En el Reino Unido, la coexistencia entre la autóctona ardilla roja (Sciurus vulgaris) y la invasora ardilla gris (Sciurus carolinensis) condujo a la primera al borde de la extinción. Con tan solo 140.000 ejemplares frente a los 2,5 millones de ardillas grises, la lucha por la supervivencia de las rojas alcanzó un punto crítico. Ante esta problemática, un grupo de investigadores apuesta por la inteligencia artificial como una herramienta clave para garantizar su conservación y el medio National Geographic de España, realizó un informe con especialistas.
Durante miles de años, la ardilla roja fue una especie representativa de los ecosistemas británicos. Mientras que la introducción de la ardilla gris, originaria de América del Norte, en el siglo XIX alteró profundamente el equilibrio natural. Este roedor invasor desplaza a las rojas de su hábitat, compite por recursos y actúa como portador del virus de la viruela de las ardillas, al cual las especies autóctonas no tienen inmunidad.
El impacto de esta invasión no se limita al número de ejemplares. Las ardillas grises modifican la composición de bosques locales al consumir semillas y dañar la corteza de los árboles, afectando indirectamente los recursos esenciales para las rojas. Como resultado, las únicas poblaciones viables de ardillas autóctonas se encuentran en áreas donde la presencia de grises es mínima o inexistente.
Desafíos en la conservación
La identificación precisa de las ardillas rojas representa un desafío crucial para los esfuerzos de conservación. Aunque su nombre sugiere una coloración distintiva, el pelaje de estas ardillas varía significativamente según la estación y la ubicación, presentando tonos que van desde el rojo hasta el negro. Esto complica su distinción con las ardillas grises, especialmente para el ojo humano no entrenado.
Cualquier estrategia de protección que no resuelva este problema está destinada al fracaso, como destacan los conservacionistas. La capacidad de diferenciar ambas especies es esencial para monitorear su distribución, implementar planes efectivos de reintroducción y alimentación que eviten interferencias con las ardillas invasoras.
Solución propuesta por la inteligencia artificial
Ante la complejidad que implica la conservación de las ardillas rojas, un equipo de investigadores del Reino Unido desarrolló una herramienta innovadora basada en inteligencia artificial (IA) llamada Squirrel Agent (Agente Ardilla). Este algoritmo permite identificar con una precisión del 97% las diferencias entre las ardillas rojas y las grises, lo que representa un avance significativo para los programas de conservación.
El sistema se basa en el análisis detallado de características anatómicas, como la forma de las orejas, la longitud de la cola y el tamaño del cuerpo, rasgos que resultan difíciles de distinguir para el ojo humano. Con respecto al desarrollo de esta tecnología, Emma McClenaghan, fundadora de la empresa Genesys Engine y responsable del proyecto, en diálogo con National Geographic, aseguró: “En lugar de basarse en una sola característica, la inteligencia artificial evalúa varias opciones para garantizar un diagnóstico preciso”. Este concepto modular asegura que el algoritmo se adapte a la complejidad de las diferencias físicas y contextuales de ambas especies.
El entrenamiento del algoritmo incluyó un extenso conjunto de datos compuesto por imágenes y videos de ardillas en diferentes hábitats y condiciones, lo cual optimizó su capacidad para evaluar con rapidez grandes volúmenes de información. Esto facilita la identificación de las especies en estado salvaje, y también proporciona información clave sobre las áreas donde es necesario intervenir, como la provisión de alimento o la gestión de hábitats críticos.
La precisión del algoritmo también es crucial para superar los obstáculos históricos en la conservación, ya que permite a los investigadores tomar decisiones informadas en tiempo real. McClenaghan destacó que el proyecto “cobró impulso cuando un cliente dedicado a labores de sostenibilidad reconoció su amplio potencial para las organizaciones benéficas dedicadas a la protección de la naturaleza”. Esta alianza entre tecnología y ecología podría marcar un hito en la forma en que se abordan las crisis de biodiversidad.
Perspectivas tecnológicas y científicas
La implementación del Squirrel Agent es una respuesta innovadora para la conservación de las ardillas rojas, además de un ejemplo del impacto que la inteligencia artificial puede tener en la resolución de problemas ambientales complejos. Este desarrollo se suma a una serie de aplicaciones científicas exitosas que muestran cómo la IA puede transformarse en un aliado indispensable para la investigación y la sostenibilidad.
Entre los avances más destacados, la inteligencia artificial fue utilizada para predecir desastres naturales y modelar la estructura tridimensional de proteínas, como lo logró el sistema AlphaFold, desarrollado por Google Mind. Estos casos ilustran la capacidad de la tecnología para procesar grandes cantidades de datos con una precisión y velocidad inalcanzables para los métodos convencionales.
En el caso del Squirrel Agent, su éxito radica en su diseño modular y en el riguroso entrenamiento con un amplio conjunto de datos, lo que le permite adaptarse a la variabilidad de las características de las ardillas en diferentes entornos. Este enfoque podría ser replicado para la identificación de otras especies en peligro, ampliando las posibilidades de monitoreo y conservación a nivel global.