
Hasta hace no mucho, El Salvador lideraba casi todos los rankings como uno de los países más inseguros del mundo. Sin embargo, en los últimos años, con la llegada de Nayib Bukele al poder, logró un cambio radical, alcanzando cifras históricas en la reducción de homicidios que lo colocan hoy en día como el país más seguro de la región.
En 2023 se registraron únicamente 154 homicidios en todo el territorio salvadoreño, un número que contrasta drásticamente con los más de 2.390 asesinatos reportados en 2019, el año en que Bukele asumió la presidencia.
Este logro, respaldado por datos de la ONU, ha sido atribuido al régimen de excepción implementado por el mandatario para combatir a las pandillas, una estrategia que ha generado tanto elogios como críticas a nivel internacional.
La transformación de El Salvador en términos de seguridad ha sido tan significativa que incluso superó a Estados Unidos en el índice de seguridad durante el último año.
Bukele informó a comienzos de enero que El Salvador finalizó 2024 con una tasa de homicidios de 1,9 por cada 100.000 habitantes, lo que lo posiciona como el país más seguro del hemisferio occidental, “después de haber sido el país más inseguro del mundo”.

El mandatario destacó que diciembre fue el mes más seguro en la historia del país, con un solo homicidio registrado y 30 días sin asesinatos. “Si todos los meses del año hubieran sido como este último, la tasa de homicidios sería de 0,2, colocándonos en posición de competir por ser el país más seguro del mundo”.
Por su parte, el fiscal general de la República, Rodolfo Delgado, detalló que en 2024 se reportaron 114 homicidios, de los cuales 112 fueron resueltos, alcanzando un índice de solución del 98,2%. Añadió que el promedio diario de homicidios fue de 0,3, reflejando una reducción del 25,9% en comparación con 2023, cuando se registraron 154 asesinatos.
Las autoridades atribuyen la reducción de la criminalidad a la implementación del Plan de Control Territorial, lanzado tras la llegada de Bukele al poder en junio de 2019, y al régimen de excepción, vigente desde el 27 de marzo de 2022.
Este avance ha consolidado la popularidad de Bukele, quien fue reelegido a principios de 2023, convirtiéndose en el primer presidente en la historia del país en lograr un segundo mandato consecutivo. Este hecho fue posible gracias a un fallo de la Corte Constitucional que permitió la reelección inmediata, rompiendo con una tradición política instaurada tras el fin de la guerra civil salvadoreña.
Un país marcado por la violencia y el cambio radical
Cuando Bukele asumió el poder en 2019, El Salvador enfrentaba una de las tasas de homicidios más altas del mundo. Entre 2015 y 2019, el país registraba un promedio de 103 asesinatos por cada 100.000 habitantes, una cifra alarmante que reflejaba la profunda crisis de seguridad.
Las pandillas, conocidas localmente como “maras”, dominaban amplias zonas del territorio, extorsionando, asesinando y sembrando el miedo entre la población.
Además, en 2021, 38 de las 50 ciudades más peligrosas del mundo eran salvadoreñas; hoy, esa cifra ha disminuido drásticamente.
El régimen de excepción, implementado como parte de la estrategia de Bukele, permitió al gobierno tomar medidas drásticas contra estas organizaciones criminales. Esta política incluyó la suspensión de ciertos derechos constitucionales, como la libertad de asociación y el derecho a la defensa, lo que facilitó la detención masiva de pandilleros.
Aunque estas acciones han sido objeto de críticas por parte de organizaciones internacionales de derechos humanos, los resultados en términos de seguridad han sido innegables.

El éxito del “método Bukele” no solo ha transformado la realidad de El Salvador, sino que también ha captado la atención de otros países, que se han comenzado a debatir la posibilidad de adoptar estrategias similares para combatir el crimen organizado, una de las mayores preocupaciones tanto en América Latina, Estados Unidos y Europa.
Sin embargo, este enfoque también ha suscitado preocupaciones sobre el equilibrio entre seguridad y derechos humanos. Organismos internacionales han señalado que las medidas implementadas bajo el régimen de excepción podrían sentar un precedente peligroso para otros gobiernos, al justificar la suspensión de derechos fundamentales en nombre de la seguridad pública.
A pesar de las críticas, el respaldo popular hacia Bukele y su estrategia de seguridad sigue siendo sólido. Su reelección como presidente refleja el contundente apoyo de una ciudadanía que ha experimentado un cambio tangible en su calidad de vida. La disminución de los homicidios y el aumento de la percepción de seguridad han sido factores clave para consolidar su liderazgo tanto a nivel nacional como internacional.
El Salvador, que alguna vez fue considerado uno de los países más peligrosos del mundo, ha logrado revertir esta percepción en menos de una década. Aunque el debate sobre las implicaciones éticas y legales del “método Bukele” continúa, los resultados obtenidos hasta ahora han colocado al país en el centro de la discusión global sobre cómo abordar la criminalidad en contextos de alta violencia.

Golpe al crimen organizado y cooperación con EEUU
Desde la llegada de Trump al poder, Bukele se posicionó como un estrecho aliado de Washington y en todo momento expresó su disposición a cooperar en la lucha contra el crimen organizado, uno de los ejes del Gobierno del magnate republicano.
En un movimiento que refuerza esa cooperación internacional, Estados Unidos envió este fin de semana a más de 250 miembros de organizaciones criminales, incluidos integrantes del Tren de Aragua y la Mara Salvatrucha (MS-13), a El Salvador para ser encarcelados en una prisión de máxima seguridad.
El presidente salvadoreño confirmó que los detenidos fueron trasladados al Centro de Reclusión para Terroristas (CECOT), donde permanecerán inicialmente por un período renovable de un año.

“Esto nos ayudará a concluir la recopilación de inteligencia y a perseguir a los últimos remanentes de la MS-13, incluidos sus antiguos y nuevos miembros, dinero, armas, drogas, escondites, colaboradores y patrocinadores”, señaló Bukele, quien además de recibir el agradecimiento de Washington fue calificado por el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, como “el líder de seguridad más fuerte de la región” y “un gran amigo de Estados Unidos”.
CECOT, la megacárcel diseñada para contener a los criminales más peligrosos
El Centro de Confinamiento del Terrorismo, como ha sido denominado oficialmente, tiene capacidad para albergar a 40.000 reclusos y está ubicado en Tecoluca, una zona rural a 75 kilómetros al sureste de San Salvador.
Se trata de una de las instalaciones penitenciarias más grandes y seguras de la región.
Construido bajo la administración de Bukele, este centro fue diseñado específicamente para albergar a miembros de pandillas y organizaciones criminales detenidos en el marco de la estrategia gubernamental conocida como la “guerra contra las pandillas”.

El complejo penitenciario se extiende sobre un terreno de 166 hectáreas, de las cuales 23 están ocupadas por una decena de pabellones. Cuenta con sistemas avanzados de vigilancia, incluyendo circuitos cerrados de video y escáneres para inspeccionar a quienes ingresen. Además, el perímetro está protegido por un muro de 2,1 kilómetros de longitud, que es resguardado por 600 soldados y 250 policías.
Las celdas están construidas con concreto reforzado y cuentan con gruesos barrotes de acero. Además, el complejo dispone de pozos propios para garantizar el suministro de agua potable, lo que refuerza su autosuficiencia.

Desde su inauguración, el CECOT ha sido un pilar clave en la política de seguridad del gobierno salvadoreño, que busca erradicar la violencia y el crimen organizado en el país.