Ecuador sigue consolidándose como un epicentro de biodiversidad con el descubrimiento de cuatro nuevas especies de ranas en los bosques montanos de la cuenca del río Mira, una región que abarca el noroeste del país y el suroeste de Colombia. El hallazgo, publicado en la revista PeerJ, fue realizado por un equipo de investigadores liderado por Mario H. Yánez-Muñoz, del Instituto Nacional de Biodiversidad (INABIO), junto con científicos de otras instituciones.
El descubrimiento se produjo tras un análisis detallado de un grupo de ranas previamente identificadas como Pristimantis verecundus. Sin embargo, estudios genéticos y morfológicos revelaron que lo que se creía una sola especie en realidad estaba conformado por varias especies crípticas, es decir, organismos que son morfológicamente similares pero genéticamente distintos. La investigación confirmó la existencia de cuatro nuevas especies: Pristimantis praemortuus, Pristimantis broaddus, Pristimantis robayoi y Pristimantis satheri. Estas ranas habitan en altitudes que van desde los 1.600 hasta los 2.300 metros sobre el nivel del mar, en bosques nublados caracterizados por una alta humedad y vegetación densa.
El estudio destaca el papel crucial de las barreras geográficas en la diversificación de estas especies. La cuenca del río Mira, con su complejo relieve montañoso y su red de ríos, ha favorecido el aislamiento genético y la evolución independiente de poblaciones de anfibios. La presencia de cerros como el Golondrinas ha sido determinante en este proceso, ya que impide el flujo genético entre poblaciones separadas, facilitando la especiación. Esta fragmentación del hábitat ha permitido la aparición de una notable diversidad dentro del clado Pristimantis celator, al que pertenecen las nuevas especies descritas.
Las diferencias genéticas entre estas especies oscilan entre el 3,34% y el 14%, lo que confirma su estatus como especies distintas. Además, presentan características morfológicas particulares, como variaciones en la textura de la piel, la forma del tímpano y el tamaño de sus discos digitales. En vida, también muestran patrones de coloración diferenciados, con tonos que van desde el marrón castaño hasta el verde hoja, lo que les permite camuflarse eficazmente en su entorno natural. Estas adaptaciones resaltan el grado de especialización de estos anfibios y su estrecha relación con el ecosistema en el que habitan.
A pesar de su reciente descubrimiento, estas ranas enfrentan amenazas considerables. La deforestación, la expansión de la frontera agrícola y el cambio climático son factores que ponen en riesgo su supervivencia. Muchas de estas especies dependen de microhábitats específicos, como la hojarasca húmeda del suelo del bosque y las bromelias, por lo que cualquier alteración en su entorno puede tener consecuencias devastadoras. Los investigadores advierten que, sin medidas de conservación adecuadas, algunas de estas especies podrían estar en peligro antes incluso de ser plenamente estudiadas.
El hallazgo refuerza la importancia de áreas protegidas como la Reserva Drácula, donde se llevó a cabo gran parte del estudio. Este tipo de reservas desempeñan un papel fundamental en la protección de especies endémicas y en la preservación de ecosistemas únicos. La creación y fortalecimiento de corredores ecológicos que conecten estas áreas protegidas es clave para garantizar la movilidad y el intercambio genético entre poblaciones de anfibios, reduciendo el riesgo de extinción por aislamiento.
Además del impacto ecológico, este descubrimiento tiene implicaciones en la taxonomía de los anfibios andinos. La redefinición del grupo Pristimantis celator y la identificación de nuevas especies subrayan la necesidad de continuar con estudios sistemáticos en la región. La herpetofauna andina (conjunto de anfibios y reptiles que habitan en la región de los Andes) sigue siendo un campo de investigación con muchas incógnitas por resolver.
El estudio pone en evidencia la necesidad de continuar con la exploración los bosques nublados de los Andes, una de las regiones con mayor diversidad de anfibios en el mundo. Los científicos sugieren que los esfuerzos de conservación deberían centrarse en proteger estos hábitats únicos.