“Estuve en su primer casamiento. Le tengo mucha confianza. Ojalá que la vida lo acompañe”, dijo José Mujica en 2018, cuando el Frente Amplio uruguayo comenzaba a discutir los nombres de los postulantes de 2019. Es un “buen candidato”, lanzó públicamente el ex presidente, un referente indiscutido de la coalición de izquierda uruguaya y del Movimiento de Participación Popular (MPP) el espacio al que pertenece Yamandú Orsi, el presidente de Uruguay que asume este 1° de marzo.
Pero para que sea electo presidente, faltaban seis años. A pesar del apoyo de Mujica, Orsi descartó ser candidato a presidente en esas elecciones en las que tendría en frente a Luis Lacalle Pou, quien le pasará la banda presidencial este sábado. En aquel 2018, Orsi rechazó el ofrecimiento, como recuerda una nota de El Observador. “La vida después te empuja, pero hoy la descarto”, señaló.
La decisión de Orsi le generó cuestionamientos en la interna del MPP. El dirigente, impulsado por Mujica, prefirió quedarse en la Intendencia de Canelones –su “zona de confort”– durante cinco años más. Y, desde ese rol, ir moldeando su candidatura presidencial.
Durante el período de Luis Lacalle Pou, Orsi, un profesor de historia e hijo de almaceneros, fue perfilando su candidatura a presidente en 2024. Era un nombre natural dentro del Frente Amplio y las encuestas lo daban como favorito para ganar la interna. Además, las consultoras lo comenzaban a mostrar como uno de los políticos más populares del país, junto a Lacalle Pou y José Mujica.
Sin mayoría parlamentaria
Orsi ganó con comodidad la interna del Frente Amplio y, hacia las elecciones presidenciales y parlamentarias de octubre, mantuvo un perfil relativamente bajo, con pocas apariciones en medios nacionales. Para ganar en primera vuelta, Orsi debía llegar al 50% de los votos, pero los resultados de la noche fueron algo shockeanetes para el Frente Amplio: la izquierda cosechó el 44% de los sufragios.
La suma de los partidos del oficialismo los superaba ampliamente y las encuestadoras daban un escenario muy parejo para el balotaje de noviembre. El resultado mostraba, además, que el Frente Amplio se había quedado con la mayoría en el Senado, pero no la tendría en la Cámara de Diputados.
Las proyecciones de las consultoras mostraban que la noche del balotaje sería larga. Sin embargo, a las 20.30 del 24 de noviembre ya se sabía que Yamandú Orsi era el presidente electo de Uruguay y comenzaba el armado de su gobierno.
El resultado de octubre dejó un Parlamento prácticamente dividido en dos. De un lado, el Frente Amplio, que obtuvo mayoría en el Senado (tiene 16 senadores más la vicepresidenta), pero no la consiguió en Diputados: allí ganó 48 bancas y necesita 50 para que los proyectos se aprueben. Por lo tanto, Orsi deberá negociar para que sus planes prosperen en el Parlamento. ¿Dónde puede conseguir esos dos votos que le faltan en Diputados?
Hay dos partidos políticos que en octubre obtuvieron dos bancas y que podrían ser una solución. Una de esas colectividades es Cabildo Abierto, un integrante de la coalición oficialista, pero que se mostró como el socio díscolo durante el gobierno de Lacalle Pou. Otro partido político que tiene dos diputados es Identidad Soberana. El líder de esta colectividad, Gustavo Salle, ha tenido un discurso poco dialoguista durante la campaña electoral y, principalmente, contrario a los partidos políticos. Es algo así como la versión “anti casta” a la uruguaya.
Antes de ganar el balotaje, Orsi dijo en el programa de streaming Campaña del Miedo que para acordar en temas de educación golpearía el despacho de diputados del Partido Colorado –una histórica colectividad política, socia del actual oficialismo– y para temas de seguridad buscaría acordar con Segio Perrone, de Cabildo Abierto, a quien conoce de Canelones, el departamento (provincia) del que fue intendente durante 10 años.
Los desafíos económicos
Que en Uruguay haya ganado la izquierda no generó demasiada reacción en los mercados. Su riesgo país se mantuvo estable, como también la valorización de sus títulos soberanos. Sí hubo un aumento de la cotización del dólar, pero que se explicó en un contexto de fortaleza de la divisa estadounidense a nivel global. Luego, el valor de la divisa se volvió a estabilizar.
La designación de Gabriel Oddone –un economista con ideas de izquierda, pero también con cercanía al empresariado– como ministro de Economía le da certeza a gente del mercado y a las calificadoras de que no habrá grandes cambios en el rubro económico.
Pero, más allá de la designación, hay desafíos en este rubro. La agencia Fitch Ratings advierte que Orsi hará frente a un país con “restricciones fiscales”. “Reducir el déficit será difícil. El presupuesto de Uruguay está dominado por programa sociales que Orsi planea reforzar”, dice el texto. La calificadora recuerda que al final de la campaña Orsi descartó un aumento de impuestos, lo que “sugiere un clima político que puede no respaldar medidas importantes para aumentar los ingresos”.
“El escaso crecimiento es otro desafío”, dice la agencia. En los últimos años, Uruguay creció en promedio un 1,2% desde el 2019, por debajo de la media regional (2,4%). El presidente electo se comprometió a apoyar el crecimiento, pero –recuerda Fitch– “no ha revelado planes de reformas importantes para abordar los altos costos de producción, la baja apertura comercial y otros problemas que frenan la inversión”.
Las diferencias en la interna del Frente Amplio
Las negociaciones que deberá entablar el equipo de Orsi no serán solamente con el Parlamento sino también en la interna del Frente Amplio, una fuerza política integrada por sectores socialdemócratas y también radicales. Antes de que Oddone sea anunciado durante la campaña como eventual ministro, su nombre generaba reparos en el Frente Amplio.
Juan Castillo, el secretario general del Partido Comunista y futuro ministro de Trabajo, declaró en Búsqueda que el economista no era “la persona adecuada para ejecutar el programa de la izquierda”. Constanza Moreira, referente de otro de los espacios más radicales del Frente, sostuvo en La Diaria que veía a Oddone como “un representante del gran empresariado”.
Durante la campaña, surgieron algunas polémicas dentro de esta fuerza política por sus propuestas. Uno de los planteos del economista es el de modernizar la negociación colectiva y, en particular, hacer que los aumentos de salarios –en algunos sectores– no estén indexados a la inflación. Ahora, ya con Orsi como presidente y con Oddone a punto de asumir como ministro, se reeditó esa polémica de la campaña.
“En un escenario de menor inflación tenemos que trabajar con un programa cuidadoso, probablemente aprendiendo de manera piloto, pero tenemos que trabajar. O por lo menos buscar la manera de hacerlo”, propuso Oddone el 19 de febrero, entrevistado en el programa En Perspectiva. Su argumento está basado en que Uruguay lleva 20 meses dentro del rango meta de las autoridades.
Alejandro Sánchez, el futuro secretario de la Presidencia (jefe de gabinete) de Orsi, lo cuestionó públicamente. “Oddone hizo una propuesta, un planteo, yo diría de carácter personal. Yo no comparto la desindexación de salarios”, señaló. Castillo se volvió a distanciar de él.
