
La desaparición del centro social Askatasuna ha generado preocupación sobre la continuidad de otros espacios similares y ha motivado la convocatoria a nuevas movilizaciones, según informó RAI. La reciente clausura de este inmueble, activo por más de tres décadas en la calle Regina Margherita de Turín, se transformó en un punto de encuentro para entre 3.000 y 10.000 personas, según cifras contrastadas entre autoridades policiales y organizadores. El operativo policial implementado durante el desalojo resultó en disturbios y una respuesta de las fuerzas de seguridad que incluyó el uso de cañones de agua y gases lacrimógenos, así como el levantamiento de barricadas por parte de los manifestantes. RAI reportó un saldo de nueve agentes policías heridos en el marco de enfrentamientos en las inmediaciones del edificio.
El cierre de Askatasuna reforzó el debate sobre el rol de los espacios autogestionados en Turín y visibilizó la fractura social y política derivada de la intervención estatal. La consigna “Imaginar Turín sin Askatasuna es imposible”, expresada por el dibujante Zerocalcare y recogida por RAI, se difundió ampliamente entre los asistentes y figuras vinculadas a la cultura. Los organizadores y colectivos autónomos interpretaron la decisión como parte de una política de restricciones crecientes a la oferta socio-cultural gestionada por actores independientes del circuito institucional. El medio RAI consignó que estas posturas denuncian una tendencia a criminalizar iniciativas autogestionadas, sumada a la aplicación de una política de “tolerancia cero” que, según estos sectores, debilita la integración comunitaria y reduce el horizonte de propuestas ciudadanas experimentales.
Por otro lado, la versión oficial de los responsables políticos enfatizó argumentos ligados a la legalidad y al mantenimiento del orden público. RAI publicó declaraciones del subsecretario de Justicia, Andrea Delmastro, quien sostuvo: “Aquí está la cara horrible de Askatasuna: violencia, violencia, violencia y petardos dirigidos a los uniformados”. El respaldo a la intervención policial fue reiterado por el ministro de Exteriores, Antonio Tajani, quien advirtió: “No puede haber cabida para el odio y la violencia en Italia. Ya hemos vivido el abismo del terror en nuestras calles; el Estado y las instituciones no permitirán que se repita ese trágico pasado”. Estas afirmaciones sustentan la intervención sobre el inmueble y la aplicación de normas ante ocupaciones consideradas ilegales, subrayó RAI.
Durante la protesta y en los días siguientes, diversas voces pertenecientes a movimientos sociales y organismos autónomos han opinado que el cierre de Askatasuna profundiza la polarización y erosiona los canales de diálogo con las instituciones. Según recogió RAI, estos actores señalan como consecuencia la reducción de espacios para la convivencia intergeneracional y la creatividad colectiva, además de una mayor fragmentación del tejido barrial. La movilización ha atraído respaldo de figuras reconocidas en el ámbito de la cultura, acentuando el peso simbólico del centro social y la inquietud por el futuro de estas iniciativas en la capital piamontesa.
El dispositivo de seguridad incluyó un cordón alrededor del edificio desalojado, en prevención de intentos de recuperar el inmueble por parte de los manifestantes, tal como detalló RAI. Los disturbios se originaron cuando participantes intentaron superar el perímetro policial. Barricadas formadas con contenedores en la zona circundante dieron lugar a un fuerte operativo de contención. Las consecuencias inmediatas se manifestaron tanto en el número de personas heridas como en una profundización del debate público sobre las políticas urbanas y la convivencia.
Voceros de los colectivos afectados han resaltado para RAI que estos espacios han desempeñado históricamente un papel en la integración social y la generación de propuestas alternativas a partir de la autogestión, alejadas del marco estatal. El cierre de Askatasuna, según estas fuentes, introduce incertidumbre acerca del destino de otros proyectos similares y refuerza la preocupación sobre la reducción de la oferta cultural y comunitaria autogestionada. Organizaciones del ámbito social consideran prioritaria la reapertura de canales de diálogo con las autoridades y la legitimación de experiencias que, insisten, contribuyen al entramado ciudadanode Turín.
Mientras tanto, el sector político ha insistido en la obligación de garantizar el cumplimiento de la ley y evitar situaciones que consideren al margen de la normativa y que puedan afectar la convivencia. La acción policial y el posterior debate han proyectado la problemática al centro de la agenda pública local, dejando pendiente la definición de un modelo estable para la coexistencia de espacios autogestionados y la acción institucional, con negociaciones aún en suspenso.
La jornada de protesta cerró con el anuncio de una nueva manifestación programada para el 31 de diciembre, enfocada en la defensa y el reconocimiento de las experiencias comunitarias alternativas y su aporte al entramado ciudadano. Según reportó RAI, la eliminación de Askatasuna de la vida diaria piamontesa incrementó la visibilidad de debates sobre los recursos sociales informales, poniendo bajo escrutinio las estrategias estatales de control y la apertura de la ciudad a proyectos no institucionalizados.
La cobertura de RAI indica que el conflicto entre demandas comunitarias y políticas públicas orientadas al control se mantendrá activo a corto plazo, mientras la situación de Askatasuna y centros sociales afines sigue sujeta a posibles cambios derivados del curso de la movilización social y la reacción del Estado. La jornada del cierre no solo expuso el alcance del conflicto, sino que también amplificó la voz de sectores históricamente relegados del debate ciudadano, en un contexto de renegociación del espacio urbano y de las condiciones institucionales para la participación ciudadana autónoma en Turín.


