El Gobierno de Bolivia se vio obligado a recurrir a la venta de su oro para poder mantener las importaciones de combustible y su posterior venta en el mercado interno con subsidios.
El ministro de Economía y Finanzas, Marcelo Montenegro, confirmó este jueves que, a raíz de la crisis económica, la cartera vendió una cantidad no especificada de las 14,5 toneladas de oro que el Banco Central de Bolivia había comprado en 2024, específicamente con este objetivo.
La medida “no nos ha posibilitado probablemente, por el momento, incrementar el stock de reservas” pero sí permitió “que podamos comprar gasolina, comprar diésel”, explicó el funcionario.
Esta parte del metal, aclaró a continuación, no forma parte de las 22 toneladas que el Banco Central mantiene en su tesoro de manera permanente, conforme lo establece la ley.
Pese a su aclaración, la medida generó gran descontento en analistas y expertos, que repudiaron durante años la política del Gobierno de valerse de las reservas para financiar su política de subsidios y que llevaron a la crisis actual, en la que los niveles están en sus mínimos históricos.
Según datos oficiales, el Banco Central cerró 2024 con USD 1.976 millones en reservas internacionales, de los cuales apenas USD 50 millones eran “líquidos”, es decir, en efectivo.
La cifra, si bien representó una leve mejora respecto al período anterior, se mantiene igualmente baja dado que gran parte de estos fondos se alimentan de las ventas internacionales de gas, que pasaron de representar el 54,4% de las exportaciones bolivianas en 2013 a tan solo el 18,8%, diez años después.
Todo este escenario derivó en una escasez de dólares que, desde hace años, repercute en la vida cotidiana de las personas, con alzas de precios, faltantes de productos y una depreciación de la moneda local, que llevó a que el tipo de cambio en el mercado paralelo sea de 11,3 bolivianos por cada dólar, frente a los 6,97 del mercado oficial, que ya no es accesible al público.
José Luis Evia, ex miembro del directorio del Banco Central de Bolivia, explicó que, por todas estas razones, la decisión del Ministerio de recurrir a la venta de oro “no es sostenible” en el tiempo ya que “se acaba el oro” y “no hay disponibilidad” para continuar con el esquema.
En el mismo tono, el Fondo Monetario Internaconal (FMI) mencionó recientemente en un documento que el país atraviesa una “difícil situación financiera, con bajas reservas, financiamiento fiscal incierto y presiones en los mercados cambiarios paralelos”, que subrayan “la urgencia de cambiar las actuales políticas insostenibles” y elaborar un plan que permita corregir “el desequilibrio externo” y conduzca a “la acumulación de reservas”.
Montenegro negó, sin embargo, que esta situación dé cuenta de un “agotamiento” del modelo económico del presidente, Luis Arce, sino que defendió las decisiones tomadas por la gestión y aseguró que “el problema es político”.
“Uno puede decir que se ha agotado el modelo si hubieran dejado hacer todo lo que (se) propuso en su momento y no resultó, pero si ha habido obstáculos de carácter político, nadie puede decir que el modelo se ha agotado”, dijo al tiempo que valoró que Arce implementó “algo que no se tenía anteriormente”, que son los “elementos de industrialización con sustitución de importaciones”.
Asimismo, sostuvo que gran parte de los problemas -entre ellos la inflación- fueron producto de los bloqueos del sector del Movimiento al Socialismo que responde a Evo Morales y de factores externos, como la sequía.
(Con información de AFP y EFE)