El respaldo al presidente Daniel Noboa —de acuerdo con algunos sondeos— parece fortalecerse en Ecuador. Según los datos de Informe Confidencial, el mandatario ecuatoriano encabeza la intención de voto con un 37% a nivel nacional, superando por cinco puntos porcentuales a su más cercana contendiente, la correísta Luisa González, quien alcanza el 32%.
De acuerdo con la encuesta, la fuerza de Noboa es visible en las principales regiones del país. En la Costa, obtiene un 36%, mientras que en la Sierra y el Oriente alcanza el 37% y el 40%, respectivamente. Este apoyo no solo se refleja en las áreas urbanas, donde lidera con un 37%, sino también en los sectores rurales, donde mantiene un 34%. Según grupos afines al mandatario, la capacidad de Noboa para conectar con diversos públicos refuerza su imagen como un líder de consenso en un escenario político polarizado.
Además, añaden, que su enfoque en la estabilidad económica y social ha calado profundamente entre los votantes, quienes ven en su gestión una oportunidad de consolidar el progreso en medio de un entorno político y económico inestable. La cercanía de Noboa a una posible victoria en primera vuelta estaría respaldada por la distribución de votos válidos, que lo colocarían en una posición favorable frente a la fragmentación de sus oponentes.
De acuerdo con Informe Confidencial, Luisa González, representante del correísmo y principal rival de Noboa, enfrenta dificultades para ampliar su base de apoyo. Aunque mantiene un núcleo leal de seguidores, su campaña no ha logrado movilizar a los votantes indecisos ni atraer nuevos respaldos significativos.
Sin embargo, hay resultados divergentes entre las encuestadoras. Según una reciente encuesta de la consultora Trespuntozero, González mantiene una ventaja de ocho puntos porcentuales sobre el actual mandatario Noboa
La encuesta, elaborada por la investigadora argentina Shila Vilker y complementada con datos del informe nacional, destaca que el binomio Luisa González - Diego Borja encabeza las intenciones de voto en la primera vuelta con un 48%, mientras que Noboa y su compañera de fórmula, María José Pinto, alcanzan el 40%. Estas dos fuerzas concentran el 88% del electorado, reflejando la fuerte competencia entre continuismo y cambio.
El estudio, realizado entre el 10 y el 14 de enero de 2025 a nivel nacional, identifica un país dividido entre quienes desean un cambio de gobierno (48%) y quienes prefieren la continuidad de Noboa (41%). Sin embargo, dentro del grupo favorable al actual mandatario, un 20% demanda mejoras en la gestión.
Polarización en la Asamblea Nacional
En la carrera por los asambleístas nacionales, Informe Confidencial señala que el patrón de polarización presente en la elección presidencial también se refleja claramente. Según los datos de intención de voto, el partido oficialista ADN lidera con un 31.31%, seguido de cerca por Revolución Ciudadana, que alcanza un 29.29%.
El resto de los partidos políticos queda rezagado con cifras notablemente bajas. Fuerzas como el PSC/La 6 y el Centro Democrático Nacional registran menos del 3% de apoyo, lo que marca un contraste significativo con periodos electorales anteriores.
Esta fragmentación en el espectro político reafirma la consolidación de dos bloques principales: el oficialismo, liderado por Noboa, y la oposición correísta, encabezada por González. Esta dinámica no solo condiciona el futuro político de Ecuador, sino también la posibilidad de avanzar en reformas clave en un escenario legislativo dividido.
Polarización: ¿un fenómeno irreversible?
La marcada polarización entre el oficialismo y la oposición correísta ha definido el rumbo de las elecciones presidenciales y legislativas. Esta concentración del poder en dos bloques plantea desafíos para la gobernabilidad futura, ya que limita la capacidad de generar consensos y deja poco espacio para las terceras fuerzas políticas.
Históricamente, Ecuador ha experimentado momentos de fragmentación política, pero este ciclo electoral parece consolidar un cambio estructural hacia la polarización. Esta dinámica podría influir no solo en el corto plazo, sino también en el desarrollo de una agenda política a largo plazo, en la que las principales decisiones dependerán de la lucha constante entre dos grandes bloques antagónicos.
La incógnita que queda por resolver es si esta polarización permitirá avances significativos en áreas clave, como la estabilidad económica, la seguridad y las reformas sociales, o si se convertirá en un obstáculo que perpetúe la división y la inacción política.