El origen de los característicos mosaicos de Copacabana, un arte que cautiva al mundo

Inspirados en las olas del mar, no solo son un atractivo turístico, sino que también reflejan la fusión cultural entre Brasil y Portugal, marcando la identidad de Río de Janeiro

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Copacabana tiene más de 1,2
Copacabana tiene más de 1,2 millones de metros cuadrados de mosaicos que representan herencia portuguesa en Brasil. REUTERS/Pilar Olivares

Las famosas ondas en blanco y negro que adornan las aceras de Copacabana se han convertido en uno de los símbolos más reconocidos de Río de Janeiro. Estas formas sinuosas, que invitan a caminar sobre ellas, no solo decoran la ciudad, sino que reflejan la fusión entre el arte y la vida cotidiana de la urbe.

El diseño es un referente no solo en Brasil, sino también a nivel internacional, especialmente por su relación con el paisaje urbano y la playa.

La extensión de los mosaicos no se limita únicamente a Copacabana, sino que Río de Janeiro cuenta con más de 1,2 millones de metros cuadrados de aceras formadas por estas piedras portuguesas. Sin embargo, el diseño, con sus icónicas ondas, es probablemente el más famoso y reconocido por locales y turistas.

Cómo nació la idea de los mosaicos

El origen se encuentra profundamente enraizado en la tradición portuguesa de la “calçada portuguesa”, una técnica de pavimentación que utiliza piedras de diferentes colores y tamaños para crear patrones decorativos.

Esta técnica fue adoptada en Lisboa, durante el siglo XIX, y rápidamente se extendió a otras ciudades, como Manaos, en Brasil. Sin embargo, fue en Río de Janeiro donde estos mosaicos alcanzaron su máximo esplendor, especialmente en el barrio de Copacabana.

Al principio, los mosaicos eran patrones simples, pero fue en Río donde se les dio una forma distintiva que evocaba las olas del mar. La influencia del paisaje costero fue clave, y este patrón ondulado no solo se convirtió en un símbolo de la playa, sino también en un elemento identitario que reflejaba la vida vibrante y dinámica de la ciudad.

En ese sentido, la adopción de estos mosaicos no solo embelleció las calles, sino que también integró el entorno natural de Río en el diseño urbano.

A lo largo del tiempo, la complejidad y la estética de estos mosaicos evolucionaron, y hoy en día son reconocidos no solo en Brasil, sino también a nivel internacional. La integración de este arte en las veredas de Copacabana no solo ha sido un acto de embellecimiento urbano, sino también una declaración cultural, reforzando la identidad de Río como una ciudad que fusiona arte, naturaleza y vida cotidiana.

Los mosaicos cariocas, icono internacional,
Los mosaicos cariocas, icono internacional, conectan arte, urbanismo y vida cotidiana en Brasil (REUTERS/Pilar Olivares)

La historia detrás del diseño

El diseño de las famosas ondas en las aceras de Copacabana tiene una historia vinculada a la evolución de la ciudad misma. A pesar de que las piedras portuguesas fueron inicialmente utilizadas en Lisboa y otras ciudades brasileñas, fue en Río de Janeiro donde el diseño ondulado alcanzó su máxima expresión, transformándose en un símbolo inconfundible de la ciudad.

La elección de las olas como patrón no solo tiene una conexión estética con la playa, sino también cultural, ya que refleja la relación intrínseca de los cariocas con el mar. En sus primeras versiones, los mosaicos eran sencillos, pero con el tiempo adquirieron la forma sinuosa que los caracteriza.

Su impacto fue tal que comenzó a influir en otros aspectos del diseño urbano brasileño, convirtiéndose en un referente internacional del estilo brasileño. Así, Copacabana y su famosa costanera adquirieron una dimensión simbólica: las olas representaban, por un lado, la belleza natural de la playa, y por otro, la vida vibrante y dinámica de Río.

A medida que la ciudad se internacionalizaba, especialmente en la época de los grandes eventos como el Carnaval y los Juegos Olímpicos, estos mosaicos se convirtieron en un ícono visual que, hoy en día, forma parte de la imagen global de Río de Janeiro.

Los turistas que visitan la ciudad no solo se acercan a la playa, sino que también caminan sobre estas históricas piedras, participando de un legado que, aunque originario de Portugal, ha adquirido una resonancia propia y única en el imaginario colectivo.