
Se acerca el final de 2025 y el poderoso Telescopio Espacial James Webb confirmó su lugar como la mayor máquina de exploración astronómica jamás construida.
A lo largo de 12 meses de observaciones continuas, el observatorio de la NASA y la ESA reveló escenas que ampliaron los límites del conocimiento científico y, al mismo tiempo, redefinieron la relación entre la humanidad y el cosmos.
Cada imagen fue una pieza de un rompecabezas mucho más grande, el de la historia completa del universo.
Esta selección reúne las 10 fotografías más destacadas del año, ordenadas según su publicación y relevancia científica.
Un universo en transformación captado en infrarrojo
1. La Nebulosa de la Araña Roja

La imagen de la nebulosa NGC 6537 mostró con una nitidez inédita el destino final de estrellas similares al Sol. Webb reveló la extensión completa de sus lóbulos, verdaderas burbujas de gas que se expandieron durante miles de años y que alcanzaron unos tres años luz de longitud.
La luz infrarroja permitió identificar moléculas de hidrógeno y rastrear chorros de gas ricos en hierro ionizado que dibujaron una estructura ondulante en forma de S. Esta escena confirmó que la muerte estelar fue un proceso dinámico y violento, lejos de una despedida silenciosa.
Mostrados en azul, los lóbulos están trazados por la luz emitida por las moléculas de H₂, que contienen dos átomos de hidrógeno enlazados. Estos lóbulos se muestran como estructuras cerradas, similares a burbujas, que se extienden cada una unos 3 años luz. El gas que emana del centro de la nebulosa ha inflado estas enormes burbujas a lo largo de miles de años.
2. Chorro estelar en las afueras de la Vía Láctea

Webb observó un chorro protoestelar de dimensiones colosales, impulsado por una estrella bebé con una masa diez veces mayor que la del Sol. El flujo de gas se extendió unos ocho años luz y avanzó a velocidades extremas.
La imagen aportó evidencia sólida a la teoría de que incluso las estrellas masivas se formaron a partir de discos estables. Además, el entorno pobre en elementos pesados convirtió a este objeto en un análogo de las primeras estrellas del universo.
Según la NASA, los astrónomos discrepan sobre cómo se forman las estrellas masivas. Esta estrella parece respaldar la teoría de que las estrellas masivas poseen un disco estable de material a su alrededor, como lo demuestran los chorros separados 180 grados entre sí. La teoría contraria sugiere un proceso de formación más caótico, que provocaría un cambio en la orientación del disco, y por lo tanto, los chorros también parecerían girar en diferentes direcciones.
3. La Nebulosa de la Mariposa

Al combinar datos del Webb, el Hubble y el radiotelescopio ALMA, los astrónomos penetraron en el corazón de NGC 6302. La nueva imagen reveló un toroide denso de gas y polvo que moldeó sus dos lóbulos característicos.
Los chorros opuestos y las burbujas internas explicaron por qué esta nebulosa planetaria adoptó una forma tan simétrica y compleja. Webb permitió comprender cómo la geometría del material expulsado definió el aspecto final del objeto.
Las nebulosas planetarias se denominan así porque suelen ser redondas y se asemejan a planetas en los primeros telescopios. Sin embargo, en realidad se forman cuando estrellas similares al Sol, al morir, se desprenden de sus capas. Esta nebulosa planetaria no es redonda, sino que tiene dos lóbulos que la asemejan a una mariposa.
4. Un planeta gigante en Alfa Centauri

Las observaciones del instrumento MIRI ofrecieron la evidencia más firme hasta ahora de un planeta gigante alrededor de Alfa Centauri A. El hallazgo resultó extraordinario por la cercanía del sistema, apenas a cuatro años luz.
Aunque el candidato no pudo albergar vida, su detección demostró la capacidad del Webb para estudiar sistemas brillantes y cercanos. “Con este sistema tan cerca de nosotros, cualquier exoplaneta encontrado nos brindaría la mejor oportunidad para recopilar datos sobre sistemas planetarios distintos del nuestro”, afirmó el astrónomo Charles Beichman.
Alfa Centauri, ubicada en el extremo sur del cielo, está compuesta por el sistema binario Alfa Centauri A y Alfa Centauri B, ambas estrellas similares al Sol, y la tenue estrella enana roja Próxima Centauri. Alfa Centauri A es la tercera estrella más brillante del cielo nocturno. Si bien hay tres planetas confirmados orbitando Próxima Centauri, la presencia de otros mundos alrededor de Alfa Centauri A y Alfa Centauri B ha resultado difícil de confirmar.
5. El espacio profundo revisitado

