A medida que el cambio climático altera los patrones climáticos globales, cultivos fundamentales como el de las manzanas enfrentan desafíos sin precedentes. Entre los problemas más apremiantes está el aumento de días cálidos, noches más suaves y olas de calor extremo, fenómenos que ya se han registrado en las principales regiones productoras de manzanas de Estados Unidos, como Washington, Michigan y Nueva York, según un estudio de la Washington State University. Estos cambios están generando floraciones tempranas, riesgos de daño por heladas tardías y un incremento en el número de frutas afectadas por quemaduras solares, comprometiendo tanto la calidad como la cantidad de la producción.
En este contexto, investigadores de Michigan han centrado su atención en un árbol local poco común, el Malus coronaria, conocido como manzano dulce silvestre, que podría ser una solución frente a la imprevisibilidad del clima. Con su capacidad para florecer varias semanas después que los manzanos comerciales, esta especie demuestra un mecanismo natural para evitar las heladas primaverales que suelen dañar las flores y comprometer la cosecha.
Malus coronaria: un recurso escondido en los bosques de Michigan
El Malus coronaria era una especie abundante en Michigan al punto de ser declarada flor oficial del estado en 1897. Sin embargo, como explica a AP Steve van Nocker, profesor y genetista de plantas en la Michigan State University, esta especie está en declive debido a la expansión urbana y la reducción de su hábitat natural. “Hoy, los estacionamientos y centros comerciales ocupan muchos de los lugares donde antes crecían estos árboles”, señaló el investigador. Además, los ejemplares sobrevivientes muestran poca capacidad de regeneración y producen frutos amargos y pequeños, de escaso valor comercial directo.
A pesar de ello, los científicos creen que el Malus coronaria alberga un potencial genético invaluable. La investigación liderada por van Nocker busca identificar los genes responsables de la floración tardía, con el objetivo de incorporarlos en variedades comerciales como Honeycrisp o Red Delicious. Este proceso implica cruzar el Malus coronaria con manzanos comerciales, una tarea que puede llevar décadas, ya que un árbol híbrido tarda entre cuatro y cinco años en producir frutos, y el mejoramiento genético requiere múltiples ciclos de cría.
Para garantizar que los recursos genéticos de esta especie no se pierdan, van Nocker ha enviado semillas al Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). Al mismo tiempo, mediante técnicas de injerto, los investigadores están propagando clones de Malus coronaria para estudiarlos en condiciones controladas. Aunque su uso no apunta a reemplazar las variedades comerciales, el objetivo es crear manzanos más resistentes al clima impredecible.
Soluciones tecnológicas y genéticas para un futuro incierto
Además del trabajo con Malus coronaria, otras iniciativas en diferentes partes del mundo buscan adaptar los huertos al cambio climático. En Europa y Corea del Sur, los agricultores están probando paneles solares en viñedos y huertos, que protegen los cultivos del granizo y los daños por el sol, además de permitir la entrada de luz y calor controlados. Según reveló a AP Jared Buono, director del Hudson Valley Research Lab de la Universidad de Cornell, esta tecnología no solo protege las frutas, sino que también optimiza el entorno de crecimiento, representando una doble ventaja para los productores.
En Estados Unidos, la Universidad de Maryland ha desarrollado una variedad de manzana tolerante al calor, mientras que en Penn State University se diseñó un vehículo no tripulado con un calefactor de propano que recorre los huertos, calentando los árboles para protegerlos de heladas tardías. Estas innovaciones tecnológicas se complementan con estudios sobre cómo optimizar la relación entre oferta y demanda en un mercado donde los cambios climáticos generan fluctuaciones significativas.
El impacto de las condiciones climáticas extremas ya es tangible. Una helada registrada el 18 de mayo de 2023 en Nueva York redujo la producción de manzanas en el estado en un 20%, subrayando la importancia de estrategias de mitigación para evitar pérdidas económicas y garantizar la sostenibilidad de la industria.
Adaptarse o desaparecer: el futuro de las manzanas en un clima cambiante
Las proyecciones actuales indican que si las tendencias climáticas continúan, regiones como Michigan podrían perder su capacidad para producir manzanas en el futuro. Esto hace que iniciativas como la mejora genética basada en Malus coronaria y las innovaciones tecnológicas sean cruciales para garantizar la supervivencia de este cultivo emblemático. “Es posible que en el futuro las manzanas no puedan ser producidas en Michigan”, advirtió van Nocker, enfatizando la necesidad de desarrollar variedades resistentes a las heladas y otros factores climáticos extremos.
A medida que los investigadores avanzan en este camino, queda claro que la combinación de conservación genética, tecnología innovadora y estrategias de adaptación será clave para enfrentar los desafíos que plantea el cambio climático. El Malus coronaria, escondido entre los bosques de Michigan, podría ser el héroe inesperado en esta batalla por proteger la fruta que hoy endulza las mesas de millones de personas en todo el mundo.