
El Gobierno brasileño inició este miércoles, un día después de que la COP28 aprobara una transición para dejar atrás los combustibles fósiles, una nueva subasta de concesiones petroleras con la adjudicación de derechos precisamente para explotar un bloque en plena Amazonía.
La empresa energética brasileña Eneva (80 %) y la refinería Atem (20 %) se adjudicaron los derechos para explotar petróleo y gas en una acumulación marginal de hidrocarburos en Jappim, un área en la cuenca sedimentaria del Amazonas y en medio de la mayor selva tropical del mundo.
Esta área fue la primera subastada en el Cuarto Ciclo de Oferta Permanente de Concesiones, que se prolongará durante todo el miércoles y con el que la Agencia Nacional del Petróleo (ANP, regulador) pretende adjudicar derechos para explotar petróleo y gas en 602 bloques distribuidos en 33 diferentes regiones de Brasil.
El consorcio vencedor del primer bloque, el único en inscribirse en la subasta, ofreció 165.000 reales (unos 33.000 dólares) por los derechos para explotar el área y se comprometió con inversiones por 1,2 millones de reales (unos 240.000 dólares) en la concesión.
Eneva ya cuenta con doce concesiones para explotar hidrocarburos en los estados amazónicos de Amazonas, Mato Grosso do Sul y Maranhao, así como en el estado de Goiás, de las que extrae 9 millones de metros cúbicos de gas por día, con los que alimenta generadoras térmicas en las que tiene capacidad para producir 6,3 gigavatios (GW) de energía.

Atem, su socia minoritaria en el consorcio, fue la empresa que adquirió la refinería que la petrolera estatal Petrobras tenía en Manaos, la mayor ciudad de la Amazonía.
La subasta en un hotel de Río de Janeiro fue precedida por una manifestación de ecologistas liderada por Greenpeace y que protestó tanto por la decisión de Brasil de seguir subastando concesiones petroleras como por incluir áreas en la Amazonía pese a la vulnerabilidad de este bioma.
Al comienzo de la subasta, el director general de la Agencia Nacional del Petróleo, Rodolfo Saboia, afirmó que no hay ninguna contradicción en que el país continúe concediendo derechos para explotar petróleo y el compromiso del Gobierno, reafirmado en la COP28, de acelerar su proceso de transición energética.
El dirigente afirmó que la transición será lenta y costosa, y que Brasil necesita seguir produciendo petróleo para financiar el proceso de sustitución de los combustibles fósiles.
Dijo igualmente que, ante una transición que puede prolongarse por algunas décadas, Brasil necesita subastar nuevas concesiones para impedir que su producción de petróleo comience a declinar a comienzos de la próxima década y el país se vea obligado a importar combustibles fósiles.
“Parece una contradicción pero la transición energética no será tan rápida. Aún hay costos para financiar las nuevas infraestructuras y desafíos tecnológicos que no se superarán en los próximos diez años. Sin una mayor producción volveremos a ser dependientes de las importaciones”, afirmó.
(Con información de EFE)
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