“Con lo que entra en la mina de un lápiz, intoxicamos a un pueblo”. La comparación la utilizó tiempo atrás el secretario de la Junta Nacional de Drogas de Uruguay, Daniel Radío, para alertar sobre el daño que podría generar el ingreso del fentanilo a Uruguay. En el país todavía no hay indicios de que haya un mercado de ese potente opioide, pero las autoridades están en alerta por su posible ingreso.
El Ministerio del Interior considera que es “imprescindible” que haya datos en tiempo real para poder anticipar su posible desembarco en el país, informó el semanario uruguayo Búsqueda.
La cartera de seguridad le pidió a cuatro países de la región que estudien la posibilidad de crear una unidad de seguridad dedicada a vigilar el avance del fentanilo. La iniciativa fue planteada en el marco del Mercosur, y los gobiernos de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay acordaron realizar consultas internas antes de aceptar la solicitud uruguaya, según el acta del encuentro publicada por el medio uruguayo.
“Ya no es momento de seguir hablando, es hora de actuar. Y por eso voy a proponer la creación de plataformas de intercambio de información, con las cuales podamos concretar en el territorio todo aquello que analizamos en los escritorios”, planteó el ministro del Interior de Uruguay, Nicolás Martinelli, en su discurso de apertura de la Reunión de Ministros del Interior y Seguridad del Mercosur.
Además de Martinelli, del encuentro participaron los ministros Patricia Bullrich (Argentina), Eduardo del Castillo (Bolivia), Ricardo Lewandowski (Brasil) y Enrique Riera (Paraguay).
“Se hace necesario instrumentar medidas proactivas que logren anticipar los problemas de seguridad que deben afrontar y gestionar las fuerzas de seguridad interior de los países miembros del Mercosur”, planteó el Ministerio del Interior de Uruguay en ese encuentro. “Considera imprescindible contar con información –en tiempo real– de las nuevas amenazas emergentes y la problemática a enfrentar, mediante el establecimiento de mecanismos de análisis de la información y disponibilidad de la misma, que identifiquen esas amenazas y permitan delinear las acciones profesionales capaces de enfrentarlas”, agrega.
La propuesta concreta de Uruguay es crear lo que denominó “mesas operativas auxiliares”, que estén integradas por oficiales de cada país, que serían los encargados de cargar datos para la consulta diario en el Sistema de Intercambio de Información de Seguridad del Mercosur.
La intención del gobierno de Luis Lacalle Pou es que se creen cuatro mesas. Una de ellas estaría dedicada al fentanilo, el potente opioide que hace estragos en Estados Unidos, y las otras tres al grupo criminal Tren de Aragua, el terrorismo y la violencia en el deporte. En estos intercambios se centralizaría la información para luego otorgar niveles de riesgo, probabilidad de ocurrencia de eventos y el grado de impacto que podrían ocasionar.
Con estas alertas, las instituciones policiales de cada país podrían decidir qué acciones de seguridad tomar.
La respuesta de los integrantes del Mercosur fue que es necesario “otorgar a los órganos existentes un sistema de articulación dinámico y ágil” que estudien de forma interna esta posibilidad para “continuar su tratamiento en la siguiente oportunidad”, según el acta consignada por Búsqueda.
En el pasado han existido ideas similares de intercambio de información que naufragaron o que fueron aceptadas pero no funcionaron debido a demoras administrativas, aprobaciones que quedaron pendientes en los parlamentos, cambios de presentes o falta de un contacto oficial. A eso se le suma cierta desconfianza en las áreas policiales que Argentina, Brasil y Uruguay tienen con sus pares de Bolivia y Paraguay.
El consumo de fentanilo todavía no está instalado en Uruguay, pero hay indicios de su arribo. El secretario de la Presidencia, Rodrigo Ferrés, lo planteó el año pasado ante la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas.
“A Uruguay le preocupa especialmente la rápida y creciente expansión del fenómeno que nos obliga a considerar otras variables, a ser particularmente innovadores en el abordaje sobre la base de la evidencia científica, y ese problema es la producción, la venta y el consumo de drogas sintéticas, con consecuencias muy nocivas para la salud y además son altamente lucrativas para quienes las producen”, planteó.