En las profundidades de la cueva Ségognole 3, situada en el valle del río École, al sur de París, un grupo de científicos ha encontrado lo que podría ser el mapa tridimensional más antiguo conocido de la humanidad. Este descubrimiento revela grabados en el suelo que parecen representar características geográficas del valle circundante. Según los investigadores, estas tallas, realizadas por cazadores-recolectores del Paleolítico hace más de 20.000 años, podrían ser un modelo a escala diseñado deliberadamente, con posibles multas prácticas y espirituales.
Un estudio publicado recientemente en el Oxford Journal of Archaeology plantea que los motivos grabados no son simplemente decorativos, sino una representación tridimensional del entorno local. “El suelo grabado no es exactamente un mapa, sino más bien un modelo en miniatura del paisaje circundante, potencialmente un modelo tridimensional pionero en el mundo de un territorio paleolítico”, escribieron los investigadores.
Si esta hipótesis se confirma, este hallazgo ampliará significativamente la comprensión de las capacidades cognitivas y sociales de las comunidades paleolíticas.
Interpretación histórica y cultural del hallazgo
La creación de este posible mapa tridimensional coincide con un período del Paleolítico superior, caracterizado por un aumento en la complejidad de las expresiones artísticas y culturales. Los cazadores-recolectores que habitaban la región hace más de 20.000 años habrían desarrollado un conocimiento profundo del entorno que los rodeaba. Esto les permitió no solo adaptarse a las condiciones climáticas y geográficas, sino también interpretar y plasmar ese entorno en forma de grabados que podrían haber sido utilizados tanto para navegar como para rituales espirituales.
El acto de representar el territorio en un modelo tridimensional sugiere un avance notable en la capacidad de abstracción y planificación. En un contexto donde las condiciones ambientales eran extremadamente desafiantes, estas herramientas habrían sido esenciales para la supervivencia.
La hipótesis de que este mapa pudo haber servido como una guía para comprender el impacto de la lluvia y otras condiciones climáticas refuerza la idea de que las comunidades paleolíticas no solo respondían al entorno, sino que también lo anticipaban y lo representaban simbólicamente.
Características específicas de los grabados y su relación con el paisaje
Uno de los aspectos más llamativos del hallazgo son las similitudes entre los grabados del suelo y las características geográficas del valle del río École. Los investigadores observaron cómo las líneas grabadas representaban vías fluviales, colinas y depresiones que coinciden con el paisaje circundante.
Además, el flujo de agua a través de los grabados en la cueva replicaba el comportamiento del agua en el exterior, sugiriendo que estos grabados podrían haber sido utilizados para predecir patrones de lluvia y sus efectos en el terreno.
El equipo científico destacó cómo estas líneas estaban organizadas de manera deliberada, lo que evidencia un propósito definido detrás de su creación. Los grabados no solo reflejan el entorno natural, sino que también parecen haber sido adaptados a las características del suelo de la cueva, específicamente la piedra arenisca del refugio. Esta integración de las características naturales del entorno con la intervención humana demuestra una relación profunda y compleja entre los habitantes de la época y su paisaje.
Importancia cognitiva y espiritual de los grabados
El descubrimiento en Ségognole 3 no solo tiene implicaciones prácticas, sino también espirituales. Entre los grabados, se encontraron símbolos que representan el sistema reproductor femenino, incluidos motivos en forma de vulva, además de arte rupestre de animales como caballos. Estas representaciones sugieren que pudo haber sido una cueva de importancia ceremonial, donde se entrelazaban la vida cotidiana, la espiritualidad y el entorno natural.
Los investigadores señalan que las características geomorfológicas del refugio proporcionarán “una disposición apropiada para imprimir esta representación fragmentada de la feminidad, un tema que muestra una clara importancia durante el Paleolítico superior”. Esto indica que el mapa tridimensional no era únicamente una herramienta práctica, sino que también formaba parte de un sistema de creencias y rituales.
Este aspecto espiritual del hallazgo pone de manifiesto la capacidad de las sociedades paleolíticas para atribuir significados simbólicos a su entorno, conectando el mundo físico con lo intangible. Las representaciones de animales y símbolos femeninos también podrían haber tenido un papel en la transmisión de conocimientos y tradiciones, lo que subraya la función educativa de este modelo tridimensional.