SpaceX se encuentra preparando los últimos detalles de un nuevo capítulo en la historia de su programa Starship, con la misión conocida como Vuelo 10 programada para el domingo 24 de agosto.
Esta prueba sin tripulación es la décima desde abril de 2023 y llega después de un año marcado por dificultades técnicas y explosiones espectaculares que han puesto a prueba la capacidad de la compañía para mejorar la fiabilidad de sus gigantescos cohetes que miden 123 metros de largo.
Elon Musk, dueño de SpaceX, recibió esta semana de parte de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) el cierre de la investigación sobre las fallas del Vuelo 9 y dio luz verde para que las pruebas continúen, confirmando que no hubo reportes de lesiones ni daños significativos.
El Vuelo 9, realizado el 27 de mayo desde la base Starbase en el sur de Texas, terminó con la pérdida de la etapa superior de la nave, conocida como Nave 35, y del cohete propulsor Super Heavy, llamado Booster 14.
El despegue fue exitoso y marcó la primera reutilización de un Super Heavy, pero problemas estructurales y fallas en la presurización del tanque principal provocaron que el vehículo perdiera el control durante el vuelo suborbital.

“Cada lección aprendida, tanto en vuelo como en pruebas terrestres, continúa alimentando directamente los diseños de la próxima generación de Starship y Super Heavy”, publicó SpaceX tras los análisis.
Los investigadores rastrearon las fallas hasta un difusor de gas que presuriza el tanque principal de metano y oxígeno líquido. Aunque los sistemas lograron compensar la variación de presión, la fuga desestabilizó gradualmente el control de actitud y obligó a un reingreso en una posición anormal. La telemetría final se recibió mientras la nave descendía sobre el Océano Índico, donde se esperaba un amerizaje controlado.
Apenas unas semanas después, la Nave 36 fue destruida en pruebas en tierra por un “desmontaje rápido no programado” (RUD), debido a un fallo en un recipiente a presión de material compuesto (COPV) en la bahía de carga útil, lo que provocó una explosión durante la carga de propelente criogénico.

Rediseños y mejoras: la estrategia de SpaceX para Starship
La experiencia de los vuelos previos llevó a SpaceX a implementar cambios significativos antes del Vuelo 10. Entre las modificaciones más relevantes se encuentran las aletas de rejilla del propulsor Super Heavy, que pasaron de cuatro a tres superficies de control, un 50 % más grandes que las anteriores.
Este rediseño permite un mejor control durante el descenso y ángulos de ataque más altos, evitando tensiones extremas que afectaron el Booster 14. Aunque el Super Heavy del Vuelo 10 no regresará al sitio de lanzamiento, la ubicación de las nuevas aletas está alineada con los brazos de retención mecánicos de la torre, que sostuvieron con éxito los propulsores en vuelos anteriores.
El rediseño también incluye mejoras en los COPV, reduciendo la presión operativa y agregando cubiertas protectoras para resguardar los tanques durante el ensamblaje. Además, SpaceX introdujo métodos de inspección no destructivos para detectar daños internos, incrementando la confiabilidad de la estructura.

Según la compañía, estas medidas se aplicarán a la próxima generación de Starship, que deberá cumplir con los requisitos de la misión lunar Artemis 3 de la NASA, prevista para 2027, donde Starship será el módulo de aterrizaje que llevará astronautas a la superficie lunar por primera vez desde Apolo 17.
La etapa superior del Vuelo 9, Nave 35, sufrió una fuga de metano en el cono frontal durante la primera combustión de su motor. Los sistemas de la nave compensaron parcialmente la variación de presión, pero el acumulamiento de combustible líquido provocó la descarga completa de la Starship y el descenso descontrolado hacia la atmósfera. La causa del problema fue replicada en el sitio de pruebas de SpaceX en McGregor, Texas, y las versiones actualizadas superaron campañas de calificación que simulan una vida útil diez veces mayor.
La misión también incluyó la primera prueba de reutilización del Booster 14. Tras la separación de la etapa superior, el cohete propulsor realizó un amerizaje controlado en el Golfo de México, intentando llevar los límites aerodinámicos del vehículo.

