Por qué Ecuador le volvió a decir no a Rafael Correa

Los analistas coinciden en que los errores de campaña, las contradicciones internas y el peso del expresidente impidieron que Luisa González lograra sumar nuevos apoyos. La mayoría del electorado apostó por un nuevo liderazgo

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Simpatizantes del presidente de Ecuador
Simpatizantes del presidente de Ecuador Daniel Noboa celebran cuando el consejo electoral dice que Noboa ha ganado las elecciones presidenciales, en Quito, Ecuador. 13 de abril de 2025. REUTERS/Daniel Becerril

Ecuador volvió a cerrar la puerta a Rafael Correa. La segunda vuelta presidencial del 13 de abril de 2025, en la que Daniel Noboa obtuvo la reelección, marcó otro revés para el correísmo, que presentó como candidata a Luisa González.

Pese a haber alcanzado un poco más de 44% de votos en ambas vueltas y a pesar de contar con el respaldo del expresidente Correa y de una amplia coalición política, la Revolución Ciudadana no logró sumar los apoyos necesarios para conquistar el electorado más allá de su base tradicional y esta vez perdió con 11 puntos de diferencia. Esta es la tercera derrota consecutiva del correísmo y la más rotunda desde que Correa dejó el poder en el 2017.

El rechazo al correísmo se convirtió nuevamente en un factor decisivo en las urnas. De acuerdo con el análisis de Gabriela Panchana Briones, consultora política, la jornada electoral reveló una activación importante de votantes que no participaron en la primera vuelta, incluidos adultos mayores y migrantes.

Muchos de ellos acudieron convocados por campañas ciudadanas en redes sociales o por la narrativa de “defender la democracia”. Panchana también señala que el voto en el exterior fue ampliamente favorable a Noboa, lo que amplificó su ventaja y reflejó una desconfianza hacia el modelo político asociado a Correa.

Entre los factores identificados por la consultora como responsables del fracaso del correísmo están los errores discursivos durante la campaña, el desgaste de la figura de Correa como referente político, las contradicciones internas de la Revolución Ciudadana y la falta de identidad propia de la candidata.

En un listado que publicó en su cuenta de X, Panchana recordó que González cometió varios tropiezos estratégicos, como hablar de una dolarización “a la ecuatoriana”, proponer reconocer al régimen de Nicolás Maduro para deportar a venezolanos y respaldar iniciativas legislativas que afectaban la libertad de culto. Todo ello erosionó la posibilidad de ampliar su electorado.

La candidata presidencial ecuatoriana Luisa
La candidata presidencial ecuatoriana Luisa González observa mientras se dirige a sus partidarios durante las elecciones presidenciales en Quito, Ecuador, el 13 de abril de 2025. REUTERS/Karen Toro

El politólogo Giuseppe Cabrera, en conversación con Infobae, coincide en que la derrota no solo debe leerse como una victoria del anticorreísmo, sino como el surgimiento de un nuevo actor político que ha desplazado tanto al correísmo como a otras fuerzas tradicionales: el “noboísmo”.

Cabrera lo describe como una identidad populista, con fuerte componente aspiracional, que se construye en oposición al “viejo Ecuador” y que conecta con un votante conservador, cansado de la polarización. Según Cabrera, Noboa encarna una imagen exitosa, joven, atlética, familiar y moderna, lo que se traduce en una identidad que ilusiona más que la de sus predecesores, incluidos Guillermo Lasso o Lenín Moreno.

Cabrera advierte que uno de los grandes problemas del correísmo fue apostar por una candidata que no logró consolidar un liderazgo propio. “Luisa González no tiene una personalidad política diferenciada de Correa. No genera ilusión ni siquiera dentro de su propio partido”, explicó.

En su análisis destaca que figuras clave del correísmo no lograron cohesionar el discurso ni ofrecer propuestas concretas para los sectores desencantados. Según el politólogo, “el error de fondo fue subestimar la necesidad de presentar a alguien con identidad propia, que conecte con el momento político actual”.

Otro aspecto clave señalado por ambos analistas es la gestión de la narrativa electoral. En el correísmo abundaron mensajes conservadores y contradictorios: propuestas como los “gestores de paz”, que fueron rápidamente interpretadas como una posible importación del modelo venezolano, reforzaron los temores del electorado moderado. La sobreexposición en redes sociales, con propaganda negativa constante, también saturó al votante, mientras que los errores no forzados, como entrevistas mal manejadas o defensas tibias ante denuncias de corrupción, fueron ampliamente viralizados.

El reelecto presidente de Ecuador,
El reelecto presidente de Ecuador, Daniel Noboa, al hablar este domingo, 13 de abril, tras ganar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, junto a su esposa, Lavinia Valbonesi (i) y su madre, Annabella Azín Arce, en Olón (Ecuador). EFE/Carlos Durán

Para Panchana, otro punto crítico fue la fragmentación del respaldo político en torno a González. Si bien logró un acuerdo programático con Pachakutik, el coordinador Guillermo Churuchumbi fue apenas visible en la campaña, y líderes como Leonidas Iza no aportaron movilización relevante. El resultado, según la consultora, fue una alianza amplia pero débil, que no se tradujo en votos nuevos. Además, las voces críticas internas que se expresaron durante la campaña dejaron en evidencia una organización dividida y sin renovación.

En cambio, Noboa logró capitalizar un electorado transversal que, sin identificarse necesariamente con su proyecto político, votó en contra del retorno del correísmo. El símbolo de su campaña, con la figura de su esposa Lavinia Valbonesi como complemento visual y emocional, permitió conectar con un sector que demandaba un liderazgo moderno y confiable. A esto se sumaron decisiones estratégicas acertadas, como el pedido al CNE de prohibir la fotografía del voto, lo que, según los analistas, permitió que el “voto oculto” a favor de Noboa se exprese libremente.

En esta elección, más que consolidar un proyecto ideológico, los ecuatorianos optaron por una alternativa que ofreciera estabilidad, apertura al cambio y una distancia clara del pasado reciente. Aunque el resultado final reflejó un margen estrecho, la diferencia fue clara. La Revolución Ciudadana volvió a tropezar con su propio techo electoral y, esta vez, incluso con su candidata más votada de los últimos años.