El sorprendente papel de los priones: ¿fueron claves en el origen de la vida?

Investigaciones recientes exploran si estas moléculas, capaces de replicarse y adaptarse bajo condiciones extremas, desempeñaron un rol decisivo en los primeros pasos de la biología. Cuál fue el rol del ARN en la evolución primitiva

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La capacidad de los priones
La capacidad de los priones para replicarse sin material genético los convierte en candidatos para impulsar los primeros sistemas vitales (Imagen Ilustrativa Infobae)

Una nueva hipótesis, presentada por investigadores y citada por NewScientist, señala que las proteínas priónicas, famosas por su capacidad de causar enfermedades neurodegenerativas, podrían haber sido clave en la aparición de los primeros organismos vivos hace aproximadamente 4.000 millones de años.

El misterio de los primeros organismos: ¿ARN o proteínas?

Durante décadas, la biología ha intentado descifrar cómo se produjo la transición entre la química simple y la vida. Hay consenso en que la vida implica metabolismo y reproducción, pero la ruta precisa del surgimiento vital sigue en debate. Dos grandes teorías han dominado: el “mundo de ARN” y el “mundo de proteínas”.

El experimento de Stanley Miller y Harold Urey en la Universidad de Chicago durante los años 50 demostró que es posible formar aminoácidos, componentes esenciales de las proteínas, mediante una combinación de gases y descargas eléctricas que simulaban la atmósfera de la Tierra primitiva. Este hallazgo mostró que las moléculas fundamentales de la vida pueden surgir en ambientes prebiológicos.

Mientras tanto, la hipótesis del “mundo de ARN”, apoyada por figuras como Francis Crick, defiende que el ARN fue la primera molécula con capacidad tanto para guardar información genética como para desempeñar funciones enzimáticas.

El experimento de Miller y
El experimento de Miller y Urey demostró que los aminoácidos, componentes de las proteínas, pueden formarse en condiciones prebiológicas (Imagen Ilustrativa Infobae)

Sin embargo, el ARN se descompone rápidamente en agua y su síntesis espontánea es complicada, lo que genera dudas sobre su papel como primer eslabón vital. En contraste, los defensores de la hipótesis proteica argumentan que los aminoácidos se forman y ensamblan con mayor facilidad, y que las proteínas realizan la mayoría de las funciones catalíticas en los organismos actuales. El obstáculo central ha sido explicar cómo las proteínas pudieron autorreplicarse sin información genética.

Priones: mucho más que enfermedades cerebrales

El término prión fue acuñado por Stanley Prusiner en los años 80, tras demostrar que ciertas proteínas eran responsables de enfermedades como el mal de las vacas locas y la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob. A diferencia de los virus, los priones carecen de ADN o ARN, lo que revolucionó la comprensión sobre las enfermedades infecciosas.

Posteriormente, la ciencia comprobó que existen proteínas “priónicas” en organismos tan diversos como bacterias, levaduras y mamíferos, cumpliendo funciones vitales. En las levaduras, permiten adaptarse a cambios en la alimentación; en mamíferos, participan en la formación de la memoria y en la respuesta inmunológica.

Estas moléculas, famosas por causar
Estas moléculas, famosas por causar enfermedades cerebrales, hoy son candidatas a haber guiado la evolución de los primeros sistemas vitales y ser clave para la astrobiología. - (Imagen Ilustrativa Infobae)

Según NewScientist, los priones han sido útiles durante la evolución biológica, y los casos patológicos son la excepción dentro de una familia de proteínas fundamentales.

Propiedades sorprendentes y el salto evolutivo

La característica central de los priones es su capacidad para forzar a otras proteínas a adoptar su propia forma, formando largas cadenas. Así logran replicarse sin requerir material genético. Esta cualidad los convierte en excelentes candidatos para haber impulsado los primeros sistemas vitales en la Tierra temprana.

Experimentos recientes muestran que las fibrillas priónicas toleran condiciones extremas como las de fuentes hidrotermales, uno de los escenarios considerados como cuna de la vida. En 2010, el equipo de Jacqui Carnall en la Universidad de Cambridge consiguió crear proteínas capaces de formar fibrillas priónicas autorreplicantes y funcionales como “semillas” de nuevas estructuras.

La hipótesis del mundo priónico
La hipótesis del mundo priónico plantea que las proteínas priónicas pudieron ser clave en el origen de la vida hace 4.000 millones de años (Imagen Ilustrativa Infobae)

¿Un mundo priónico antes del ARN?

Estos hallazgos alimentan la hipótesis de un “mundo de proteínas priónicas” anterior al de ARN. En este panorama, la diversidad de proteínas generadas al azar permitió el surgimiento de fibrillas autorreplicantes y resistentes. Algunas actuaron como enzimas primitivas, facilitando la síntesis de ARN y preparando el escenario para la aparición del último ancestro común universal, LUCA (Last Universal Common Ancestor).

LUCA, ya dotado de ARN y ribosomas (estructuras compuestas por proteínas y ARN que traducen información genética), marcó el nacimiento de la vida compleja. El ribosoma, presente en todos los organismos actuales, sería un testimonio de la estrecha colaboración entre proteínas y ácidos nucleicos durante los primeros pasos evolutivos.

Implicancias para la astrobiología y la búsqueda de vida

La hipótesis de la colaboración temprana entre priones y ARN contribuye a reconciliar las dos visiones históricas y sugiere que varios mundos moleculares coexistieron originalmente, pero solo prosperaron aquellos en los que priones y ARN establecieron una relación eficaz. Esto abre la puerta a la hipótesis de existencias alternativas: formas de vida basadas en mecanismos similares podrían haberse desarrollado en otros ambientes extremos de la Tierra, e incluso en otros planetas.

Los descubrimientos recientes invitan a reconsiderar el papel de los priones y sitúan a estas proteínas autorreplicantes en el centro de la historia evolutiva. La posibilidad de que existan otras formas de vida sustentadas en estrategias priónicas, aún por descubrir, representa una nueva frontera tanto para la biología como para la astrobiología.

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