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Los microplásticos están presentes en
Los microplásticos están presentes en alimentos, utensilios y envases, aumentando la exposición diaria (Imagen Ilustrativa Infobae)

Los microplásticos son partículas diminutas, generalmente menores a cinco milímetros, que se originan por la fragmentación de objetos plásticos o se incorporan intencionalmente a productos de uso cotidiano. Invisibles a simple vista en la mayoría de los casos, han comenzado a aparecer cada vez con más frecuencia en diferentes ámbitos de la vida diaria, lo que ha despertado preocupación tanto en el ámbito científico como entre los consumidores.

Su presencia está asociada a hábitos comunes y su impacto en la salud y el medio ambiente se ha convertido en un tema de creciente relevancia y discusión internacional. Al abrir una simple botella de agua o preparar una taza de té, una persona puede quedar expuesta a cualquier partícula invisible.

Los microplásticos, dónde pueden hallarse

Estos diminutos fragmentos, presentes en numerosos objetos y alimentos contaminados, se han convertido en motivo de alarma para consumidores y especialistas, quienes insisten sobre la necesidad de identificar sus principales fuentes y adoptar medidas para reducir su consumo.

En la cocina, la presencia es especialmente frecuente. El agua, tanto de la canilla como embotellada, constituye una de las vías más relevantes de exposición. Estudios citados por la BBC han detectado microplásticos en todas las muestras analizadas en el Reino Unido, y hallazgos similares se han reportado en China, Europa, Japón, Arabia Saudita y Estados Unidos.

Estudios detectan microplásticos en agua
Estudios detectan microplásticos en agua embotellada y de canilla en países de todo el mundo (Imagen Ilustrativa Infobae)

Incluso el simple acto de abrir y cerrar una botella de plástico puede liberar hasta 553 partículas por litro de agua, lo que ilustra la facilidad con la que estos contaminantes se incorporan a la dieta diaria.

Los alimentos contaminados también representan una fuente significativa. Carnes, verduras, huevos, miel, pan, lácteos y pescados pueden contenerlos a través de la contaminación ambiental, el uso de plásticos en la industria y la absorción por parte de plantas y animales.

Investigaciones destacan que tanto las yemas como las claras de huevo pueden estar infectadas, ya sea porque las plantas absorben del suelo o porque los animales los ingieren en su alimentación. Un estudio de 2018 detectó microplásticos en 36 de 39 marcas de sal, con la sal marina mostrando los niveles más altos debido a la contaminación de lagos, ríos y océanos.

Los pequeños fragmentos también pueden ser hallados en envases y utensilios de plástico. Annelise Adrian, funcionaria del Fondo Mundial para la Naturaleza, explicó que “los alimentos almacenados inevitablemente los contienen”, incluyendo latas de aluminio revestidas con este material.

Por otro lado, un estudio australiano determinó que abrir un envase puede liberar hasta 250 partículas por centímetro, y la antigüedad de los recipientes influye: tras 100 lavados, los cuencos reutilizables de melamina liberan más partículas que tras el primer uso.

El consumo de microplásticos se
El consumo de microplásticos se ha multiplicado por seis desde 1990 (Imagen Ilustrativa Infobae)

Otros objetos de uso cotidiano también contribuyen a la exposición. Las bolsas de té con componentes pueden liberar hasta 11.600 millones de microplásticos y 3.100 millones de nanoplásticos en una sola taza. Las tablas de cortar de este material pueden generar entre 100 y 300 partículas por milímetro en cada corte. Estudios recientes han calculado que las tablas de polietileno liberan entre 7,4 y 50,7 gramos al año, mientras que las de polipropileno alcanzan los 49,5 gramos anuales.

Los utensilios de cocina antiadherentes rayados pueden soltar desde miles hasta millones de pedazos por uso, mientras que los nuevos también desprenden cantidades relevantes. Batir hielo en una licuadora de material sintético durante 30 segundos puede liberar cientos de miles de partículas. Aunque la silicona se considera más estable y resistente a altas temperaturas, Adrian advirtió a la BBC que “los problemas de lixiviación y microplásticos no se evitan por completo”.

La contaminación por fragmentos plásticos en la cocina se produce por diversas vías: contaminación ambiental, procesos industriales y contacto directo con el material durante el almacenamiento, preparación y consumo de alimentos. El incremento en la ingesta de estas partículas ha sido notable en las últimas décadas. Un análisis en 109 países determinó que en 2018 la cantidad consumida era más de seis veces superior a la registrada en 1990.

Cómo reducir el consumo de microplásticos

Ante este panorama, especialistas ofrecen recomendaciones prácticas para reducir el consumo. Lavar alimentos como arroz, carne y pescado puede disminuir la presencia de entre un 20% y un 40%, aunque no los elimina por completo. En el caso del cereal, un estudio australiano encontró que el enjuague reduce significativamente la carga de partículas. Sin embargo, productos como la sal presentan una contaminación persistente, difícil de evitar.

El impacto de los microplásticos
El impacto de los microplásticos en la salud humana aún es incierto, pero han sido hallados en órganos vitales (Imagen Ilustrativa Infobae)

Optar por alimentos frescos e integrales y evitar los ultraprocesados es una de las principales sugerencias. La doctora Sathyanarayana explicó a la BBC que “cuanto más ultraprocesado es un alimento, mayor es la probabilidad de que presente una alta contaminación por plásticos, debido a los numerosos puntos de contacto en la fábrica que lo elabora”.

Para el agua potable, el uso de filtros de carbón puede eliminar hasta el 90% de los microplásticos presentes, según Adrian. Además, se recomienda reemplazar los utensilios de cocina que presenten daños visibles, como raspaduras, cortes o partes derretidas, ya que estos liberan más fragmentos. La bióloga marina Vilde Snekkevik aconsejó no desechar de inmediato todos los utensilios de plástico, sino priorizar el reemplazo de los más deteriorados, ya que tampoco es la forma más ecológica.

En cuanto a los riesgos para la salud, la investigación expresa que el impacto en el organismo humano es limitada y no concluyente. Aunque la principal vía de entrada es la alimentación, algunos científicos sugieren que estas partículas podrían alterar la microbiota intestinal o incluso atravesar la barrera sanguínea. El experto Anastas señaló a la BBC que los plásticos de origen fósil, en sus formas micro y nano, se han hallado en prácticamente todos los órganos humanos estudiados hasta la fecha.

La magnitud de la contaminación ha alcanzado tal nivel que estos materiales se han detectado en órganos vitales como arterias, cerebro, sangre, placenta y testículos, lo que subraya la urgencia de comprender mejor sus efectos y de adoptar medidas para limitar su presencia en la vida cotidiana.