Aunque 12 de los 13 motores previstos se activaron, el aumento de fuerzas de descenso rompió una línea interna de propulsión y provocó la ignición del combustible, causando la destrucción del Super Heavy. Para futuros vuelos, SpaceX planea reducir el ángulo de ataque en los descensos y mantener la integridad estructural con las nuevas aletas más grandes.
El calendario de SpaceX para 2025 incluye hasta 25 vuelos de prueba Starship al año, con el objetivo de acelerar la frecuencia de lanzamientos y permitir un desarrollo más rápido del vehículo.
Elon Musk anticipó que los próximos tres lanzamientos ocurrirán cada tres o cuatro semanas, lo que marca un ritmo sin precedentes para la compañía. La FAA y otras agencias reguladoras están supervisando de cerca el cumplimiento de los protocolos de seguridad, incluyendo la Fuerza Espacial de EEUU, la NASA y la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB).

SpaceX también busca que Starship sea un sistema completamente reutilizable, lo que significa que tanto el propulsor Super Heavy como la nave superior podrán regresar a la Tierra para futuras misiones. Este enfoque busca reducir costos y aumentar la frecuencia de vuelos, un paso esencial para los planes de Musk de enviar humanos a Marte y para los vuelos de la NASA hacia la Luna.
Cada iteración de Starship y Super Heavy incorpora los aprendizajes de misiones anteriores, haciendo énfasis en la seguridad y la resiliencia estructural de los vehículos.
La base Starbase, ubicada a unos 37 kilómetros de Brownsville, Texas, se ha convertido en el epicentro de estas pruebas. Las instalaciones cuentan con infraestructura avanzada para la carga, lanzamiento y seguimiento de los cohetes. La ciudad misma, recientemente incorporada por votación en mayo, generó cierta controversia cuando las autoridades locales cerraron calles públicas alrededor de las instalaciones, provocando tensiones con residentes y propietarios de largo plazo.
La fase de pruebas incluye no solo el seguimiento del vuelo, sino también la evaluación del comportamiento de los sistemas de combustible criogénico, el rendimiento de los motores Raptor y la interacción de la nave con la atmósfera durante el reingreso. Las misiones también permiten recopilar datos críticos sobre la maniobrabilidad y la estabilidad de Starship, así como su capacidad para desplegar satélites de prueba Starlink en órbita, aunque este objetivo no se alcanzó en el Vuelo 9 debido a la fuga de metano.
Los vuelos 10 y 11 están previstos como los últimos de la actual generación de diseño de Starship. Cada misión tendrá objetivos específicos diseñados para ampliar las capacidades del vehículo y prepararlo para futuras iteraciones con mejoras en confiabilidad y reutilización. El Vuelo 10 será clave para validar los cambios estructurales, las aletas de rejilla y los procedimientos de seguridad antes de que la nave participe en operaciones críticas como Artemis 3.
La atención pública y mediática sobre Starship continúa siendo alta. Los lanzamientos anteriores fueron visibles desde kilómetros de distancia y generaron espectáculos en el cielo sobre el océano Atlántico, desde Florida hasta las Bahamas. Este nivel de exposición contribuye a la presión sobre SpaceX para lograr vuelos exitosos consecutivos, especialmente considerando que la nave aún no ha alcanzado la órbita en ninguna de sus pruebas desde 2023.

A medida que se acerca el domingo 24 de agosto, la expectativa se centra en el rendimiento del Super Heavy y la Nave superior. La transmisión en directo permitirá que el público y los expertos sigan la misión en tiempo real, mientras que la compañía evaluará cada parámetro de vuelo para implementar ajustes antes de la siguiente serie de pruebas. “SpaceX ahora puede proceder con las operaciones de lanzamiento del vuelo 10 de Starship con su licencia actual”, confirmó la FAA.
El aprendizaje obtenido en vuelos previos no solo influye en el diseño de Starship, sino que también aporta datos valiosos sobre la ingeniería de cohetes reutilizables, la integración de sistemas criogénicos y el control de actitud en vuelos suborbitales. Cada éxito parcial o fracaso aporta información que reduce riesgos en futuras misiones tripuladas y en operaciones comerciales, consolidando a SpaceX como líder en el desarrollo de vehículos de gran tamaño capaces de regresar a la Tierra para múltiples usos.
El Vuelo 10 representa un paso decisivo en la ambición de Musk de establecer un transporte espacial confiable y frecuente, tanto para fines comerciales como científicos. La misión será observada por ingenieros, reguladores y el público internacional, quienes esperan que las mejoras en la estructura, los sistemas de propulsión y la seguridad demuestren que SpaceX está más cerca de cumplir su objetivo de crear un cohete totalmente reutilizable y operativo para vuelos interplanetarios.

La décima prueba de Starship llega después de meses de aprendizaje de errores y explosiones previas, con rediseños que incluyen aletas de rejilla más grandes, protección de tanques de presión y procedimientos de inspección avanzados.
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