Mientras funcionarios y activistas se reúnen en la ciudad brasileña de Belém para las conversaciones climáticas COP30 de las Naciones Unidas, la ciudad de Soure, al otro lado del agua en la isla de Marajó, presenta un modo inusual de transporte sostenible: los búfalos.
Introducidos por primera vez desde Asia en el siglo XIX, los búfalos de agua se adaptaron fácilmente a los pantanos de la isla y ahora estos animales deambulan por las calles, siendo fundamentales para la agricultura local e incluso formando parte del cuerpo de Policía.
Su carne y leche son productos básicos de la gastronomía local y alcanzan precios elevados en todo Brasil.

Los búfalos se han convertido en un símbolo de la cultura y la resiliencia locales, definiendo la identidad, la economía y el atractivo turístico de Soure.
La isla de Marajó, ubicada en el estado de Pará, al norte de Brasil, mantiene una relación singular entre sus habitantes y el entorno, reflejada en la presencia del rebaño de búfalos. Estos animales representan no solo un pilar económico, sino que también configuran la vida diaria de los residentes.
Situada en el extremo norte de Pará, entre la desembocadura del río Amazonas y el océano Atlántico, la isla alberga uno de los rebaños de búfalos más grandes de Brasil, con unas 600.000 cabezas de ganado, cerca del 40% del total nacional, según datos oficiales.
Adaptados al paisaje inundable de Marajó, los búfalos cumplen funciones clave: participan en la producción de carne, leche, queso y dulces; su cuero y cuernos alimentan la artesanía local; y hasta integran la seguridad pública.

En Soure, ciudad principal de la isla, la Policía montada patrulla en búfalo, una imagen que se considera emblemática del lugar.
Cada animal pesa aproximadamente 590 kilos y puede transitar por zonas anegadas gracias a su fuerza. En un territorio atravesado por ríos y áreas de difícil acceso, el búfalo se convierte muchas veces en un medio de transporte fundamental.
El vaquero Carlos Augusto Gouvea, conocido como Tonga, propietario de la hacienda Mironga desde hace casi 50 años, compartió hace unos meses con la agencia Xinhua su experiencia y definió a los búfalos como "muy sensibles e inteligentes“.
La hacienda Mironga es identificada como un espacio de referencia en turismo de experiencia y sostenibilidad, dedicada por completo a la cría de búfalos y a la elaboración de queso a partir de la leche del animal.

“Aquí en Soure se puede ver a la Policía montada en búfalo, la recogida selectiva de residuos en búfalo, e incluso participando en el programa de alimentación escolar. Es muy amigable”, describió Tonga.
El valor de estos animales se incrementó con el tiempo y cesaron actividades como los safaris de caza promovidos en el pasado. Además de su aporte económico, hoy se los emplea en terapias para personas con discapacidad o autismo, aprovechando su temperamento dócil.
La leche de búfalo destaca por su alto contenido de vitaminas y es señalada por especialistas como favorable para la prevención de enfermedades cardiovasculares.
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