Los pingüinos pequeños (Eudyptula minor), conocidos por su carácter monógamo, no siempre mantienen a la misma pareja durante toda su vida. Un reciente estudio llevado a cabo en la isla Phillip, Australia, descubrió que estas aves pueden “divorciarse” y buscar una nueva pareja tras temporadas reproductivas poco exitosas.
Este comportamiento, aunque apunta a mejorar sus probabilidades de reproducción, puede ser contraproducente: cambiar de pareja disminuye significativamente el éxito reproductivo —es decir, la cantidad de crías— en la temporada siguiente. Los hallazgos, publicados hace pocos días en Ecology and Evolution, se basan en una investigación que abarcó 10 años y 13 temporadas de cría en esa isla, hogar de la mayor colonia de pingüinos pequeños del mundo, con casi 40.000 aves.
Los pingüinos cuentan con dos fechas en el calendario que los celebran, hoy, 20 de enero, llamado Día Mundial sobre la Concienciación de los Pingüinos, y el 25 de abril. Ambas fechas tienen por objetivo difundir la importancia de la conservación de estas aves que, en verdad, no saben volar.
Para recordar esta fecha, resulta oportuno reflexionar sobre las particularidades de uno de los tipos de esta especie, también conocida como pingüino azul o pingüino de hadas. Estas aves, que miden entre 30 y 35 centímetros y pesan alrededor de 1,4 kilos, son originarias de Australia y Nueva Zelanda.
La colonia de la isla Phillip no solo es un importante sitio de conservación, sino también un atractivo turístico gracias a su famoso desfile de pingüinos, donde los visitantes pueden observarlos al anochecer mientras caminan desde el océano hacia sus madrigueras.
Para el mencionado estudio, el equipo de investigadores rastreó casi 250 “divorcios”, es decir, cambio de compañero o compañera para la reproducción, entre mil parejas durante el lapso que duró el trabajo. Richard Reina, coautor de la Universidad Monash, Australia, dijo, en un comunicado de esa casa de estudios, que “en épocas de bonanza, suelen quedarse con sus parejas, aunque a menudo hay algún que otro lío. Sin embargo, después de una temporada reproductiva pobre, pueden intentar encontrar una nueva pareja para aumentar su éxito reproductivo”.
Sin embargo, los resultados del estudio mostraron que una menor tasa de separaciones coincide con un mayor éxito reproductivo en toda la colonia. De hecho, las tasas de divorcio resultaron ser un indicador más fiable del éxito reproductivo que factores ambientales, como los cambios en el hábitat, o rasgos de comportamiento, como el tiempo dedicado a buscar alimento.
Los investigadores concluyeron que la dinámica social de los pingüinos pequeños es clave para entender sus tasas de reproducción. Andre Chiaradia, coautor del estudio y científico de Phillip Island Nature Parks, destacó que estos hallazgos subrayan la importancia de considerar tanto las interacciones sociales como los factores ambientales al diseñar estrategias para la conservación de aves marinas. Estas nuevas perspectivas podrían ser fundamentales para proteger a los pingüinos pequeños y a otras especies vulnerables que comparten el mismo hábitat.
Según los registros fósiles, los pingüinos tienen su origen en Nueva Zelanda, desmintiendo la creencia de que estas aves marinas provienen de la región Antártica. Aunque todavía no se ha determinado si en algún punto lograron adaptarse a climas más cálidos, se sabe que, tras miles de años de evolución, esta especie se desplazó hacia otras zonas del hemisferio sur.
El cambio climático, el derretimiento de los polos y la contaminación marina, especialmente por químicos y plásticos, representan los mayores riesgos para las distintas especies de pingüinos, muchas de las cuales están en algún nivel de peligro de extinción. Estas aves sociales viven en grandes colonias y son casi exclusivas del hemisferio sur del planeta.
Actualmente, se reconocen alrededor de 18 especies vivas de pingüinos, agrupadas en seis géneros, descendientes de gigantescas aves marinas prehistóricas conocidas como plolotpéridos. Hace más de 60 millones de años, estas aves adaptaron sus cuerpos para bucear y capturar alimento en las costas de Nueva Zelanda, una habilidad que distingue a los pingüinos de cualquier otra especie de ave marina.
Los pingüinos, que pertenecen a la familia Spheniscidae, son las únicas aves en el mundo que, en lugar de volar, utilizan sus alas como herramientas para bucear y buscar alimento en el mar.
En el caso de los pingüinos pequeños, objeto de la investigación, Phillip Island, en Australia, es el principal lugar de investigación de esa especie, donde un equipo de especialistas trabaja a tiempo completo en un plan estratégico coordinado junto con universidades y otros grupos de investigación. Aunque este es uno de los géneros de pingüinos mejor estudiados, la mayor parte de los trabajos se han realizado en esta ubicación específica.
La Evaluación de la Lista Roja de la UICN de 2017 clasifica a esta especie como de “preocupación menor”, mientras que el Departamento de Conservación la considera “en riesgo de disminución”. Se estima que su población disminuye en algunas partes de su área de distribución, se mantiene estable en otras y aumenta en ciertos lugares. Entre las 18 especies de pingüinos existentes, los llamados pingüinos pequeños son, justamente, los de menor tamaño.