Incertidumbre rumbo al balotaje: cómo Ecuador llegó a su mayor polarización política desde el retorno de la democracia

En los comicios del domingo pasado, Daniel Noboa y Luisa González quedaron prácticamente empatados en la primera vuelta, algo inédito en la historia de la nación

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El presidente de Ecuador, Daniel
El presidente de Ecuador, Daniel Noboa y la correísta Luisa González

El comportamiento del voto en Ecuador ha evolucionado de un sistema relativamente estable y dominado por partidos tradicionales a uno fragmentado y polarizado. La crisis de los partidos, el ascenso del populismo, la hegemonía correísta y su posterior debilitamiento han llevado a un electorado cada vez más dividido.

Las elecciones del pasado domingo reflejaron una transformación profunda en la política ecuatoriana. La falta de una ventaja clara en la primera vuelta y la casi total paridad entre los dos principales candidatos evidencian un país altamente polarizado. Además, la fragmentación de los demás votos sugiere que la decisión final en la segunda vuelta dependerá de la capacidad de cada candidato para captar el apoyo de un electorado indeciso y sin una clara identidad partidista. Con estos resultados, Ecuador enfrenta una elección de segunda vuelta que definirá no solo su futuro inmediato, sino la dirección política de los próximos años.

Desde el retorno a la democracia en Ecuador en 1979, las elecciones presidenciales en primera vuelta han mostrado patrones distintos de votación, con algunos procesos más competitivos que otros. Infobae revisó la evolución del voto en la primera vuelta electoral a lo largo de los años para entender por qué los comicios de 2025 ha sido uno de los más reñidos y atípicos.

Jaime Roldós Aguilera (Wikipedia)
Jaime Roldós Aguilera (Wikipedia)

En las primeras elecciones tras la dictadura militar, el voto en Ecuador reflejaba una competencia relativamente equilibrada entre diversas fuerzas políticas. En la elección de 1978-1979, el primer lugar fue para Jaime Roldós con el 28%, seguido de Sixto Durán-Ballén con el 24%, y el tercer puesto estuvo cerca con Raúl Clemente Huerta alcanzando el 23%. Este resultado mostraba una fragmentación inicial, aunque con tres fuerzas principales concentrando el voto.

En los siguientes procesos, emergió un sistema de competencia más estructurado. Durante las elecciones de 1984, 1988 y 1992, el primer y segundo lugar estuvieron dominados por los partidos tradicionales: el Partido Social Cristiano (PSC) y la Izquierda Democrática (ID), con León Febres-Cordero, Rodrigo Borja y Sixto Durán-Ballén como los principales contendientes. Estos comicios fueron caracterizados por diferencias moderadas entre los dos primeros lugares y una menor dispersión del voto.

Sin embargo, esa estabilidad empezó a erosionarse en la elección de 1996, cuando Abdalá Bucaram irrumpió con una estrategia populista, logrando el 26% frente al 27% de Jaime Nebot. Aquí se evidenció un cambio en las preferencias electorales hacia figuras carismáticas y con propuestas más polarizantes, lo que marcaría una tendencia para los siguientes procesos.

El ex presidente de Ecuador,
El ex presidente de Ecuador, Abdala Bucaram (Grosby)

En 1998, Jamil Mahuad lideró la primera vuelta con el 35%, pero la sorpresa fue Álvaro Noboa, padre de Daniel Noboa, actual presidente de Ecuador, con el 27%, quien representaba un modelo de outsider con un enfoque empresarial. El tercer y cuarto lugar, con Rodrigo Borja (16%) y Freddy Ehlers (15%), mostraron una diversificación del voto, aunque los dos primeros concentraban aún la mayor parte de los sufragios.

En 2002, Lucio Gutiérrez capitalizó el voto del descontento, obteniendo apenas el 21% en primera vuelta, seguido de Álvaro Noboa con el 17%. Aquí se evidenció una mayor dispersión del voto, con León Roldós (15%) y Rodrigo Borja (14%) en tercer y cuarto lugar. La falta de un liderazgo fuerte en la primera vuelta y la fragmentación de las opciones evidenció un electorado que buscaba alternativas nuevas ante la falta de un modelo bipartidista.

En 2006, Rafael Correa apareció en la escena política con un modelo de izquierda radical y logró pasar a la segunda vuelta con el 23%, aunque Álvaro Noboa fue el más votado en primera ronda con el 27%. Esta elección fue la entrada de una nueva era dominada por el correísmo.

Imagen de archivo del ex
Imagen de archivo del ex presidente Rafael Correa antes de ganar su primera elección en 2006

Las elecciones de 2009 y 2013 fueron una excepción dentro del comportamiento electoral ecuatoriano, ya que Rafael Correa logró ganar en primera vuelta con el 52% y el 57%, respectivamente. Fue la primera y única vez en la historia democrática reciente de Ecuador en la que un candidato obtuvo la presidencia sin necesidad de balotaje.

Sin embargo, tras su salida del poder, el correísmo no pudo mantener la misma hegemonía. En 2017, Lenín Moreno, aunque apoyado por Correa, solo obtuvo el 39% en la primera vuelta y tuvo que disputar una segunda ronda con Guillermo Lasso, quien alcanzó el 28%. Esto marcó el inicio de una fragmentación del voto que se acentuó en 2021, cuando Andrés Arauz, el candidato del correísmo, obtuvo solo el 33%, con Guillermo Lasso y Yaku Pérez obteniendo el 20% y el 19%, respectivamente. Esta elección fue una de las más divididas de la historia reciente y mostró que la Revolución Ciudadana había perdido parte de su capacidad de movilización.

Las elecciones de 2023 marcaron un cambio importante en la política ecuatoriana. Luisa González ganó la primera vuelta con el 34%, pero Daniel Noboa, quien inicialmente no era considerado un candidato fuerte, logró el 24% y finalmente se impuso en segunda vuelta. Christian Zurita, quien reemplazó a Fernando Villavicencio tras su asesinato, quedó en tercer lugar con el 17%, mientras que Jan Topic alcanzó el 14%. Esto reflejó una mayor diversificación del voto y un electorado que optó por opciones de centro y derecha.

Un cartel del candidato presidente,
Un cartel del candidato presidente, Daniel Noboa, cuelga en un poste callejero antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Saquisilí, Ecuador, el martes 11 de febrero de 2025 (Foto AP/Dolores Ochoa)

En 2025, la situación fue aún más inusual. Por primera vez, dos candidatos quedaron prácticamente empatados en primera vuelta, con Daniel Noboa obteniendo el 44,16% y Luisa González el 43,99%. Nunca antes en la historia democrática ecuatoriana se había registrado una diferencia tan mínima entre los dos primeros lugares. Además, la fragmentación del voto entre los candidatos de menor votación fue extrema, con Leonidas Iza alcanzando solo el 5,2% y Andrea González Nader el 2,7%. La dispersión entre los demás candidatos fue mucho mayor que en elecciones anteriores.

Este escenario demuestra que Ecuador ha pasado de un sistema con liderazgos claros y con una marcada inclinación hacia la consolidación de partidos fuertes, a uno en el que las elecciones se definen cada vez más en la segunda vuelta y con un electorado cada vez más volátil e impredecible. La elección de 2025 no solo confirma esta tendencia, sino que sienta un precedente en la historia electoral del país: una contienda extremadamente cerrada que podría redefinir las estrategias políticas y la forma en que los candidatos abordan el proceso electoral en el futuro. La pregunta que queda abierta es si esta fragmentación continuará profundizándose o si Ecuador volverá a consolidar liderazgos que permitan mayor estabilidad en el sistema político.

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