
En las profundidades del océano Pacífico, a unos 480 kilómetros de la costa de Oregón, en Estados Unidos, yace un gigante silencioso cuya fuerza interior vuelve a inquietar a la comunidad científica.
Se trata del Axial Seamount, considerado el volcán submarino más activo del noreste del Pacífico, una montaña de lava del tamaño de una gran ciudad que se ubica a casi 1400 metros por debajo de la superficie del mar.
Durante las últimas semanas, un conjunto de mediciones reveló señales inequívocas de que se aproxima a un nuevo estallido. Para muchos especialistas, esa erupción podría producirse incluso antes de que finalice 2025.

El hallazgo no solo vuelve a colocar en el centro del debate la imprevisibilidad de los volcanes, también abre la puerta a nuevas líneas de investigación sobre el funcionamiento de estas estructuras submarinas y el impacto que generan en la vida marina.
Los datos más recientes muestran un escenario en el que el Axial no solo amenaza con liberar nuevamente su energía, sino que además se perfila como un laboratorio natural capaz de ofrecer pistas únicas para la ciencia. La atención internacional creció cuando los sismómetros instalados en torno al volcán registraron un fenómeno inusual: más de 2000 sismos en un solo día durante junio. Desde entonces, la actividad se estabilizó en un promedio de 100 movimientos diarios.
Para los vulcanólogos, esta secuencia de oscilaciones revela que el interior del Axial está acumulando presión. William Chadwick, geofísico de la Universidad Estatal de Oregón, explicó que “por ahora nada parece inminente, ya que la tasa de actividad sube y baja constantemente”. Aun así, agregó que los registros señalan una tendencia que coincide con lo observado antes de erupciones previas.

