En la industria cinematográfica, muchas de las historias que llegan al público parecen narrativas originales, pero en su trasfondo esconden influencias literarias que se remontan al siglo XVI. Incluso, detrás de películas que van desde animaciones memorables hasta clásicos de ciencia ficción y cintas adolescentes, se revelan conexiones con las obras de William Shakespeare.
El legado del dramaturgo inglés no solo persiste en los escenarios teatrales, sino que también se reinventó en la pantalla grande y transformó sus relatos en experiencias visuales que millones de espectadores disfrutaron sin sospechar su verdadero origen.
Animaciones como El Rey León y musicales como West Side Story son solo algunos ejemplos de cómo las creaciones de Shakespeare fueron adaptadas y reinterpretadas a lo largo del tiempo. Las tramas de venganza, poder, amores imposibles y luchas familiares cruzaron fronteras, géneros y épocas.
Así inspiraron relatos que, aunque disfrazados de leones o pandillas de Nueva York, conservan la estructura y los temas universales ideados por el autor británico.

Un repaso de la revista Fotogramas identifica diez películas emblemáticas cuya raíz se encuentra directamente en obras de Shakespeare, aun cuando pocas personas las asocian de inmediato con el dramaturgo.
El recorrido incluye títulos como El Rey León (inspirada en Hamlet), donde la historia de Simba que busca justicia por la muerte de su padre y enfrenta la traición de su tío, remite a los dilemas existenciales de la tragedia shakespeariana.
Otra muestra es West Side Story, que adapta el clásico amor prohibido de Romeo y Julieta a los barrios marginales de Nueva York. Reemplaza familias enemistadas por bandas rivales y conquista al público con una historia tan trágica como original.

El cine adolescente recurrió con éxito al repertorio shakespeariano para narrar historias de identidad y rebeldía. En Ella es el chico, la protagonista asume la identidad de un muchacho para poder jugar en el equipo de fútbol, en un claro paralelismo con Noche de reyes. Mantiene el juego sobre las formas y expectativas de género.
En 10 razones para odiarte, la dinámica de dos hermanas con puntos de vista opuestos sobre el amor retoma el argumento de La fierecilla domada y traslada la trama a los pasillos de una secundaria estadounidense.
Algunos directores llevaron estas adaptaciones a territorios inesperados. El cineasta japonés Akira Kurosawa rindió tributo a Shakespeare en filmes como Ran, donde sitúa la historia de El Rey Lear en el Japón medieval, y Trono de sangre, una versión de Macbeth entre samuráis, que resalta la universalidad de la ambición y la tragedia.

El género de la ciencia ficción también dio cabida a las obras del escritor inglés en películas como Planeta prohibido, que traduce el universo mágico y misterioso de La tempestad al espacio exterior. Así convirtió la llegada de astronautas a un planeta desconocido en una nueva versión de la fábula shakespeariana.
En Mi Idaho privado, dirigida por Gus Van Sant, puede rastrearse la inspiración en Henry IV: la vida marginal y la búsqueda de sentido de los protagonistas evocan los conflictos de poder y lealtad del drama histórico.
Otras películas como O, basada en Otelo, exploran los celos y la manipulación en escenarios actuales, mientras que Memorias de un zombie adolescente toma la estructura de Romeo y Julieta y la reinventa en un entorno postapocalíptico, donde el amor atraviesa la frontera entre vivos y muertos.
La influencia de William Shakespeare sigue viva, transformándose y adaptándose a nuevos lenguajes y públicos. A través de películas diversas, sus historias resurgen y demuestran que los grandes relatos no conocen fronteras culturales ni temporales.