
SpaceX, la compañía espacial del multimillonario emprendedor Elon Musk, realizó esta noche un nuevo intento de lanzamiento de su cohete Starship, el vehículo más grande y potente jamás construido. Este fue su octavo vuelo de prueba.
El vuelo 8 despegó desde la base de SpaceX, en el sur de Texas, con una ventana de lanzamiento que se abrió a las 6:30 p. m. (hora del este, 20.30 hora argentina). La misión tuvo un comienzo promisorio, con un despegue exitoso y el aterrizaje del Super Heavy, el gran propulsor que cuenta con 33 motores Raptor, de vuelta en la plataforma. Se trató de la tercera vez que logran completar esta hazaña, esencial para la reutilización de materiales en las misiones espaciales.
Sin embargo, tan solo segundos después, alrededor del minuto 8, algunos de los motores de Starship comenzaron a fallar. Esto provocó la pérdida de control de altitud de la nave, la cual comenzó a girar sin rumbo. Luego de unos breves instantes, se cortó la transmisión y desde SpaceX comunicaron que habían perdido contacto con el cohete. Afirmaron que poseen medidas para asegurar la seguridad del público, en caso de fallos como este.
Qué se esperaba de este lanzamiento

Momentos antes de que se concretara este resultado, las miradas se encontraban fijas en este evento, ya que el último intento terminó con la recuperación de la parte propulsora o primera etapa en un extraordinario aterrizaje sobre la misma plataforma de lanzamiento, y con la explosión de la etapa superior sobre el océano Atlántico. Un punto que, la compañía de Elon Musk, buscaba alcanzar.
El lanzamiento puso a prueba al propulsor Super Heavy Booster 15 y la nave Ship 34, la aeronave es la segunda en incorporar las mejoras del nuevo diseño Block 2. Este modelo, dos metros más alto que versiones anteriores, permite almacenar más propelente y promete un mejor desempeño en la reentrada atmosférica, gracias a los cambios en sus alerones delanteros y un escudo térmico reforzado.
Entre los objetivos clave del vuelo 8 estuvo la primera prueba del mecanismo “Dispensador Pez”, que permite el despliegue de carga desde la bahía superior del Starship. En esta ocasión, SpaceX había enviado cuatro maquetas de madera que simularían ser satélites Starlink de próxima generación. Esto supuso un paso adelante en el futuro para la validación del cohete como un sistema de transporte orbital versátil. Pero los eventos que se registraron no permitieron analizar este avance.
El plan de vuelo también incluyó un nuevo intento de recuperación del propulsor Super Heavy mediante los brazos de sujeción de la torre de lanzamiento, un procedimiento que SpaceX logró con éxito, al igual que en la prueba anterior. La etapa superior, en cambio, estaba programada para amerizar en el océano Índico, frente a la costa oeste de Australia, lo cual no pudo suceder. En futuras pruebas, la compañía espera perfeccionar un sistema que permita la reutilización total de ambas secciones del cohete.

La Luna y Marte: el objetivo de la Starship
SpaceX busca convertir a Starship en un sistema fundamental para la exploración espacial a gran escala. La NASA eligió una versión modificada de este cohete para su programa Artemis, que tiene como meta llevar astronautas a la Luna en los próximos años.
De hecho, Starship fue seleccionado como el primer módulo de aterrizaje tripulado para la misión Artemis III, prevista para 2027. Además, la compañía de Musk plantea el uso de este sistema para establecer bases en Marte y operar como un medio de transporte interplanetario.
El desarrollo del Starship no estuvo exento de contratiempos. En el vuelo de prueba del 16 de enero, la parte superior del cohete sufrió una fuga de propelente y terminó desintegrándose sobre el océano Atlántico antes de completar su misión. Como resultado, la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) suspendió temporalmente los lanzamientos de SpaceX mientras investigaba el incidente. Finalmente, la agencia levantó la restricción el pasado viernes, permitiendo que la compañía retome sus pruebas.

La seguridad sigue siendo un punto clave para el avance del Starship. Además de demostrar que el cohete es apto para vuelos tripulados, SpaceX debe avanzar en la implementación de un sistema de reabastecimiento de combustible en órbita, una tecnología esencial para misiones interplanetarias.
Este aspecto resulta crucial para el plan de la compañía de realizar viajes sostenidos a la Luna y Marte, ya que permitirá extender la autonomía de la nave en el espacio profundo.
Otro de los desafíos que enfrenta SpaceX es la regulación gubernamental. La FAA impuso un estricto control sobre cada uno de los vuelos de prueba, lo que generó tensión entre la empresa y el gobierno estadounidense.

Más allá de la competencia con reguladores y los desafíos técnicos, el Starship es una pieza central en la estrategia de SpaceX para dominar el sector del transporte espacial. La compañía busca posicionarse como el principal proveedor de misiones espaciales comerciales y gubernamentales, con un cohete capaz de reducir significativamente los costos de lanzamiento gracias a su diseño completamente reutilizable.
Con cada prueba, la empresa afina su tecnología para lograr un sistema eficiente y seguro, consolidando así su visión de llevar a la humanidad más allá de la Tierra. Mientras tanto, el mundo sigue con atención cada uno de estos intentos, que podrían definir el futuro de la exploración espacial comercial.