El telescopio espacial Hubble de la NASA y la ESA logró completar el fotomosaico más grande realizado en la historia, donde muestra en increíble detalle a la galaxia de Andrómeda, vecina de nuestra Vía Láctea.
Este proyecto monumental, que requirió más de 10 años de trabajo y la recopilación de datos a través de más de 600 instantáneas, permitió a los astrónomos analizar 200 millones de estrellas en un mosaico que abarca 2.500 millones de píxeles.
La galaxia de Andrómeda, también conocida como Messier 31, es la galaxia espiral más cercana a nuestra Vía Láctea, situada a aproximadamente 2,5 millones de años luz. Desde hace un siglo, cuando el astrónomo Edwin Hubble demostró que Andrómeda era una galaxia separada y no una “nebulosa espiral” dentro de nuestra galaxia, esta región ha sido un punto focal para los estudios astronómicos.
Hubble—cuyo nombre lleva el icónico telescopio espacial— revolucionó nuestra comprensión del cosmos al revelar un universo compuesto por múltiples galaxias, cada una con su propia historia evolutiva.
Un retrato de 200 millones de estrellas
La magnitud del proyecto radica no solo en el tamaño de Andrómeda, que abarca un área seis veces mayor que el diámetro de la Luna llena en el cielo terrestre, sino también en la capacidad del Hubble para capturar estrellas individuales en esta galaxia.
Las capacidades de imagen nítida del Hubble pueden resolver más de 200 millones de estrellas en la galaxia de Andrómeda, detectando solo estrellas más brillantes que nuestro Sol. Parecen granos de arena en la playa. Pero eso es solo la punta del iceberg. Se estima que la población total de Andrómeda es de 1 billón de estrellas, y muchas estrellas menos masivas están por debajo del límite de sensibilidad del Hubble.
“Con el Hubble podemos obtener un enorme nivel de detalle sobre lo que está sucediendo a escala holística en todo el disco de la galaxia. No se puede hacer eso con ninguna otra galaxia grande”, explicó Ben Williams, investigador principal del proyecto en la Universidad de Washington, que fue publicado en la revista científica The Astrophysical Journal.
Este nivel de resolución es crucial para identificar patrones de formación estelar y eventos pasados, como las fusiones con otras galaxias.
El mosaico logrado por el Hubble representa la mitad norte de Andrómeda, mientras que el programa Panchromatic Hubble Andromeda Southern Treasury (PHAST) ha ampliado recientemente el estudio hacia la región sur llamado Panchromatic Hubble Andromeda Treasury (PHAT). Juntas, estas investigaciones cubren casi todo el disco de la galaxia, ofreciendo una vista sin precedentes de sus estructuras internas, incluidas áreas densas de formación estelar y franjas de polvo oscuro.
Este es el fotomosaico más grande jamás realizado por el telescopio espacial Hubble. Las regiones interesantes incluyen:
-cúmulos de estrellas azules brillantes incrustadas dentro de la galaxia, galaxias de fondo vistas mucho más lejos y un par de estrellas brillantes en primer plano que en realidad están dentro de nuestra Vía Láctea
-NGC 206, la nube de estrellas más visible en Andrómeda
-un cúmulo joven de estrellas azules recién nacidas
-la galaxia satélite M32, que puede ser el núcleo residual de una galaxia que alguna vez colisionó con Andrómeda
-franjas de polvo oscuro a través de una miríada de estrellas.
Andrómeda está ubicada justo al noreste del Gran Cuadrado de Pegaso y aparece como una mancha de luz tenue y en forma de huso con un centro brillante. La luz que llega a los ojos esta noche comenzó su viaje hace 2,5 millones de años, cruzando la vasta extensión del espacio intergaláctico hacia la Tierra.
Aunque Andrómeda y la Vía Láctea comparten un origen similar, sus trayectorias han sido notablemente diferentes. Andrómeda muestra signos de una historia de interacciones y colisiones más activa, evidenciada por corrientes coherentes de estrellas y regiones con formación estelar reciente.
“Andrómeda es un desastre. Parece que ha pasado por algún tipo de evento que provocó la formación de muchas estrellas y luego simplemente se apagó”, afirmó el astrónomo Daniel Weisz, de la Universidad de California en Berkeley.
Uno de los posibles responsables de este caos es Messier 32, una galaxia satélite compacta que podría haber interactuado con Andrómeda en el pasado, alterando su composición y estructura. Este tipo de interacciones no solo redistribuyen el gas y las estrellas de una galaxia, sino que también pueden desencadenar episodios de intensa formación estelar.
Avances tecnológicos y nuevos horizontes
La realización de este mosaico fue posible gracias a la combinación de herramientas avanzadas como la Advanced Camera for Surveys y la Wide Field Camera 3 del Hubble, que capturaron Andrómeda en longitudes de onda ultravioleta, visible e infrarrojo cercano. Este enfoque panchromático permitió a los astrónomos analizar detalles minuciosos de las estrellas y su distribución en el disco galáctico.
Sin Andrómeda como un indicador de las galaxias espirales en el universo en general, los astrónomos sabrían mucho menos sobre la estructura y evolución de nuestra propia Vía Láctea. Esto se debe a que estamos inmersos en el interior de la Vía Láctea.
Los datos recopilados también respaldarán futuros estudios con telescopios de nueva generación, como el telescopio espacial James Webb y el telescopio espacial Nancy Grace Roman. Este último, diseñado como una versión gran angular del Hubble, podrá capturar el equivalente a 100 imágenes de alta resolución en una sola exposición, ampliando significativamente el alcance de los estudios actuales.
La información obtenida sobre Andrómeda no solo contribuye a entender su evolución, sino que también ofrece un marco para estudiar otras galaxias espirales y su relación con la Vía Láctea. Al resolver las estrellas individuales de Andrómeda, los astrónomos pueden comparar directamente su estructura y dinámica con las de nuestra propia galaxia, algo que no es posible desde nuestra posición dentro de la Vía Láctea.
Además, este mosaico ofrece una ventana a cómo las galaxias evolucionan a lo largo del tiempo, incluidas las etapas de transición entre espirales activas y galaxias elípticas dominadas por estrellas envejecidas. Este tipo de investigación es esencial para comprender el destino a largo plazo de las galaxias y su papel en el contexto del universo en expansión.
Andrómeda y la Vía Láctea: Un encuentro futuro
Un aspecto intrigante de los estudios sobre Andrómeda es su futura colisión con la Vía Láctea, un evento que los astrónomos predicen ocurrirá dentro de unos 4.500 millones de años.
Este choque galáctico podría resultar en la fusión de ambas galaxias, formando una única estructura elíptica. Los datos del Hubble podrían proporcionar una base para modelar cómo se desarrollará este evento, así como su impacto en las estrellas y sistemas planetarios dentro de ambas galaxias.
El fotomosaico de Andrómeda marca un hito en la astronomía moderna, no solo por su escala y detalle, sino también por las preguntas que plantea sobre la evolución galáctica y el destino de los sistemas estelares. Mientras los telescopios de próxima generación amplían el horizonte de nuestra comprensión, Andrómeda seguirá siendo un objeto clave para explorar los misterios del universo.
Este logro no solo resalta la capacidad técnica del Hubble, sino que también abre nuevas vías para comprender la evolución y la estructura de las galaxias.