
Bajo la gigantesca capa de hielo de la Antártida, un complejo sistema de ríos subterráneos podría estar alterando drásticamente la estabilidad del continente helado.
Según un estudio publicado el 20 de marzo en Nature Communications, estos ríos invisibles al ojo humano están intensificando el derretimiento del hielo y podrían provocar un aumento más rápido del nivel del mar de lo que estiman los modelos actuales.
Nadie vio directamente ese paisaje escondido. Pero durante las últimas dos décadas, investigadores utilizaron radares de penetración de hielo, sensores de gravedad y campos magnéticos para cartografiar el subsuelo antártico, indicó National Geographic.

¿El resultado? Cordilleras de kilómetros de altura, profundos valles y cientos de lagos subglaciales, alimentados por el calor geotérmico y la fricción del hielo al moverse sobre la roca.
Ríos invisibles, efectos reales
Los científicos comprobaron que muchos de estos lagos están interconectados por ríos que fluyen bajo una presión extrema. “El agua puede fluir cuesta arriba”, explicó Anna-Mireilla Hayden, doctoranda en hidrología glacial en la Universidad de Waterloo, quien forma parte del equipo que lideró el estudio, según el medio de ciencia.
En lugar de obedecer solo a la gravedad, el agua subglacial se desplaza también en función de la presión del hielo sobre sus cabezas. Estos ríos pueden recorrer laderas escarpadas durante cientos de metros, desplazando grandes volúmenes de agua a lo largo del lecho rocoso.
Ese flujo subterráneo, difícil de detectar con radar convencional, fue cartografiado con mayor precisión por el equipo liderado por la hidróloga glacial Christine Dow.
A lo largo de 11 años, los investigadores cruzaron mapas del paisaje subglacial con el espesor del hielo para predecir cómo se comportaría el agua atrapada bajo la superficie al cambiar la presión y la masa glaciar. Y lo que encontraron plantea nuevas alarmas.
Glaciares bajo presión
En los glaciares Thwaites y Pine Island, dos de los más inestables del continente, se detectó un volumen significativo de agua subglacial.
La fricción entre el hielo y el lecho, unida al calor procedente de volcanes y fallas tectónicas bajo el hielo, genera condiciones ideales para que estos ríos se expandan y aceleren el movimiento glaciar hacia el océano.
La paradoja del calor y el hielo
En las plataformas flotantes, como la del glaciar Getz, también se registraron anomalías. Según datos satelitales, estas placas de hielo que bordean gran parte del continente muestran zonas localizadas donde el derretimiento desde abajo es mucho más veloz de lo que permite explicar la temperatura del agua marina.

El equipo de Dow observó que estos “puntos calientes” coinciden con las salidas de los ríos subglaciales, que expulsan agua dulce a gran presión, como si se tratara de una manguera dirigida contra el hielo, según National Geographic.
Ese chorro genera una turbulencia que arrastra agua salada y más cálida desde el fondo marino hacia la base del hielo, intensificando el derretimiento.
“Se necesita el efecto de esta descarga para explicar las tasas de derretimiento observadas”, señaló Jamin Greenbaum, geofísico glacial de la Institución Scripps de Oceanografía, quien también participó en el estudio.
El caso Totten: un futuro preocupante
Uno de los casos más alarmantes es el del glaciar Totten, en la Antártida Oriental. Contiene suficiente hielo como para elevar el nivel del mar en 3,6 metros si colapsara completamente.
En 2024, Dow, Greenbaum y la entonces investigadora posdoctoral Shivani Ehrenfreucht publicaron un informe preliminar en el que estimaban que los ríos subglaciales podrían aumentar la pérdida de hielo del Totten en un 30 % para el año 2100.
Como resultado, se proyecta que el flujo subglacial bajo el Totten casi se quintuplicará para el final de siglo, alcanzando los 161 metros cúbicos por segundo, una cifra comparable con una cuarta parte del caudal del río Colorado en Estados Unidos.
“Lo importante es la velocidad con la que se expulsa el agua”, subrayó Dow en National Geographic. Esa energía impulsa más agua cálida y salada contra el hielo, ampliando el área afectada por el derretimiento.
Según los cálculos de su equipo, la tasa de pérdida de hielo podría aumentar entre un 20 y un 50 por ciento en una extensa franja de la plataforma del Totten. Si esos puntos colapsan, la plataforma podría fracturarse y desintegrarse antes de lo previsto.