El programa Artemis de la NASA plantea un hito en la exploración espacial al intentar llevar astronautas de regreso a la Luna en esta década, desafiando los límites impuestos durante las misiones Apolo hace más de 50 años.
En esta ocasión, los objetivos son más ambiciosos: explorar las regiones polares del satélite natural, un entorno donde las temperaturas pueden descender hasta -223 grados Celsius y las condiciones del terreno son notablemente más hostiles que en las regiones ecuatoriales previamente visitadas.
Este cambio de escenario ha provocado una revisión integral del diseño del equipamiento, en particular las botas espaciales, que desempeñan un rol crucial para garantizar la movilidad, seguridad y salud de los astronautas.
Las misiones Apolo se llevaron a cabo en las regiones ecuatoriales de la Luna, donde las temperaturas, aunque frías, eran relativamente moderadas en comparación con los extremos polares.
Las botas utilizadas en aquel entonces fueron diseñadas para estancias cortas y terrenos menos agresivos.
Sin embargo, las misiones Artemis pretenden establecer bases sostenibles en el tiempo y explorar zonas que presentan temperaturas extremadamente bajas, irradiación constante y terrenos irregulares. Este cambio de contexto requiere innovaciones tecnológicas que permitan a los astronautas desempeñarse de manera eficiente y segura.
Una de las principales novedades en el diseño de las botas para Artemis es la incorporación de placas térmicas rígidas en las suelas. Este componente es esencial para mantener el calor corporal en las temperaturas gélidas del polo sur lunar.
No obstante, su rigidez representa un obstáculo significativo, ya que impide la flexión natural del pie, en especial en la articulación metatarsofalángica (MTP), que conecta el dedo gordo con el resto del pie. Esta articulación es clave para caminar y correr, ya que permite que el pie pase de ser flexible a convertirse en una base rígida durante cada paso, mediante lo que los expertos denominan el mecanismo de windlass.
Biomecánica y salud de los astronautas
La rigidez de las suelas podría limitar el movimiento natural del pie, afectando el mecanismo de windlass y, por ende, la marcha en la superficie lunar. En la Tierra, este mecanismo asegura que el peso corporal se distribuya adecuadamente durante cada paso, reduciendo el riesgo de lesiones.
En un entorno de gravedad reducida como el de la Luna, el impacto de estas limitaciones podría amplificarse, generando no solo molestias en los pies, sino también afectaciones en otras partes del cuerpo debido a mecanismos compensatorios.
“El cuerpo humano funciona como una cadena cinética: una lesión en el pie puede desencadenar problemas en las rodillas, la cadera o incluso la columna vertebral”, explicaron especialistas en biomecánica de la Universidad de Dakota del Norte en EEUU, que están estudiando la nueva indumentaria de los próximos astronautas lunares.
Por ello, es fundamental que las botas no solo aíslen térmicamente, sino que también respeten los patrones naturales de movimiento para evitar daños acumulativos durante las largas estadías planificadas en las regiones polares de la Luna.
“En la Universidad de Dakota del Norte nos centramos en la biomecánica, el estudio del movimiento humano. Nuestra investigación explora los efectos de los entornos extremos en los patrones de movimiento y la marcha humana, y nuestro laboratorio lleva a cabo investigaciones que esperamos que algún día ayuden a los astronautas a explorar la Luna mientras protegen su cuerpo”, sostuvieron en un comunicado.
El diseño de las botas espaciales también debe considerar la adaptabilidad al terreno irregular. Las superficies del polo sur lunar están cubiertas de regolito, un polvo fino y afilado que puede causar estragos en el equipamiento. Además, las botas deben proporcionar tracción adecuada para prevenir deslizamientos en pendientes pronunciadas y garantizar estabilidad en terrenos rocosos.
En este sentido, los avances tecnológicos se están centrando en materiales que combinan flexibilidad y resistencia. Los investigadores de la Universidad de Dakota del Norte, especializados en biomecánica, trabajan en el estudio del movimiento humano bajo condiciones extremas para desarrollar prototipos de botas que equilibren la protección térmica con la movilidad.
Estas investigaciones incluyen simulaciones de marcha en gravedad reducida, utilizando modelos biomecánicos para comprender cómo se comportan los pies al caminar sobre la Luna.
“Hay un millón de pequeños detalles que deben salir bien para que una misión a la Luna tenga éxito: la flexibilidad de la suela de las botas que usan los exploradores es solo uno de los que, en última instancia, podría influir en su salud en la Luna”, sostienen desde la casa de estudios estadounidense.
Las misiones Artemis también plantean preguntas sobre los efectos a largo plazo de la exploración lunar en el cuerpo humano. Si bien las estadías durante las misiones Apolo fueron breves, las futuras expediciones podrían extenderse durante meses. Este cambio incrementa el riesgo de lesiones acumulativas, especialmente si las botas restringen el movimiento natural del pie.
“Un astronauta podría estar bien durante una estadía corta, pero a medida que las misiones se alargan, el impacto de una marcha anormal podría provocar lesiones crónicas”, destacan los expertos. Estas lesiones podrían comenzar en el pie y propagarse a otras partes del cuerpo, afectando la capacidad de los astronautas para desempeñar sus tareas y, en casos extremos, comprometiendo la seguridad de la misión.
El desarrollo de botas espaciales para Artemis no solo tiene implicaciones para la exploración lunar, sino que también sienta las bases para futuras misiones a Marte y otros destinos del sistema solar. Las lecciones aprendidas en el diseño de equipamiento adaptable y seguro podrían aplicarse en entornos aún más extremos.
Las misiones Artemis están redefiniendo los estándares de la exploración espacial, con un enfoque particular en la seguridad y el bienestar de los astronautas. El diseño de las botas espaciales es solo uno de los muchos desafíos que enfrenta la NASA, pero su éxito será clave para garantizar la sostenibilidad de las futuras expediciones.
Conforme avancen las investigaciones y los prototipos evolucionen, estas innovaciones podrían marcar el inicio de una nueva era en la exploración humana del espacio.