Un volcán que “avisa” antes de estallar
El Axial Seamount se convirtió en una rareza dentro del mundo de la vulcanología por su comportamiento relativamente predecible. Desde que comenzó a monitorearse de manera sistemática hace más de tres décadas, entró en erupción en 1998, 2011 y 2015.
Esa secuencia permitió a los investigadores detectar un patrón basado en el lento “inflado” de la caldera. A medida que el magma asciende desde las profundidades, la montaña submarina se eleva hasta alcanzar un punto de presión crítica. Cuando eso ocurre, la lava encuentra salida y fluye sobre el lecho marino.
Este mecanismo fue comparado por los científicos con el de un globo que se hincha hasta que la tensión resulta insoportable.
“Desde principios de año, el volcán se ha estado inflando como un globo a medida que la roca fundida se acumula en su interior”, señaló Chadwick. A diferencia de otros volcanes más imprevisibles, el Axial funciona casi como un reloj geológico: mantiene un ritmo reconocible y anuncia con claridad que la erupción se acerca.
Lo notable es que, pese a su energía, este volcán no representa una amenaza directa para la vida humana. Su profundidad actúa como un escudo natural que evita explosiones devastadoras en la superficie o tsunamis que puedan golpear la costa. En cambio, las erupciones adoptan un estilo semejante al de los volcanes hawaianos: ríos de lava que se esparcen lentamente sobre el fondo del océano, cubriendo respiraderos hidrotermales y alterando temporalmente los ecosistemas submarinos.
Sin embargo, el riesgo para la fauna marina es real. Deborah Kelley, profesora de Oceanografía en la Universidad de Washington, recordó lo sucedido en una erupción pasada: “En 2011 vimos cómo una de las áreas de ventilación quedó completamente cubierta por flujos de lava. Todo quedó arrasado”.
A pesar de esa devastación, lo que más sorprendió a los investigadores fue la capacidad de recuperación de esos hábitats. “Lo fascinante es que cuando regresamos tres meses después, ya había animales y bacterias colonizando la zona. Son ecosistemas sorprendentemente resistentes”, aseguró Kelley.
Esa resiliencia de la vida marina, junto con la posibilidad de estudiar los procesos en tiempo real, transformó al Axial en un laboratorio natural de enorme valor. Rika Anderson, profesora asociada del Carleton College de Minnesota, destacó la importancia de esa faceta biológica.
“Millas de cable de fibra óptica suministran energía e internet a los instrumentos en el fondo marino que nos permiten monitorear no solo la actividad sísmica en el monte submarino Axial —lo cual puede ayudarnos a comprender y predecir mejor el funcionamiento de los volcanes de aguas profundas—, sino también cómo la vida en el fondo marino responde a las erupciones y perturbaciones en general”.
Energía, vida y ciencia en las profundidades
La singularidad del Axial no se limita a su ubicación ni a su actividad casi constante. Bajo su superficie se esconde una estructura geológica compleja, producto de la interacción entre dos fenómenos distintos. Por un lado, se ubica sobre la Dorsal Juan de Fuca, una zona donde las placas tectónicas se separan lentamente y dejan espacio para el ascenso del magma.
Por otro, recibe un aporte constante de calor desde el punto caliente Cobb-Eikelberg, un suministro adicional que lo convierte en una verdadera anomalía geológica. Esa doble alimentación garantiza que la caldera disponga de un flujo de magma casi ininterrumpido, lo que explica su vitalidad y su frecuencia eruptiva.
Uno de los hallazgos más importantes sobre su funcionamiento fue la confirmación de que el Axial cuenta con dos depósitos de magma interconectados.
Gracias a sofisticadas técnicas de escaneo en tres dimensiones, los científicos lograron elaborar un mapa del interior del volcán que reveló cómo la lava ocupa un 37% del volumen de la caldera. Esa proporción indica que la presión sigue en aumento y que la erupción se aproxima a un punto crítico.
Pero las novedades no se limitan al plano geológico. Los equipos que monitorean el volcán también investigan el papel de los microorganismos que habitan en torno a los respiraderos hidrotermales. En condiciones que parecerían incompatibles con la vida, estos microbios prosperan y ofrecen claves sobre los orígenes de la biología en la Tierra.
Anderson subrayó que “algunos de esos microbios viven en agua hirviendo, otros respiran hierro o azufre, combaten las infecciones virales igual que nosotros, podrían contener pistas sobre los primeros pasos de la evolución de la vida en la Tierra y desempeñan un papel importante en el impulso de los ciclos biogeoquímicos globales”.
La combinación de actividad volcánica, resiliencia de la vida marina y posibilidades tecnológicas para monitorear en tiempo real abre también una perspectiva energética novedosa.
Varios investigadores plantearon la posibilidad de aprovechar el calor del Axial para desarrollar la primera central geotérmica submarina del mundo. Si ese proyecto se concreta en el futuro, representaría un paso gigantesco hacia la generación de energía limpia e inagotable. Convertir al volcán en una fuente de electricidad sostenible implicaría transformar un fenómeno natural que suele asociarse con destrucción en una oportunidad para la humanidad.
Mientras tanto, la prioridad sigue siendo la observación constante. Gracias a una red de sensores, sismómetros y cables de fibra óptica que conectan el lecho marino con la costa, cada movimiento del Axial se registra en tiempo real. Esa información no solo permite anticipar lo que ocurre en sus entrañas, también sirve como base para mejorar los modelos predictivos de erupciones en tierra firme, donde el riesgo para las poblaciones humanas resulta mucho mayor.
Las autoridades científicas consideran que las predicciones cada vez más precisas sobre el Axial podrían marcar un antes y un después en la vulcanología. Como señala el Instituto Smithsonian, son muy pocos los volcanes que cuentan con una historia eruptiva lo suficientemente detallada como para establecer patrones claros.
En ese sentido, el Axial se transforma en una excepción valiosa: su regularidad y el acceso a datos continuos lo convierten en un terreno ideal para refinar herramientas que, en el futuro, podrían salvar vidas frente a volcanes más peligrosos.

El desafío inmediato es doble: anticipar cuándo y cómo se producirá la erupción y, al mismo tiempo, aprovechar cada dato para comprender mejor la dinámica de los volcanes submarinos.
Lo cierto es que, aunque este gigante dormido no amenace directamente a las ciudades costeras, su poder y sus secretos lo vuelven un objeto de estudio prioritario. El Axial recuerda que, en las profundidades del mar, el planeta sigue generando energía, vida y conocimiento con una intensidad que apenas empezamos a comprender.