En el embalse de El Yeso, Chile, la sequía prolongada generó dificultades para el acceso al agua potable en la capital Santiago y zonas aledañas en los años pasados. La combinación de las lluvias por debajo del promedio y las temperaturas elevadas provocó una disminución crítica en los niveles de agua.
Para un equipo internacional de investigadores que publicaron en la revista Science, ese evento en Chile es uno de los ejemplos sobre cómo las sequías prolongadas, impulsadas por el cambio climático, ya afectan a comunidades humanas y ecosistemas. Sirve como advertencia sobre los desafíos que enfrentan otras regiones de América Latina y el mundo.
Un fenómeno en expansión
Las sequías prolongadas, definidas como períodos que duran más de un año y que registran déficit hídrico que afectan amplias áreas, han aumentado su frecuencia, duración y severidad en las últimas décadas.
El estudio fue liderado por científicos del Instituto Suizo de Investigación Forestal, de la Nieve y el Paisaje (WSL). Reveló que, entre 1980 y 2018, el área terrestre afectada por este tipo de eventos creció en promedio 49.279 kilómetros cuadrados por año.
Este aumento responde principalmente a cambios en los patrones de precipitación y a un incremento sostenido en las temperaturas globales.
Las consecuencias de estas sequías incluyen la pérdida de productividad agrícola, la mortalidad masiva de árboles, la reducción en la vegetación y el estrés hídrico en comunidades humanas.
Según los investigadores, “las sequías prolongadas se han convertido en una amenaza creciente, afectando tanto a los sistemas naturales como a los sistemas humanos”.
El estudio advierte que estas condiciones pueden superar los umbrales de tolerancia de los ecosistemas y provocar cambios irreversibles en los paisajes y la biodiversidad.
Cómo se hizo la investigación
El equipo de investigación, compuesto por científicos de Suiza, Austria y Estados Unidos, utilizó herramientas avanzadas para evaluar el alcance y los efectos de las sequías prolongadas.
Para identificar los eventos, emplearon el índice estandarizado de precipitación y evapotranspiración, que combina datos de precipitación y temperatura para medir los déficits hídricos. Complementaron este análisis con datos satelitales sobre vegetación, usando el índice mejorado de diferencia de vegetación para evaluar los impactos ecológicos.
Entre los hallazgos más relevantes, se identificaron 13.176 eventos de sequías prolongadas en todo el mundo durante el período de estudio. Estos eventos fueron clasificados según su severidad, duración y extensión.
En América Latina, el estudio destacó una sequía particularmente severa en la Amazonía, que se extendió desde 2010 hasta 2018 y afectó un área de más de 212.000 kilómetros cuadrados. Esa sequía impactó gravemente la biodiversidad y alteró los ciclos hídricos en una región clave para la estabilidad climática global.
Proyecciones para América Latina
El análisis proyecta que las sequías prolongadas serán más frecuentes y severas en el futuro, especialmente en regiones tropicales y subtropicales. Estas proyecciones se basan en un escenario de calentamiento global sostenido, que aumenta las temperaturas y altera los patrones de precipitación. Además, fenómenos como El Niño intensifican las sequías al exacerbar las anomalías climáticas.
En América Latina, la dependencia de recursos hídricos limitados y la falta de infraestructura adecuada para enfrentar eventos extremos agravan el problema. Las sequías prolongadas proyectadas para las próximas décadas podrían intensificar los desafíos relacionados con el acceso al agua potable, la seguridad alimentaria y la estabilidad económica.
Según el estudio, “las regiones tropicales y subtropicales, incluidas muchas zonas de América Latina, enfrentan un riesgo creciente debido a las condiciones climáticas extremas y su impacto acumulativo en la sociedad”.
El estudio destaca la importancia de implementar medidas urgentes para mitigar los efectos de las sequías prolongadas. Estas incluyen la diversificación de fuentes de agua, la restauración de ecosistemas degradados y la mejora en los sistemas de alerta temprana.
También subraya la necesidad de fortalecer la cooperación internacional para enfrentar un fenómeno que trasciende las fronteras y que requiere soluciones coordinadas.
Además, los resultados refuerzan la urgencia de abordar las causas del cambio climático, como la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, para limitar el calentamiento global y mitigar los efectos de las sequías. Aunque las soluciones locales, como la gestión sostenible del agua y la infraestructura para la captación hídrica, son esenciales, el análisis enfatiza que el problema debe ser tratado desde una perspectiva global.