
En un movimiento que subraya la creciente importancia del espacio en las estrategias de defensa global, el X-37B, un avión espacial experimental y altamente secreto de Estados Unidos, aterrizó recientemente en la Base de la Fuerza Espacial Vandenberg, en California, tras completar su séptima misión. Según informó BBC Science Focus, esta nave, desarrollada por Boeing, ha sido un elemento clave en la exploración de nuevas capacidades militares en el espacio, un ámbito que se perfila como el próximo escenario de competencia entre potencias mundiales.
El X-37B, que realizó su primer vuelo en 2010, ha acumulado más de una década de operaciones, durante las cuales ha llevado a cabo misiones de hasta dos años y medio en órbita. Su última misión, conocida como OTV-7, permaneció en el espacio durante 434 días. Aunque muchos de los detalles sobre sus actividades permanecen clasificados, se sabe que la nave ha sido utilizada para probar tecnologías avanzadas, como la captura de energía solar en el espacio y su transmisión a la Tierra en forma de microondas de radiofrecuencia. Además, ha desplegado satélites experimentales y ha servido como un banco de pruebas para evaluar el rendimiento de diversos instrumentos en las condiciones extremas del espacio.
Un proyecto con raíces en la NASA y un futuro en la Fuerza Espacial
El desarrollo del X-37B comenzó en 1999 bajo el programa X-37 de la NASA, pero desde entonces ha pasado por varias manos. Inicialmente gestionado por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA, por sus siglas en inglés), el control del proyecto fue transferido al Departamento de la Fuerza Aérea y, más recientemente, a la Fuerza Espacial de los Estados Unidos (USSF), creada en 2019. Según explicó Vivienne Machi, editora de espacio militar en Aviation Week, a BBC Science Focus, la creación de la USSF responde al reconocimiento de que cualquier conflicto futuro probablemente señalará un componente espacial significativo.
El general Chance Saltzman, jefe de Operaciones Espaciales de la USSF, destacó en un discurso en el Simposio de Guerra de la Asociación de Fuerzas Aéreas y Espaciales en Colorado que el objetivo principal de esta división es lograr la “superioridad espacial”. Para ello, el control del dominio espacial se ha convertido en una prioridad estratégica, y el X-37B desempeña un papel crucial en este esfuerzo.
Tecnología avanzada y maniobras innovadoras

El X-37B no solo ha demostrado ser un vehículo autónomo capaz de volar y aterrizar sin tripulación, sino que también ha realizado maniobras innovadoras que subrayan su potencial estratégico. Durante su última misión, la nave ejecutó una maniobra de “frenado aerodinámico”, utilizando la resistencia atmosférica para reducir su órbita sin consumir combustible. Según detalló BBC Science Focus, esta técnica no solo mejora la maniobrabilidad de la nave, sino que también permite descargar módulos de servicio de manera segura, evitando que se conviertan en desechos espaciales.
Todd Harrison, investigador especializado en política espacial y seguridad del American Enterprise Institute, sugirió que la decisión de la Fuerza Espacial de revelar esta maniobra durante la misión podría responder a varios motivos. Entre ellos, destacó la posibilidad de que se trate de una demostración de capacidades para disuadir a otras naciones, o de un esfuerzo por mostrar responsabilidad en la gestión de desechos espaciales.
Un entorno cada vez más competitivo

El X-37B opera en un contexto de creciente competencia internacional en el espacio. Según explicó Machi, países como China y Rusia están desarrollando sistemas avanzados para rastrear y potencialmente atacar activos espaciales estadounidenses. China, por ejemplo, ha lanzado su propio avión espacial, el Shenlong, que ha completado tres misiones y cuya naturaleza sigue siendo aún más secreta que la del X-37B. Por su parte, Rusia busca desarrollar capacidades nucleares antisatélites en órbita para 2024.
En este escenario, el X-37B no es un arma en sí mismo, pero su capacidad para recopilar datos críticos y probar nuevas tecnologías lo convierte en una herramienta esencial para preparar a Estados Unidos para posibles conflictos en el espacio. Según Harrison, el avión espacial contribuye a la modernización de las capacidades defensivas, sentando las bases para futuras operaciones en un entorno cada vez más congestionado por satélites y desechos espaciales.
La existencia del X-37B y su continuo desarrollo reflejan un cambio en la percepción del espacio, que ha pasado de ser un ámbito de exploración científica a un escenario estratégico para la defensa nacional. Como señaló Machi, la Fuerza Espacial necesita entrenarse para operar en el espacio sin que primero estalle un conflicto, y el X-37B proporciona una plataforma ideal para este propósito.
Aunque muchos aspectos del programa permanecen en secreto, su impacto ya es evidente. La capacidad del X-37B para operar de manera autónoma, realizar maniobras avanzadas y probar tecnologías innovadoras lo posiciona como un elemento clave en la estrategia de defensa espacial de Estados Unidos. Al mismo tiempo, su existencia subraya la creciente militarización del espacio pacífico y la necesidad de establecer normas internacionales para garantizar su uso.
En un mundo donde las fronteras terrestres ya no son las únicas que importan, el X-37B representa un paso hacia un futuro en el que el control del espacio será tan crucial como el dominio de los mares o los cielos.