
Un profundo silencio domina la superficie mientras, bajo tierra, el calor de la Tierra se acumula y permanece a la espera de ser utilizado. Ese calor invisible, presente en las entrañas del planeta, permite obtener energía suficiente para iluminar casas y mantener edificios a temperaturas agradables incluso en los climas más fríos. La energía geotérmica surge como una respuesta silenciosa y constante frente a las necesidades de la sociedad moderna, sin depender del sol ni del viento.
La energía geotérmica se basa en la extracción del calor que permanece almacenado en las rocas y los fluidos situados bajo la corteza terrestre. Este recurso está presente tanto en capas superficiales como en zonas profundas, donde el calor puede mezclarse con magma. El resultado es una fuente energética constante, silenciosa y disponible durante todo el día, lo que representa una diferencia importante respecto a otras fuentes renovables, como la solar o la eólica, que dependen de las condiciones climáticas.
De acuerdo a National Geographic, la misma publicación, existen yacimientos donde el calor se almacena en forma de vapor o agua caliente. Para aprovechar ese recurso, se realizan perforaciones profundas y se instalan pozos que extraen los fluidos hacia la superficie. Este calor puede servir para dos usos principales: el abastecimiento directo de calefacción o refrigeración de viviendas y edificios, y la generación de electricidad mediante centrales térmicas.

El uso directo se vuelve viable cuando el agua subterránea tiene temperaturas entre 40 y 90 grados Celsius. Así, la energía se emplea para la climatización de hogares, la calefacción de invernaderos, balnearios y redes urbanas. Además, el calor extraído puede devolverse al subsuelo, lo que ayuda a mantener el equilibrio térmico y favorece una gestión sostenible.
En segundo lugar, cuando la temperatura del recurso geotérmico supera los 90 grados Celsius, es posible generar electricidad. Para esto, existen variedades de plantas geotérmicas adaptadas al tipo y la calidad del recurso. La primera clasificación corresponde a las plantas de vapor seco. El sistema extrae vapor directamente del subsuelo, cuyo flujo mueve turbinas generadoras de energía sin requerir un tratamiento previo. Históricamente, el primer establecimiento de este tipo se construyó en 1904 en Larderello, Italia.
Otra modalidad consiste en las plantas de vapor de destello. Estas instalaciones extraen agua muy caliente a alta presión desde capas subterráneas profundas. Cuando el agua llega a la superficie, la reducción de presión produce vapor, el cual se utiliza para poner en marcha las turbinas. El agua sobrante no se desperdicia, ya que se reinyecta en el subsuelo para mantener el ciclo y evitar el agotamiento del recurso.
También están las plantas de ciclo binario, cuyo funcionamiento se basa en fluidos geotérmicos a temperaturas moderadas, entre 100 y 170 grados Celsius. El calor se transfiere a un segundo fluido, como el isobutano o el isopentano, que tiene un punto de ebullición bajo. Este fluido se vaporiza, acciona las turbinas y luego se condensa y retorna al intercambiador, manteniendo un circuito cerrado sin contacto con el exterior. De acuerdo a National Geographic, este modelo de planta se caracteriza por su operación silenciosa y por ser la alternativa más limpia, dado que no libera gases contaminantes.

Entre las ventajas principales, la energía geotérmica garantiza una disponibilidad constante durante el año, ya que no depende de agentes externos como la luz solar o la velocidad del viento. La generación eléctrica y la climatización de edificios no resultan interrumpidas por factores climáticos. Además, los sistemas que utilizan ciclo cerrado protegen el agua subterránea y contribuyen a la conservación del medio ambiente.
Según expertos citados por National Geographic, la explotación de esta fuente energética presenta retos tecnológicos y económicos. La inversión inicial para perforar pozos profundos suele resultar elevada, y la rentabilidad depende de la localización geográfica, puesto que los recursos geotérmicos superficiales se concentran principalmente en regiones volcánicas o con actividad tectónica relevante, como Islandia, Italia o algunos países del Pacífico.
A pesar de estos desafíos, la energía geotérmica se considera una alternativa viable para avanzar hacia sistemas energéticos sostenibles. Su baja huella ambiental, el nivel reducido de emisiones y la posibilidad de integración con otras fuentes renovables refuerzan su importancia en la transición energética mundial. Además, las posibilidades tecnológicas para desarrollar plantas de ciclo binario facilitan el acceso a este recurso en regiones donde el calor disponible no alcanza temperaturas extremas.