en peligro crítico de conservación en el Ecuador. Las autoridades hacen un llamado urgente a los fieles católicos para que mantengan la esencia de esta tradición religiosa sin contribuir al deterioro del medioambiente.
En una rueda de prensa, celebrada el viernes 4 de abril, la subsecretaria de Patrimonio Natural del Ministerio de Ambiente, Glenda Ortega, explicó que desde 2024 los equipos territoriales del ministerio han realizado más de 200 actividades destinadas a sensibilizar a la población sobre la importancia de cuidar la Palma de Cera y su hábitat natural. Estas acciones han incluido jornadas de capacitación, eventos comunitarios, talleres escolares y formaciones dirigidas a artesanos y comerciantes de las 23 provincias del Ecuador continental. El propósito es claro: fomentar el uso de ramos alternativos elaborados con materiales sostenibles como totora, maíz, paja, arrayán, laurel y romero, entre otros, que no representan un riesgo para los ecosistemas andinos.

La Palma de Cera (Ceroxylon spp.) es una planta emblemática de los Andes tropicales, especialmente de Colombia, Ecuador y Perú. Se trata de una palmera de crecimiento lento y de gran longevidad, que puede alcanzar hasta 60 metros de altura, lo que la convierte en una de las palmas más altas del mundo. En Ecuador, crece en estribaciones andinas entre los 800 y 2.000 metros de altitud, en zonas de neblina y bosques montanos húmedos.
La planta es una especie endémica que cumple funciones ecológicas cruciales. Sirve como refugio y fuente de alimento para numerosas especies, entre ellas el oso andino (Tremarctos ornatus), venados, tapires, primates y aves que dependen de la integridad del ecosistema para sobrevivir. La extracción indiscriminada de esta planta con fines religiosos, aunque sea en cantidades aparentemente pequeñas, tiene consecuencias acumulativas que comprometen el equilibrio ecológico y la biodiversidad de las zonas donde habita.
Durante el lanzamiento de la campaña, guardaparques del Parque Nacional Sumaco Napo Galeras presentaron ejemplos de ramos confeccionados con especies vegetales alternativas, demostrando que es posible continuar con la tradición del Domingo de Ramos sin utilizar la Palma de Cera.

Las fibras empleadas en estos ramos no solo son estéticamente agradables, sino también respetuosas con la naturaleza, lo cual contribuye a la protección de los recursos naturales del país. Los organizadores de la campaña también subrayaron que la elaboración de estos ramos alternativos representa una oportunidad económica para cientos de familias que pueden ofrecer productos ecológicos sin infringir la ley.
El Ministerio de Ambiente, en un comunicado, recordó que la comercialización y el uso indebido de la Palma de Cera están sancionados por la legislación ecuatoriana. El Código Orgánico del Ambiente y el Código Integral Penal establecen penas privativas de libertad y multas económicas para quienes participen en la recolección, transporte o venta de esta especie sin la debida autorización. Además de ser un delito ambiental, estas acciones representan una amenaza directa a los esfuerzos de conservación emprendidos por las autoridades y las comunidades locales.
Durante el Domingo de Ramos, miles de fieles católicos en Ecuador y otros países andinos utilizan hojas de Palma de Cera para conmemorar la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. Esta práctica, aunque simbólica, ha tenido un alto costo ambiental, porque implica la corte de hojas inmaduras, que pueden dañar gravemente a la planta, y en algunos casos, incluso su tala.

Cada año, el uso de esta palma en celebraciones religiosas reduce las posibilidades de regeneración natural de la especie. Al tratarse de una planta de crecimiento lento, su recuperación es extremadamente difícil, lo que pone en riesgo no solo a la planta en sí, sino a todo el ecosistema que la rodea.
El éxito de esta iniciativa, según los voceros del ministerio, dependerá de la corresponsabilidad de creyentes, líderes religiosos, autoridades locales y comerciantes.