Científicos de la Universidad Médica de Guangxi, en China, desarrollaron un enfoque innovador para combatir el cáncer.
Al utilizar un virus modificado genéticamente, los investigadores, liderados por Yongxiang Zhao, “disfrazaron” tumores con características similares a órganos porcinos. Eso permitió que el sistema inmune identificara a los tumores como cuerpos extraños y produjera una respuesta contra ellos.
El método está inspirado en el rechazo inmunológico que ocurre en trasplantes de órganos de cerdo. Representa un avance prometedor en el desarrollo de las inmunoterapias y fue publicado en la revista Cell.
La investigación fue realizada por el inmunólogo Yongxiang Zhao y sus colaboradores de la Universidad Médica de Guangxi, China. Aunque aún faltan más investigaciones, con la intervención en desarrollo se busca aprovechar la respuesta inmune natural que ocurre cuando se trasplantan órganos de cerdo a humanos.
Inspiración en la medicina de trasplantes
El rechazo de órganos trasplantados representa uno de los desafíos más estudiados en el ámbito de la medicina. En particular, los órganos porcinos, considerados como posibles alternativas para paliar la escasez de donantes, suelen ser rechazados de forma inmediata.
Este rechazo ocurre porque los anticuerpos humanos reconocen los azúcares presentes en las células de los órganos porcinos como elementos extraños, desencadenando un ataque inmunológico rápido y contundente. Zhao y su equipo propusieron redirigir esta misma respuesta contra los tumores humanos.
El objetivo de la intervención en desarrollo consiste en engañar al sistema inmune para que identifique las células cancerosas como si fueran tejido porcino. De esta forma, el cuerpo activaría una respuesta inmunitaria agresiva contra los tumores, similar a la que desencadenaría ante un trasplante de cerdo.
Para implementar esta estrategia, el equipo de Zhao recurrió al virus de la enfermedad de Newcastle, conocido por causar mortalidad en aves pero inofensivo o apenas sintomático en humanos.
Este virus fue modificado para portar las instrucciones genéticas necesarias para producir una enzima llamada α-1,3-galactosiltransferasa. Esta enzima decora las células tumorales con los azúcares característicos de las células porcinas y facilita el reconocimiento por parte del sistema inmunológico humano.
El uso de un virus como portador no es un concepto nuevo. Sin embargo, Zhao adaptó esta tecnología a una aplicación completamente diferente y combinó principios de la virología oncolítica con lecciones de la medicina de trasplantes.
Los tratamientos previos con el virus de Newcastle no habían logrado desencadenar respuestas inmunitarias suficientemente fuertes para eliminar los tumores de manera efectiva.
Cuáles fueron los resultados obtenidos
El tratamiento mostró resultados prometedores en estudios con monos y humanos. En una primera etapa, se probó en monos cangrejeros (Macaca fascicularis) con cáncer de hígado.
Los animales que recibieron únicamente solución salina fallecieron, en promedio, a los cuatro meses de iniciado el estudio. Por otro lado, los monos tratados con el virus modificado sobrevivieron más de seis meses, lo que representó un aumento significativo en la esperanza de vida.
En la fase clínica, participaron 23 pacientes con distintos tipos de cáncer resistentes a los tratamientos convencionales, incluyendo cáncer de hígado, esófago, recto, ovarios, pulmón, mama, piel y cuello uterino.
Al cabo de dos años, cinco pacientes mostraron una estabilización del crecimiento tumoral, mientras que en otros dos se observó una reducción significativa del tamaño de los tumores, aunque estos no desaparecieron por completo.
Sin embargo, en algunos participantes, los tumores dejaron de crecer inicialmente, pero retomaron su expansión con el tiempo. Dos pacientes no obtuvieron beneficios, mientras que otros dos abandonaron el estudio antes de finalizar el primer año.
Según Zhao, la variabilidad en los resultados podría atribuirse al estado avanzado de la enfermedad en algunos participantes o a la velocidad relativamente lenta del tratamiento.
Brian Lichty, inmuno-oncólogo de la Universidad McMaster en Canadá, señaló que la amplitud de los beneficios observados en diferentes tipos de cáncer resulta inusual. “Quizás la respuesta inmunitaria desencadenada por una pequeña cantidad del virus modificado se perpetúa por sí misma, lo que explicaría su aplicabilidad en múltiples tipos de tumores”, afirmó en diálogo con la revista Nature.
A pesar del optimismo inicial, los investigadores reconocen la necesidad de realizar estudios adicionales en fases clínicas avanzadas para determinar la verdadera eficacia y seguridad del tratamiento.
Además, Zhao planea explorar combinaciones con otros tratamientos inmunológicos, como los inhibidores de puntos de control, que podrían potenciar la respuesta del sistema inmune.
El uso de un virus modificado plantea preguntas sobre su impacto ambiental. Masmudur Rahman, virólogo molecular de la Universidad Estatal de Arizona, advirtió que si los pacientes tratados liberan el virus en el entorno, podría infectar aves silvestres o de corral.
Aunque Zhao y su equipo no detectaron evidencia de esa liberación, Rahman sugiere modificar el virus para evitar riesgos potenciales.
Otro aspecto crítico será evaluar si la enzima que activa la respuesta inmunitaria podría también atacar tejidos sanos. “Los autores no han discutido esta posibilidad en profundidad”, destacó Rahman, pero Zhao asegura que esta será una de las prioridades en los próximos estudios.