En los últimos 25 años, Ecuador ha perdido más del 40 % de la superficie de sus glaciares, una cifra preocupante que refleja con claridad el impacto del cambio climático global sobre ecosistemas vulnerables. La cordillera de los Andes, que atraviesa el territorio ecuatoriano, alberga algunos de los últimos glaciares tropicales del mundo.
Estas formaciones de hielo se ubican a más de 4.800 metros sobre el nivel del mar, en volcanes emblemáticos como el Chimborazo, Cotopaxi, Cayambe y Antisana, conocidos internacionalmente por sus paisajes únicos y su relevancia cultural y ecológica.
Pese a estar en plena línea ecuatorial, la existencia de estos glaciares se explica por la altitud excepcional de estas cumbres andinas. Ecuador, reconocido mundialmente por sus islas Galápagos y su biodiversidad amazónica, posee además esta particularidad climática: masas de hielo permanente en zonas tropicales. Sin embargo, este singular patrimonio natural está desapareciendo aceleradamente, fenómeno que ha sido documentado recientemente por MapBiomas Ecuador, proyecto científico que mediante tecnología satelital confirmó que entre 1985 y 2023 la cobertura glaciar se redujo de 8.545 hectáreas a 5.851 hectáreas, lo que representa una disminución del 35,4 %. Esta cifra, actualizada a 2025 según datos del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE), ya supera el 40 %, considerando el acelerado retroceso registrado en los últimos dos años.

El glaciar del Carihuairazo, cercano al volcán Chimborazo, prácticamente ha desaparecido, perdiendo el 94 % de su superficie original. Situación similar enfrenta el Iliniza Sur, cuyo hielo se ha reducido en más del 81 %, amenazando con su desaparición total en menos de una década.
El emblemático Chimborazo, considerado el punto más cercano al sol desde el centro terrestre debido a su ubicación ecuatorial, ha perdido más del 30 % de su masa glaciar original. El volcán Cotopaxi, atractivo turístico internacional por su belleza paisajística y actividad volcánica, ha sufrido una pérdida superior al 30 %, afectando no solo su paisaje sino también su ecosistema. Asimismo, el volcán Cayambe, famoso por ser el único nevado atravesado por la línea ecuatorial, registra una reducción significativa superior al 27 %.
Estos datos no solo representan pérdidas ambientales y paisajísticas, sino que también implican graves consecuencias sociales y económicas para Ecuador. Las comunidades andinas que habitan en los alrededores de estos volcanes dependen del agua proveniente del deshielo glaciar para actividades fundamentales como la agricultura, el consumo humano directo y la generación de energía hidroeléctrica. Esta reducción en la disponibilidad hídrica pone en riesgo la sostenibilidad de comunidades enteras y amenaza con agravar conflictos por el agua en regiones vulnerables.

Además, los glaciares tropicales cumplen funciones esenciales en la regulación hídrica, estabilizando ecosistemas únicos como los páramos altoandinos, fundamentales para mantener la biodiversidad regional y nacional. Al disminuir los glaciares, se altera también el delicado equilibrio ecológico de estas áreas, lo que podría llevar a la desaparición de numerosas especies vegetales y animales adaptadas a condiciones específicas de humedad y temperatura.
El Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (INAMHI) ha alertado sobre el vínculo directo entre el retroceso glaciar en Ecuador y el calentamiento global causado por actividades humanas. El aumento continuo de la temperatura promedio, sumado a cambios en patrones de precipitación, incrementa la velocidad del derretimiento glaciar. Este fenómeno, además, ocurre con mayor rapidez en los glaciares tropicales que en aquellos situados en latitudes más frías, debido a que las temperaturas promedio en los Andes ecuatorianos están muy cerca del punto de congelación, haciendo que pequeños incrementos tengan efectos devastadores.
Ante este escenario preocupante, científicos y ambientalistas advierten que, si no se toman medidas urgentes para mitigar las emisiones globales de gases de efecto invernadero, los glaciares ecuatorianos podrían desaparecer por completo durante el presente siglo. En ese contexto el desafío es implementar estrategias inmediatas y efectivas para proteger estos ecosistemas vulnerables. El retroceso glaciar no es un problema exclusivamente local, sino una manifestación del cambio climático global que afecta a todo el planeta.