
No son días fáciles para el empresario multimillonario Elon Musk. Primero fue su pelea con el presidente estadounidense Donald Trump y su alejamiento del gobierno como funcionario y asesor. Luego, su amenaza a retirar el apoyo al plan espacial de EEUU y por último, esta mañana, su equipo se vio obligado a suspender el lanzamiento de la misión Ax-4, un nuevo vuelo privado hacia la Estación Espacial Internacional (EEI), tras detectar una fuga de oxígeno líquido durante las pruebas previas al despegue.
“Nos retiramos del lanzamiento del Ax-4 con el Falcon 9 a la Estación Espacial para que los equipos de SpaceX tengan más tiempo para reparar la fuga de LOx identificada durante las inspecciones posteriores al disparo estático del propulsor. Una vez completada la operación, y a la espera de la disponibilidad, compartiremos una nueva fecha de lanzamiento”, anunció SpaceX a través de X.
LOx es oxígeno líquido, uno de los dos propulsores utilizados por los motores Merlin del Falcon 9. El otro es RP-1, un querosén de grado que consume el cohete. El incidente, identificado luego del encendido estático del cohete Falcon 9, obligó a los ingenieros a desmontar temporalmente el cronograma previsto y posponer la operación, en forma indefinida.
La misión, que debía despegar desde la plataforma LC-39A del Centro Espacial Kennedy de la NASA y tenía como objetivo trasladar a cuatro astronautas privados a bordo de una cápsula Dragon, se enmarca dentro de la estrategia conjunta entre Axiom Space, SpaceX y la NASA para impulsar el desarrollo del mercado de vuelos espaciales comerciales en la órbita baja terrestre. Ax-4 representa el cuarto vuelo tripulado de carácter privado que busca ampliar el acceso a la investigación espacial, con una agenda científica robusta y una tripulación multinacional.
El hallazgo de la filtración se produjo tras un ensayo técnico realizado el 8 de junio, conocido como “encendido estático”, una prueba estándar en la que se activan los motores del cohete durante unos segundos sin que se produzca el despegue. Este procedimiento sirve para verificar el funcionamiento del sistema de propulsión mientras el vehículo se encuentra fijado a la plataforma de lanzamiento. Tras esta verificación, los ingenieros detectaron una pérdida en el sistema que contiene oxígeno líquido.
Bill Gerstenmaier, vicepresidente de construcción y confiabilidad de vuelo de SpaceX, explicó en una conferencia de prensa que la primera etapa del Falcon 9 utilizada para esta misión ya había volado en una misión anterior. Durante ese vuelo, también se registró una fuga de características similares durante el reingreso a la atmósfera terrestre. “Descubrimos que no habíamos reparado completamente el cohete durante la remodelación o, en realidad, no encontramos la fuga y no la corregimos”, reconoció.

El propulsor de primera etapa del cohete había sido utilizado previamente en una misión de despliegue de satélites Starlink. En este caso, estaba previsto que, tras la separación de etapas, descendiera de forma controlada sobre la plataforma LZ-1, ubicada en la Estación de la Fuerza Espacial de Cabo Cañaveral. La reutilización de componentes es una de las claves del modelo de negocio de SpaceX, pero el incidente evidencia los desafíos técnicos asociados a esta estrategia, especialmente cuando se trata de misiones con tripulación.
Frente a este escenario, Gerstenmaier indicó que SpaceX implementó una solución provisional. “Estamos instalando una purga que básicamente mitigará la fuga, si persiste, si la detectamos el día del lanzamiento”, afirmó. “Así estaremos completamente listos para despegar”. Sin embargo, la compañía decidió no tomar riesgos innecesarios y posponer el cronograma para completar las reparaciones y garantizar que todo esté en condiciones óptimas.
Hasta el momento, no se anunció una nueva fecha de despegue. A través de un comunicado difundido en redes sociales, SpaceX señaló que “una vez completada la reparación, y en función de la disponibilidad del rango, se compartirá una nueva fecha de lanzamiento”.
Un lanzamiento clave para la presencia privada en órbita

