
Tres labradores retrievers, hermanos de camada, llegaron a un equipo de genetistas veterinarios con un mismo problema: estaban perdiendo la vista. Lo que parecía otro caso más de atrofia progresiva de retina, la causa más común de ceguera hereditaria en perros, terminó revelando algo nuevo: una variante genética nunca antes documentada.
El hallazgo, publicado en Scientific Reports, fue fruto de una colaboración entre la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Pensilvania (Penn Vet) y la Universidad de Padua, en Italia. Los perros provenían de una organización dedicada a criar animales de servicio para personas con discapacidad visual. Cuando notaron los primeros signos de ceguera, se contactaron con dos expertos: Leonardo Murgiano y Gustavo D. Aguirre, ambos de Penn Vet.
“No es la primera vez que trabajamos con estas fundaciones. Desde 1989 ofrecemos asistencia para identificar mutaciones y diseñar pruebas genéticas que permitan evitar la propagación de enfermedades hereditarias en futuras camadas”, sostuvo Aguirre.
El equipo secuenció el ADN de los tres labradores afectados y encontró una deleción de tres pares de bases en el gen GTPBP2. Ese gen codifica una proteína G, presente en varios tejidos del cuerpo, incluida la retina. En concreto, la mutación eliminaba una alanina altamente conservada fuera del dominio GTPasa, una zona crucial para regular si la proteína está activa o inactiva.
¿Qué significa eso? Que aunque la mutación no toca directamente el núcleo funcional de la proteína, podría afectar su ubicación dentro de la célula, y eso, en la retina, podría bastar para que todo falle.
Para entender la magnitud del hallazgo, los investigadores analizaron el ADN de 91 labradores sanos del mismo criadero y 569 perros más de distintas zonas de Estados Unidos. ¿El resultado? Encontraron 16 portadores de la mutación, todos provenientes del mismo criadero. Ningún otro perro fuera de ese entorno tenía la variante. Esto refuerza que estamos ante una mutación rara, pero con efectos visibles cuando se hereda en forma doble.
“En la mayoría de los animales, incluidos los humanos, la visión comienza en la retina, donde las capas de células en la parte posterior del ojo reciben la luz y la convierten en señales eléctricas que se envían al cerebro para crear las imágenes visuales que se ven”, sostienen los investigadores, que afirman que lLa alteración de este proceso, a menudo resultado de enfermedades hereditarias de la retina (ERH), puede provocar diversas deficiencias visuales, incluida la ceguera, en humanos y otros mamíferos como los perros.
“La atrofia progresiva de retina (APR), causada por el funcionamiento aberrante de los fotorreceptores de conos y bastones, provoca ceguera en mamíferos, incluyendo perros. En nuestro estudio, identificamos una camada de tres labradores retrievers afectados por APR no sindrómica en donde sus padres y tres hermanos no estaban afectados”, agregaron los investigadores en el estudio presentado en la revista científica.

Lo más curioso es que este gen hallado, ya había sido relacionado con enfermedades en humanos, aunque con consecuencias muy diferentes. Las variantes humanas de GTPBP2 se asocian con el síndrome de Jaberi-Elahi, un trastorno neurológico grave que incluye convulsiones, discapacidad intelectual y alteraciones físicas. Pero en los perros afectados, la única manifestación es la pérdida de visión.
“La variante que encontramos parece menos severa que la humana. Probablemente, esté ubicada en una región distinta de la proteína, más cerca de su extremo terminal”, detalló Murgiano. Este fenómeno tiene un nombre: fenotipo flexible. Es decir, no todas las mutaciones en un mismo gen provocan el mismo efecto. Algunas variantes pueden causar síndromes complejos; otras, solo síntomas aislados.
“Ya hemos visto esto en otros genes asociados a síndromes. Este caso ayuda a ilustrar cómo una misma pieza genética puede tener múltiples caras”, explicó Murgiano, quien trabaja en una de las diez mejores escuelas de veterinaria del mundo, como lo es la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Pensilvania (Penn Vet). Fundada en 1884, Penn Vet es la primera escuela de veterinaria desarrollada en colaboración con una facultad de medicina.

Además de abrir nuevas puertas para el diagnóstico genético en perros de servicio, el hallazgo podría ofrecer pistas valiosas para la genética médica humana, al mostrar cómo ciertas regiones del mismo gen pueden tener efectos completamente distintos según su ubicación y especie.
Por ahora, gracias a este descubrimiento, los criadores de perros guía podrán hacer pruebas selectivas para evitar transmitir esta variante. Y esos tres labradores que perdieron la vista, sin saberlo, ayudaron a arrojar nueva luz sobre los mecanismos de la visión… y la ceguera.