La empresa estatal Unión Eléctrica (UNE) anunció que este jueves se prevén apagones generalizados en Cuba, con una afectación que podría alcanzar casi el 56% del territorio nacional durante el horario de mayor demanda eléctrica, en la tarde y la noche.
La magnitud del déficit energético responde a una combinación de averías en las centrales termoeléctricas y la escasez de combustible, lo que ha llevado a la compañía a anticipar una jornada marcada por cortes de electricidad en más de la mitad del país.
Según las proyecciones de la UNE, la capacidad de generación disponible para el horario pico será de 1.530 megavatios (MW), frente a una demanda máxima estimada de 3.400 MW.
Esto implica un déficit de 1.870 MW, mientras que la afectación real —la cantidad de energía que se dejará de suministrar— podría llegar a 1.900 MW. Estas cifras reflejan la gravedad de la situación y el alcance de los apagones previstos.
Las causas de esta crisis energética se encuentran tanto en el deterioro de la infraestructura como en las limitaciones económicas. Siete de las 16 unidades de producción termoeléctrica del país permanecen fuera de servicio debido a averías o trabajos de mantenimiento.

Estas plantas, que deberían aportar el 40% de la matriz energética nacional, no pueden operar a plena capacidad. A esto se suma la paralización de 91 centrales de generación distribuida, que funcionan con motores, por falta de combustible —principalmente diésel y fueloil—, y cerca de una decena más están detenidas por ausencia de lubricante. Esta fuente de energía también representa otro 40% del mix energético cubano, lo que agrava el déficit cuando no está disponible.
El estado actual de la infraestructura eléctrica evidencia años de explotación y una falta sostenida de inversión. La dependencia de equipos envejecidos y la imposibilidad de importar los insumos necesarios por falta de divisas han dejado al sistema en una situación crítica.
La generación distribuida, que podría aliviar la presión sobre las termoeléctricas, se encuentra prácticamente paralizada por la escasez de recursos.
El contexto de la crisis energética en Cuba tiene raíces profundas. Desde 1959, el sector eléctrico ha estado bajo control estatal, y expertos independientes atribuyen la situación actual a una infrafinanciación crónica.
Las consecuencias de los apagones trascienden el ámbito técnico y afectan de manera directa a la vida cotidiana y la economía del país. En los últimos cinco años, la economía cubana ha experimentado una contracción del 11%, y las previsiones para el cierre del presente ejercicio también son negativas.
Los cortes de electricidad han impactado en la producción, los servicios y el bienestar de la población, generando un clima de malestar social. En este escenario, los apagones han sido un factor clave en la aparición de protestas y expresiones de descontento social en los últimos años.
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