La misión Ax-4 representa un nuevo paso en la consolidación de las operaciones privadas en el entorno espacial. Se trata del cuarto vuelo tripulado organizado por Axiom Space, en colaboración con SpaceX y con la supervisión de la NASA. Esta vez, la cápsula Dragon iba a realizar su primer vuelo asignado a una misión tripulada, lo que añade un componente adicional de evaluación tecnológica a la operación.
La tripulación está comandada por Peggy Whitson, exastronauta de la NASA, actual directora de vuelos tripulados de Axiom y una de las figuras más experimentadas en misiones espaciales. Junto a ella viajarán Shubhanshu Shukla, piloto de nacionalidad india; Sławosz Uznański-Wiśniewski, especialista de misión polaco vinculado a la Agencia Espacial Europea (ESA); y Tibor Kapu, especialista de misión húngaro. Ninguno de los países representados —India, Polonia y Hungría— ha enviado antes a astronautas a la Estación Espacial Internacional.
Durante su estadía de aproximadamente dos semanas en el laboratorio orbital, los tripulantes llevarán a cabo más de 60 experimentos científicos y demostraciones tecnológicas. El enfoque principal estará puesto en investigaciones sobre fisiología humana en microgravedad, ciencias de materiales, observación terrestre y estudios biológicos. También se realizarán pruebas sobre el impacto de la microgravedad en enfermedades como la diabetes, la degeneración muscular y ciertos tipos de cáncer.

Entre las investigaciones planificadas se incluyen experimentos con microalgas, sensores biométricos, cultivos de semillas, mediciones de radiación y técnicas de impresión 3D. Además, se explorará cómo se comporta la cognición humana en un entorno sin gravedad, lo que podría tener implicancias relevantes para futuras misiones de larga duración en el espacio profundo.
“Estos estudios contribuirán al conocimiento fundamental en múltiples disciplinas y evaluarán tecnologías con potencial aplicación en futuras misiones espaciales de larga duración”, explicaron desde Axiom Space.
La importancia de esta misión radica también en su carácter internacional. La colaboración entre la Agencia Espacial India (ISRO), la ESA y el programa HUNOR de Hungría refleja una creciente apertura de la investigación espacial a nuevos actores, más allá del eje tradicional entre Estados Unidos, Rusia y China. A través de Ax-4, países sin historial reciente en vuelos espaciales tripulados tendrán la posibilidad de sumar experiencia, desarrollar capacidades y aportar conocimientos al ecosistema internacional de investigación en microgravedad.
El historial de postergaciones

El reciente retraso en el lanzamiento de Ax-4 no es el primero. La misión fue pospuesta en varias ocasiones desde su programación inicial. Estaba prevista para el 29 de mayo, luego se reprogramó para el 8 de junio, más tarde para el 10, y finalmente para el 11 de junio. Una ventana de respaldo existía para el 12, pero también quedó descartada tras la detección de la fuga. De momento, el equipo técnico no proporcionó una nueva fecha definitiva.
Este tipo de modificaciones es habitual en el ámbito aeroespacial, donde el margen de error es mínimo y los controles de seguridad son prioritarios. La detección de una filtración de oxígeno líquido en un sistema presurizado no solo podría poner en riesgo la integridad del vehículo, sino también comprometer la vida de los astronautas. Por ese motivo, tanto SpaceX como Axiom Space recalcaron que solo procederán con el despegue “cuando estén completamente seguros de que todo funciona según lo previsto”.

El empresario respondió con la amenaza de retirar del servicio a la cápsula Dragon, vehículo clave para los vuelos espaciales tripulados de la NASA. Finalmente, Musk descartó esa posibilidad. Aunque el episodio generó especulaciones sobre el impacto político en las operaciones, la postergación del vuelo de Ax-4 respondió a causas técnicas confirmadas por las partes involucradas.
Más allá del contratiempo, la misión Ax-4 refuerza el objetivo de Axiom Space de construir una estación espacial comercial que suceda a la actual EEI. Desde su creación, la compañía trabaja con la NASA para aprovechar la infraestructura existente y avanzar hacia un modelo donde las operaciones privadas ocupen un rol central en la órbita baja terrestre.

Ax-4 no solo busca ampliar la frontera del conocimiento científico, sino también validar procesos, equipos y dinámicas de trabajo que serán esenciales en futuras instalaciones orbitales gestionadas por empresas.
En ese sentido, cada componente de la misión —desde la reutilización del cohete hasta los experimentos a bordo— se integra en una estrategia a largo plazo orientada a reducir costos, diversificar actores y consolidar el tránsito hacia una nueva era en la exploración espacial.
La postergación por una fuga es, en este contexto, una muestra más de la complejidad técnica de cada lanzamiento y de la rigurosidad con la que se abordan los riesgos. Como señaló un portavoz de Axiom, la prioridad sigue siendo “garantizar un desarrollo seguro y eficaz de la misión Ax-4, en línea con la hoja de ruta trazada para fortalecer la presencia del sector privado en la órbita terrestre”.
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