
En los manglares de Bunche, Salima y la Reserva Marina Galera San Francisco, en la provincia ecuatoriana de Esmeraldas, más de 90 mujeres han asumido un rol central en la defensa del ecosistema y en la transformación de la economía local. A través del proyecto “Mujeres liderando por los manglares”, impulsado por Ayuda en Acción con el financiamiento de la Generalitat Valenciana y el apoyo de la organización local CEFODI, estas mujeres han sido protagonistas en la protección ambiental y la lucha contra el cambio climático.
El proyecto ha beneficiado a más de 2.000 personas y ha supuesto una inversión superior a los 470.000 euros. Se ha logrado fortalecer el control y la vigilancia de más de 265 hectáreas de manglar, reforestar cinco hectáreas y movilizar a 1.500 estudiantes para limpiar 70 hectáreas de playas y zonas de manglar. Uno de los logros más destacados es la realización de la primera investigación sobre carbono azul en Ecuador, cuyos resultados reflejan que los manglares de Salima presentan una mayor capacidad de almacenamiento de carbono debido a su mejor conservación, en contraste con los de Bunche, afectados por la actividad camaronera.
Además de la conservación ambiental, el proyecto ha tenido un fuerte componente de producción sostenible. Más de 50 pescadores fueron capacitados en buenas prácticas de manufactura, se construyeron dos piscinas para la crianza de pez chame y se mejoraron dos centros de acopio. Asimismo, se implementó un sistema de trazabilidad con blockchain para garantizar el origen sostenible de los productos marinos y se diseñó una estrategia comercial para impulsar a la Red Mangle.

Pero es en el componente social y de género donde se observa una transformación más profunda. Las mujeres de estas comunidades no solo han sido capacitadas para la incidencia política y la gestión ambiental, sino que también han liderado procesos de cambio cultural. Se realizaron estudios de brechas de género, talleres sobre nuevas masculinidades y campañas por la equidad, fortaleciendo así su participación en espacios comunitarios y familiares. Se promovieron al menos diez campañas de equidad de género, y 20 funcionarios públicos también fueron formados para contribuir a una sociedad más justa.
Las acciones ejecutadas han fortalecido la resiliencia comunitaria ante el cambio climático, demostrando que el desarrollo sostenible es posible cuando se articula la conservación ambiental con la equidad y la organización social. La experiencia vivida en Esmeraldas ofrece un modelo replicable para otras zonas costeras del país que enfrentan presiones similares por actividades extractivas y el abandono institucional.
<b>Otra Esmeraldas también es posible: iniciativa cívica frente al desastre ambiental</b>
En paralelo a estos esfuerzos institucionales, la sociedad civil organizada también ha reaccionado frente a las más recientes crisis que enfrenta la provincia de Esmeraldas. Dariel Arboleda, líder y fundador del frente Esmeraldas se Transforma y actual representante de la Alianza por Esmeraldas, impulsa una campaña humanitaria tras el derrame petrolero que ha dejado a su paso ríos muertos, de acuerdo con investigadores académicos, y alrededor de 15.000 personas afectadas, según cifras oficiales de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos.

Esta nueva emergencia ambiental motivó la reactivación del liderazgo juvenil y universitario. Arboleda articuló una red de voluntarios compuesta por estudiantes de universidades como la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), la Universidad Católica y otras instituciones agrupadas en la Federación de Estudiantes Universitarios Particulares del Ecuador (FUP). Su meta: recolectar donaciones, armar kits de alimentos y medicamentos, y realizar brigadas médicas para las comunidades más afectadas por la contaminación de los ríos.
A través de cinco centros de acopio y dos puntos adicionales en domicilios particulares, la iniciativa ha buscado movilizar a la ciudadanía con un llamado urgente a la solidaridad. “La gente donó la primera semana, pero hoy por hoy es cuando más lo necesitamos”, dijo Arboleda a Infobae. La respuesta, sin embargo, no ha sido proporcional a la magnitud de la catástrofe, que ha escalado a nivel 4, es decir, un desastre que supera la capacidad de respuesta provincial y requiere intervención estatal.
La propuesta de Arboleda no es nueva. En el pasado, lideró donaciones durante los aluviones en la provincia y organizó agasajos navideños para más de 1.500 niños. Su trabajo con Esmeraldas se Transforma se ha enfocado en responder a las crisis desde la ciudadanía, en un territorio históricamente golpeado por la pobreza, la violencia y el olvido institucional. Ahora, con la Alianza por Esmeraldas, su apuesta es sumar fuerzas para que la provincia deje de ser vista únicamente como un lugar de catástrofes y empiece a ser reconocida por su capacidad de resistencia, organización y esperanza.