
Los peces ciegos de las cavernas (Astyanax mexicanus) han asombrado a la comunidad científica por su capacidad para sobrevivir casi sin dormir, un fenómeno que desafía las concepciones tradicionales sobre la necesidad del sueño en los animales. El comportamiento de este animal fue documentado por primera vez por el neurocientífico Alex Keene, de la Universidad Texas A&M, quien observó que estas criaturas, originarias de sistemas de cuevas en México, apenas dormían, e incluso algunas no dormían en absoluto.
Según explicó Keene en diálogo con New Scientist, este descubrimiento inicial planteó preguntas fundamentales sobre las razones evolutivas detrás de esta peculiaridad. Más de una década después, sus investigaciones, realizadas en colaboración con científicos mexicanos, han aportado datos reveladores sobre este fenómeno, publicados en la revista científica eLife.
Para comprobar que la falta de sueño no era un artefacto de las condiciones de laboratorio, el equipo de Keene analizó el comportamiento de peces capturados en cuevas salvajes. Estos fueron comparados con peces de superficie y formas intermedias en un entorno controlado en redes colocadas dentro de las mismas cuevas. Los resultados indicaron que, mientras las poblaciones de superficie dormían entre tres y seis horas al día, los peces ciegos apenas llegaban a dormir dos horas.

Estos datos confirmaron que la privación de sueño es un rasgo natural en las poblaciones subterráneas y no una reacción a condiciones artificiales. Además, según el estudio, esta adaptación parece haber surgido de manera independiente al menos tres veces, un caso notable de convergencia evolutiva, que resalta la influencia del entorno en la evolución de estas especies.
Entre los factores que explican este comportamiento, el equipo identificó un neuropeptido llamado hipocretina, también conocido como HCRT, como clave en la regulación del sueño en los peces. Según el mismo estudio publicado en eLife, las poblaciones de peces ciegos presentaron niveles más altos de hipocretina en comparación con las de superficie.
Además, los peces de las cavernas tenían un mayor número de receptores para este compuesto en sus sistemas nerviosos, lo que sugiere una sensibilidad elevada a sus efectos. En el experimento, los investigadores administraron un fármaco que bloquea la actividad de la hipocretina a ambas poblaciones. En los peces ciegos, el fármaco indujo un sueño profundo, similar al causado por somníferos en humanos, mientras que en los peces de superficie no se observó ningún cambio importante.

Además del papel de la hipocretina, existen otras hipótesis sobre la falta de sueño en los peces ciegos. Según detalló Keene en el mismo estudio, publicado en eLife, una posible explicación es que estos peces necesitan mantenerse en constante movimiento para buscar alimento en los ambientes de cuevas, donde los recursos son extremadamente limitados. Otra teoría plantea que la sensibilidad extrema de las líneas laterales, estructuras en su cuerpo que detectan vibraciones en el agua, podría interferir con los mecanismos normales del sueño.
Por otra parte, un estudio liderado por un equipo de la Universidad de Lund en Suecia y publicado en Science Advance exploró cómo los costos metabólicos influyen en la biología de estos peces. Según este trabajo, los peces ciegos han reducido el tamaño de sus ojos y sistemas visuales, lo que les permite ahorrar una cantidad considerable de energía en comparación con sus contrapartes de superficie.
Este ahorro energético es crucial en los ecosistemas de las cuevas, donde la comida es escasa. Según los investigadores, el costo de mantener el cerebro y los ojos en los peces de superficie representa aproximadamente un 23 % del metabolismo en reposo, mientras que en los peces ciegos esta cifra desciende al 10 %. La pérdida del sistema visual no solo reduce los costos metabólicos, sino que también está vinculada con un aumento de otras capacidades sensoriales adaptadas al entorno oscuro.

Sin embargo, a pesar de estos avances, quedan muchas preguntas abiertas. Según la revista New Scientist, algunos científicos especulan que los peces ciegos podrían experimentar microepisodios de sueño mientras nadan, similar a lo que ocurre en aves migratorias o mamíferos marinos, aunque esta hipótesis aún no ha sido comprobada. Además, el equipo de Keene planea investigar si las otras 29 poblaciones de peces ciegos identificadas han desarrollado adaptaciones similares para reducir la necesidad de sueño, pero mediante mecanismos genéticamente distintos. También buscan explorar cómo factores como la alimentación y los estímulos sensoriales podrían influir en los patrones de sueño de estas especies.
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