
Entre 1990 y 2025 se han producido diferentes temporales que afectaron a la ciudad de Bahía Blanca, en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Pero solo durante los dos últimos, que ocurrieron en diciembre de 2023 y el viernes pasado, hay registro de muertes de personas. Hasta el momento el número de fallecidos coincide: 16 muertos en cada una de las dos tragedias.
Según el Servicio Meteorológico Nacional, 290 milímetros de lluvia se acumularon entre las 3 de la madrugada y las 15 horas del viernes 7 de marzo en Bahía Blanca. Fue un récord de precipitaciones diarias para el territorio de esa ciudad. Se generaron inundaciones que causaron más de 1.400 evacuados y la muerte de al menos 16 personas.

En noviembre pasado, un trabajo científico publicado en la revista Párrafos Geográficos, había informado que el temporal del 16 de diciembre de 2023 también dejó el saldo de 16 muertos.
Las científicas Yamila Lambrecht y Paula Zapperi, que investigan en el campo de la geografía del Conicet y la Universidad Nacional del Sur, hicieron la recopilación de información que también detectó que el 88,4% de los eventos de lluvias intensas desde 1990 a 2023 causó anegamientos.
Además, “nuestro trabajo nos permitió detectar que entre 1990 y 2022 no hubo reportes de fallecimientos por temporales en Bahía Blanca. La pérdida de vidas humanas por inundaciones en la ciudad y alrededores empezó con el evento de 2023 y el último del viernes pasado”, dijo la doctora en geografía Zapperi en diálogo con Infobae.

Esos fallecimientos estuvieron asociados principalmente a dos causas: descargas eléctricas y derrumbes provocados por fuertes vientos que acompañaron los eventos de lluvia intensa.
Además, el impacto de estos fenómenos meteorológicos no se limitó a las muertes, sino que incluyó evacuaciones de personas y efectos significativos en servicios urbanos, como cortes de energía eléctrica y afectaciones en la movilidad.
Zapperi contó: “Hicimos el trabajo con el interés de generar información sobre lluvias intensas ya ocurridas en Bahía Blanca para conocer mejor cuáles eran los aspectos de la organización de la sociedad que podían presentar mayor necesidad de atención ante eventos climáticos extremos. No buscamos hacer un pronóstico, sino aportar información útil para el momento de la gestión y, en el mejor de los casos, para la prevención”.
Qué son las lluvias intensas

La Organización Meteorológica Mundial define lluvia como la precipitación de partículas líquidas de agua, de diámetro mayor a 0,5 milímetros. Cuando en la investigación científica se habla de “lluvias intensas o torrenciales”, se trata de un fenómeno meteorológico en el cual la caída de agua es superior a los 60 milímetros en el transcurso de una hora.
Con el calentamiento de las temperaturas promedio del planeta por actividades humanas como la emisión de gases de efecto invernadero, los fenómenos extremos como los temporales aumentan su frecuencia y su intensidad.
En ese contexto del cambio climático, las lluvias intensas y sus consecuencias negativas en las ciudades son un desafío creciente.

Desde esta perspectiva, las investigadoras Lambrecht y Zapperi plantearon ese problema en su estudio que fue publicado en noviembre pasado. Analizaron los impactos de eventos pluviométricos en Bahía Blanca.
Ambas profesionales trabajan en el Departamento de Geografía y Turismo de la Universidad Nacional del Sur e hicieron el relevamiento sobre las lluvias que cayeron entre 1990 y 2023. Para realizar su análisis, las autoras recopilaron información de diversas fuentes, entre ellas el diario La Nueva Provincia, que cubrió eventos pluviométricos del área tanto en sus ediciones analógicas como digitales.
También emplearon datos meteorológicos oficiales y estudios técnicos, como el Índice de Precipitación Estandarizado (SPEI), que permitió conocer la variabilidad de los ciclos secos y húmedos en la región.
A esto sumaron herramientas de geolocalización y sistemas de información geográfica (SIG) para mapear la distribución espacial de los impactos registrados en los barrios.

El relevamiento periodístico identificó un total de 198 noticias vinculadas a eventos de lluvias intensas o temporales con impactos en la ciudad durante el período de 33 años analizado.
Según los datos recolectados, las consecuencias más frecuentes fueron los anegamientos, que representaron el 88,4% de los casos registrados.
Las autoras diferenciaron entre anegamientos, que “hacen referencia a la acumulación temporal de agua de lluvia en un determinado sector”, e inundaciones, causadas por el desborde de cauces naturales.
Este último fenómeno, aunque menos frecuente (5,1% de los casos), tuvo repercusiones significativas en sectores como el tramo inferior del arroyo Napostá Grande.
Los efectos negativos no terminaron allí. Entre los hallazgos más relevantes se destacó que el 26% de los eventos causaron problemas en la provisión de servicios básicos. El de la energía eléctrica fue el servicio más afectado (80,4% de los casos en esta categoría).

También se registraron numerosas afectaciones en viviendas, instituciones educativas y otras infraestructuras. Las investigadoras afirmaron en el trabajo: “Las precipitaciones dejan expuestos problemas estructurales derivados de las deficiencias edilicias”, lo cual aumenta la vulnerabilidad de las áreas urbanas como Bahía Blanca.
En cuanto a las consecuencias más trágicas, las lluvias ocasionaron la pérdida de 16 vidas humanas por descargas eléctricas y derrumbes en el evento de 2023.
Además, en algunos eventos de precipitación, se requirió evacuar a cientos de personas. Los barrios más afectados fueron Ingeniero White, Noroeste, Spurr y Villa Rosario.
En los eventos más severos, como las precipitaciones superiores a los 70 milímetros, como la registrada en mayo de 2007 con 123 milímetros en 24 horas, las evacuaciones alcanzaron a más de 100 personas.

Finalmente, el trabajo advirtió que las inundaciones recurrentes, más allá de los datos climáticos, también están relacionados con la urbanización descontrolada, la acumulación de residuos y la falta de mantenimiento en sistemas de drenaje.
La conclusión subyacente es clara: la gestión de estos riesgos no debe limitarse a la atención de emergencias, sino que requiere planificación preventiva y políticas públicas para minimizar vulnerabilidades.
“El cambio climático agrava la severidad de los eventos climáticos como los temporales. Por lo cual es importante que la infraestructura de las ciudades se adapte ante vientos y lluvias con valores más extremos. Cuando hay lluvias intensas, también es importante la concientización de la ciudadanía para que esté atenta a los alertas y que sepa seguir las indicaciones antes, durante y después de un desastre”, afirmó Zapperi al ser entrevistada por Infobae.
Zapperi y Lambrecht integran ahora el Grupo de Geografía Física Aplicada de la Universidad Nacional del Sur, que está dirigido por las doctoras Verónica Gil y Alicia Campo. También lo forma Natasha Picone, quien se desempeña como directora de la tesis doctoral de Lambrecht.