El telescopio volvió al legendario campo ultraprofundo del Hubble y lo transformó. Tras casi cien horas de observación con MIRI y NIRCam, Webb reveló miles de galaxias distantes, muchas ocultas hasta entonces.
Algunas mostraron un intenso corrimiento al rojo y una abundancia de polvo que habló de una formación estelar temprana y vigorosa. Esta imagen permitió reconstruir cómo crecieron las primeras estructuras cósmicas a lo largo de miles de millones de años.
Estas observaciones profundas han revelado más de 2500 fuentes en esta diminuta porción del cielo. Entre ellas, se encuentran cientos de galaxias extremadamente rojas, algunas de las cuales probablemente sean sistemas masivos oscurecidos por el polvo o galaxias evolucionadas con estrellas maduras que se formaron en las primeras etapas del Universo.
6. La galaxia del Sombrero en nueva luz

Por primera vez, Webb captó la galaxia del Sombrero con gran detalle en el infrarrojo cercano. El anillo exterior apareció fragmentado en cúmulos complejos y las observaciones revelaron miles de cúmulos globulares con composiciones químicas inesperadamente diversas.
Estos datos reforzaron la hipótesis de antiguas fusiones galácticas y ofrecieron una visión más completa de un sistema estelar asombroso.
La galaxia del Sombrero se encuentra a unos 30 millones de años luz de la Tierra, en el límite del cúmulo de galaxias de Virgo, y tiene una masa equivalente a unos 800 mil millones de soles. Esta galaxia se encuentra de canto, lo que significa que la vemos de lado.
7. Auroras gigantes en Júpiter

Las auroras del planeta más grande del sistema solar brillaron cientos de veces más que las terrestres. Webb detectó una variabilidad inesperada en la emisión del ion H₃+, clave para comprender la interacción entre el campo magnético joviano y el viento solar.
La secuencia de imágenes mostró arcos y anillos luminosos que cambiaron en cuestión de minutos, un fenómeno imposible de captar con esta precisión antes de la era Webb.
Las luces danzantes observadas en Júpiter son cientos de veces más brillantes que las que se ven en la Tierra.
8. La nebulosa planetaria NGC 1514

La imagen infrarroja media más detallada de esta nebulosa reveló anillos definidos y estructuras internas jamás vistas. En el centro, un sistema estelar doble explicó la compleja distribución del gas y el polvo.
Al comparar estas observaciones con registros históricos, los astrónomos confirmaron cuánto evolucionó la capacidad de observación en apenas dos siglos.
Esta nebulosa ha sido observada al menos desde finales del siglo XIX, incluso por el astrónomo William Herschel, quien también descubrió el planeta Urano.
9. El tornado cósmico HH 49/50

Webb mostró con una claridad extraordinaria un objeto Herbig-Haro que pareció coronado por una galaxia espiral distante.
Los objetos Herbig-Haro son producidos por chorros lanzados desde una estrella cercana en formación (en este caso, fuera de cuadro, abajo a la derecha). Estos chorros penetran en una región de material más densa, creando ondas de choque. Las ondulantes estructuras naranjas y rojas de esta imagen se hacen visibles para el telescopio Webb a medida que el material de las ondas de choque se enfría y emite luz en longitudes de onda visibles e infrarrojas.
La alineación fue solo un efecto visual, pero la imagen permitió rastrear moléculas de hidrógeno, monóxido de carbono y granos de polvo energizados. El chorro protoestelar, que avanzó a cientos de kilómetros por segundo, ofreció pistas sobre cómo las estrellas jóvenes modificaron su entorno inmediato.
10. Estrellas antiguas con planetas inesperados

La última imagen clave del año resolvió un debate abierto desde 2003. Webb confirmó que estrellas muy pobres en elementos pesados pudieron albergar discos planetarios longevos. El hallazgo obligó a replantear los modelos de formación planetaria en el universo temprano.
“Con Webb, tenemos una confirmación realmente fuerte de lo que vimos con el Hubble, y debemos repensar cómo modelamos la formación de planetas y la evolución temprana en el universo joven”, dijo el líder del estudio Guido De Marchi del Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial en Noordwijk, Países Bajos.
El valor del James Webb para la ciencia

Desde su posición a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, en el segundo punto de Lagrange, Webb observó regiones invisibles para los telescopios tradicionales. Su visión infrarroja permitió atravesar nubes de polvo, retroceder más de 13.500 millones de años en el tiempo y reconstruir procesos cósmicos fundamentales, como el nacimiento de estrellas, la muerte de soles similares al nuestro y la formación de galaxias en la infancia del universo.
Durante 2025, los cuatro instrumentos científicos del Webb trabajaron de manera coordinada. La NIRCam captó estructuras finísimas en el infrarrojo cercano, MIRI aportó una mirada profunda al infrarrojo medio y los espectrógrafos NIRSpec y NIRISS ofrecieron datos clave sobre la composición química de los objetos observados. El resultado fue un conjunto de imágenes que no solo impactaron por su belleza, sino también por la información científica que transportaron.
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