
Ecuador recibió el 27 de marzo de 2025 una nueva muestra de cooperación internacional destinada a fortalecer su sistema de seguridad ciudadana. Japón formalizó la donación de 500 millones de yenes, equivalentes a aproximadamente USD 3,3 millones, que serán utilizados para adquirir vehículos de patrullaje para el Ministerio del Interior y la Policía Nacional. Esta contribución se enmarca dentro del Programa de Desarrollo Económico y Social impulsado por la cooperación japonesa, y refleja la continuidad de una relación bilateral que cumple ya 107 años.
La ministra de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana, Gabriela Sommerfeld, subrayó que este nuevo apoyo constituye una señal clara de confianza en el esfuerzo que lidera el presidente Daniel Noboa para devolver la tranquilidad a los ciudadanos. Sommerfeld enfatizó que la inseguridad es un desafío global que requiere respuestas coordinadas y respaldo internacional, por lo que el fortalecimiento de la cooperación bilateral con Japón cobra una relevancia estratégica. “El apoyo del gobierno de Japón es una señal de confianza en el esfuerzo que lidera el gobierno del presidente Daniel Noboa”, sostuvo.
El ministro del Interior, John Reimberg, coincidió en que la cooperación en materia de seguridad refleja la necesidad de un esfuerzo conjunto para enfrentar la criminalidad y la violencia que golpean a la sociedad ecuatoriana. Según afirmó, los recursos destinados a la adquisición de vehículos serán una herramienta esencial para mejorar los operativos de patrullaje.

La inseguridad es actualmente uno de los principales problemas que enfrenta Ecuador. En los últimos años, el país ha sido testigo de un alarmante incremento en los niveles de violencia, atribuido en gran medida a la penetración del crimen organizado transnacional. La tasa de homicidios se ha disparado y los enfrentamientos entre bandas delictivas se han extendido más allá de las cárceles, llegando a zonas urbanas y rurales. La presencia de grupos criminales con vínculos con carteles internacionales, como los de México y Colombia, ha derivado en un aumento de la violencia armada, con masacres carcelarias, asesinatos selectivos, secuestros y extorsiones, además de otros delitos que han afectado gravemente la vida cotidiana de los ciudadanos.
Las cárceles se han convertido en centros de operación del crimen organizado, mientras que la población vive con temor constante. Esta situación ha desbordado la capacidad del Estado. Las autoridades han indicado que el apoyo de la comunidad internacional y sus socios son claves para combatir a esta amenaza que ha derivado en que Ecuador sea el punto clave para el tráfico de droga a gran escala para el mercado internacional.
En este contexto, la cooperación internacional adquiere una importancia fundamental. El respaldo de Japón llega en un momento crítico, cuando el gobierno ecuatoriano ha declarado un estado de excepción en varias provincias y ha desplegado operativos conjuntos entre la policía y las Fuerzas Armadas para retomar el control de los centros penitenciarios y las calles.

Por su parte, el embajador de Japón en Ecuador, Keiichiro Morishita, resaltó que la seguridad es un componente esencial para el desarrollo sostenible y la prosperidad de cualquier sociedad. Señaló que con esta contribución, Japón busca apoyar los esfuerzos del gobierno ecuatoriano “en la creación de un entorno más seguro y pacífico” para los ciudadanos.
La violencia en Ecuador ha crecido en paralelo al desempleo, la falta de oportunidades y el debilitamiento del tejido social, especialmente en los sectores más pobres. La juventud, sin acceso a educación ni empleo digno, es fácilmente reclutada por redes delictivas que ofrecen dinero rápido a cambio de lealtad. La expansión del microtráfico y las extorsiones ha golpeado duramente a comerciantes, transportistas y familias.
Esta donación se suma a los aportes realizados previamente por Japón. Desde 2024, la cooperación japonesa ha permitido la adquisición de embarcaciones para reforzar la lucha contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada en las Islas Galápagos. Esa donación ascendió a USD 3,6 millones y forma parte de los esfuerzos de protección del ecosistema marino y de la soberanía marítima del país.