
En la inmensidad del espacio, una nave humana impactó contra un pequeño asteroide y desató una nube de escombros cuyas consecuencias apenas empiezan a entenderse. En este escenario, un estudio realizado por astrónomos de la Universidad de Maryland reveló que, tras el impacto de la nave DART en el asteroide Dimorphos, salieron despedidas grandes rocas que impulsaron el asteroide mucho más de lo que los científicos habían previsto.
Esto plantea nuevos retos para planear misiones que busquen proteger la Tierra de posibles amenazas espaciales. De acuerdo con la Universidad de Maryland, el descubrimiento obliga a repensar cómo se deberían desviar los asteroides en el futuro para mantener la seguridad planetaria.
DART y las rocas expulsadas: nuevas preguntas para proteger la Tierra
El equipo de la Universidad de Maryland, dirigido por Tony Farnham y Jessica Sunshine, analizó lo que ocurrió luego de que DART chocara contra Dimorphos, el satélite del asteroide Didymos.
Aunque la misión modificó la órbita de Dimorphos, los investigadores descubrieron que el lanzamiento de más de cien grandes rocas empujó el asteroide de forma inesperada. Esto podría cambiar no solo la órbita, sino también la inclinación y la manera en que gira el asteroide.
El estudio señala que, aunque las rocas lanzadas no llevaban mucha energía comparada con la nave, ayudaron a desviar el asteroide más de lo previsto. Además, la mayoría de las rocas salieron disparadas en una sola dirección, provocando un movimiento adicional. Esta extraña distribución obliga a prestar atención no solo al golpe de la nave, sino a lo que ocurre con los fragmentos tras un impacto así.

Las imágenes del pequeño satélite LICIACube, que acompañó a DART, fueron claves. Con ellas, los astrónomos pudieron identificar cómo cada roca fue expulsada en diferentes direcciones y con diferentes velocidades. Muchas de las cuales salieron desde bloques específicos del asteroide golpeados por la nave. Finalmente, todos estos fragmentos salieron del sistema y ahora viajan alrededor del Sol sin representar peligro para la Tierra.
Desviar asteroides: una misión compleja
El descubrimiento de que las rocas que salen despedidas pueden empujar el asteroide en direcciones inesperadas hace que desviar uno sea más difícil de lo pensado. Hasta ahora, se creía que apuntar la nave directamente era suficiente, pero este estudio muestra que hay que tener en cuenta el material que se desprende, ya que también modifica el curso del asteroide.
La misión Hera de la Agencia Espacial Europea llegará en 2026 para estudiar el asteroide y los cambios producidos por el impacto de DART. Según la Universidad de Maryland, estos datos serán fundamentales para entender mejor este fenómeno y mejorar los planes para proteger la Tierra ante futuras amenazas espaciales.
Los científicos que participaron en el estudio afirman que comparar este choque con otros anteriores, como el de la misión Deep Impact de la NASA, permite ver cómo distintos tipos de asteroides reaccionan de manera diferente. Mientras Deep Impact chocó contra un cuerpo compuesto por partículas pequeñas y generó una dispersión suave de escombros, DART se enfrentó a una superficie rocosa, y la eyección fue mucho más caótica.

El futuro de la defensa planetaria: nuevos retos por delante
El análisis de DART y Deep Impact demuestra que no existe una estrategia única para desviar asteroides. La reacción depende de cómo estén formados y de la estructura de cada cuerpo, analizaron los científicos. Por ese motivo, es importante considerar cómo se repartirán las rocas y el polvo después del impacto, ya que esto afecta el resultado final.
Aunque el estudio no habla de peligros inmediatos para la Tierra, advierte que todo este conocimiento debe aplicarse si alguna vez hay riesgo de una colisión con nuestro planeta. La llegada de la misión Hera permitirá ajustar los modelos científicos y dará herramientas para enfrentar futuras amenazas, aprendiendo no solo del golpe directo, sino también de cómo los fragmentos expulsados pueden alterar el destino de un asteroide.
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