
En el Renacimiento, Leonardo Da Vinci desarrollaba su vida entre pinturas como La Gioconda o La última Cena y sus trabajos sobre anatomía y botánica, entre otras disciplinas, y sus inventos. Después la ciencia y las artes pasaron a considerarse como excluyentes. Sin embargo, ahora hay personas que son artistas y científicos o científicas simultáneamente y han podido diluir los límites. La argentina Patricia Saragüeta es una de ellas.
“Empecé escribiendo poesía a los 9 años y me he dedicado a llevar a cabo diferentes obras como artista conceptual durante estos últimos años. También siempre me ha interesado la ciencia como generadora de conocimientos”, afirmó Saragüeta, en una entrevista con Infobae.
Es licenciada y doctora en química e investigadora en ciencias médicas del Conicet en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME), y estará en Europa para exhibir su nueva obra, que considera un “útero colaborativo”.

Con sus conocimientos y experiencias, ya produjo originales instalaciones artísticas que homenajean al Premio Nobel de Medicina argentino Bernardo Houssay y a su discípulo, Eduardo Charreau. Consiguió decodificar el genoma del yaguareté con colegas de Brasil, Estados Unidos, Rusia, Irlanda, Portugal, y España y lo publicó en la prestigiosa revista Science Advances.
Semanas atrás, le sumó el genoma de la vizcacha, la especie de roedor que habita desde el sur de Bolivia y Paraguay hasta Patagonia norte en la Argentina.
Saragüeta estará entonces los próximos días en Europa. Será para presentar la obra sobre el “útero colaborativo” en el Festival Ars Electrónica, en Linz, Austria. La hizo con la artista inglesa Charlotte Jarvis. Se trata de una obra provocadora en el marco de un festival internacional que invita a un viaje “entre la verdad, la realidad y la configuración del futuro”.

La obra fue elaborada en diferentes etapas. Saragüeta y Jarvis cultivaron un “útero” a partir de la sangre menstrual de varias mujeres, personas trans y no binarias. Diseñaron un cáliz de cristal para las células endometriales. El año pasado también habían realizado una especie de “peregrinación” a Tierra del Fuego con células y material biológico.
Tras trabajar en el laboratorio con las donaciones de células y hacer el viaje al “fin del mundo”, Saragüeta y Jarvis montarán la instalación en Ars Electrónica 2023. Se incluirá también un poema de Saragüeta, video y música. Todo se hizo con un subsidio de un programa de la Unión Europea y la instalación se llama “Organ of Radical Care: Una Matriz Colaborativa”.
“Me gusta hacer obras que inviten a reflexionar. En el caso de la instalación con el útero colaborativo, nos interesa alentar la reflexión sobre la reproducción y despatriarcalizar. Sacarle la propiedad individual y que pensemos de quiénes son las células. Es también un debate bioético”, sostuvo la doctora y artista, quien también es docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, en el diálogo con Infobae.

Esa instalación artística -que también se exhibirá en Finlandia y Croacia pronto- tiene relación con un hallazgo que hizo Saragüeta el año pasado. Tanto en la obra de arte como en su investigación se usaron células de cáncer de endometrio que se conocen como “Ishikawa”
Esas células proceden de una mujer japonesa de 39 años que presentaba tuvo un tumor en el endometrio. Se generó una línea celular que se ha utilizado como modelo de cáncer de endometrio en laboratorios de todo el mundo y ayudó a que se hagan más de 500 publicaciones.
El trabajo publicado en 2022 en la revista e-Life consistió en caracterizar la expresión génica en el cáncer de endometrio. Saragüeta contó con la colaboración de investigadores de la Fundación Instituto de Tecnologías Nucleares para la Salud (Intecnus) en Bariloche, del Conicet en Córdoba y del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, España. Identificaron cuáles son las regiones desreguladas asociadas en tumores del endometrio.

Ahora sumó el primer genoma ensamblado de cromosoma a cromosoma de la vizcacha, que es un mamífero autóctono. Se llevó a cabo como parte del consorcio internacional DNAZoo, dirigido por investigadores miembros del College of Medicine, Texas, Estados Unidos, que busca crear una base de datos de genomas animales.
El estudio se hizo a partir de una muestra de una hembra adulta de vizcacha de la llanura pampeana, que fue proporcionada por investigadores del Conicet en el Centro de Estudios Biomédicos Básicos, Aplicados y Desarrollo (CEBBAD) de la Universidad Maimónides. Los resultados podrían ser aplicados como herramientas en paleontología y arqueología.
Saragüeta tuvo como mentoras a Joan Jonas, pionera en el arte de performance y video estadounidense y a la argentina Diana Bellesi en poesía. Sus referentes intelectuales son las estadounidenses Donna Haraway y Ursula LeGuin, y a la filósofa de la ciencia belga Vinciane Despret. Sabe que “el arte no sólo conmueve sino que también incomoda”.

En su instalación sobre Houssay, la investigadora y otros artistas intentaron dar cuenta de aspectos desconocidos de su personalidad. Contaron con apoyo de la Fundación Williams, la Fundación IBYME, y el Conicet.
“Predominaba la imagen de severidad y recubierto de bronce de Houssay. A mí me interesaba investigar su conexión con lo experimental, qué le llamaba la atención, cómo escribía. Usé los muebles usados por Houssay e incluí fotos en tres edades, cuando era niño, adulto y persona mayor. Me interesaba rescatar el niño que había en Houssay y cómo fue plasmando su curiosidad”, comentó.
Hay sutiles coincidencias entre ciencias y arte, según Saragüeta: “La ciencia es objeto del arte contemporáneo. Hoy ya no se puede considerar que la ciencia está por un lado y el arte va por otro camino. Por ejemplo, si se hace workshop sobre el problema del cambio climático, se debe considerar lo transdisciplinario. Es necesario el cruce para poner en valor el papel de la generación de conocimientos y mejorar este mundo en crisis que habitamos hoy”.
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