
La autorización para el regreso de colonos israelíes a las áreas de Ganim y Kadim en Cisjordania, después de cerca de veinte años desde su evacuación, se presenta como parte de un paquete de decisiones adoptadas recientemente por el Consejo de Ministros de Israel. Según reportó la agencia, este paso político ha provocado reacciones contundentes desde sectores palestinos y organismos internacionales, que ven en la medida una intensificación del conflicto sobre el estatus y el futuro de los territorios ocupados. La noticia principal señala que el gobierno israelí ha dado su visto bueno definitivo a la legalización de diecinueve asentamientos en el norte de Cisjordania, lo que varios actores consideran un desafío directo a las normativas internacionales.
De acuerdo con la información proporcionada por la agencia, la Comisión Palestina de Resistencia al Muro y al Asentamiento, dirigida por Muayad Shaban, calificó la medida israelí como “una peligrosa escalada” que tiende hacia la consolidación de un régimen de anexión y a la consolidación de la presencia israelí en las zonas reconocidas internacionalmente como territorios palestinos. Según la misma fuente, esta política forma parte de una estrategia más amplia para dificultar la creación de un Estado palestino continuo y funcional, conectando los asentamientos por medio de infraestructuras exclusivas para la población colona. Shaban sostuvo que el avance de los asentamientos responde a una intención sistemática de ejercer un control permanente sobre las tierras palestinas, en desafío explícito a la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que define como ilegales estos proyectos de construcción.
El respaldo definitivo del gabinete israelí incluyó la reincorporación de los asentamientos de Ganim y Kadim, que están situados al oeste de la ciudad palestina de Yenín. Estas áreas habían sido evacuadas en 2005, como parte del repliegue israelí de la Franja de Gaza, con desalojo forzoso de los habitantes y demoliciones, según los antecedentes consignados por el medio. La actual aprobación formal tuvo lugar en mayo, coincidiendo con los anuncios públicos de Noruega, Irlanda y España sobre el reconocimiento diplomático del Estado de Palestina. En Israel, algunos funcionarios interpretaron esta secuencia temporal como una forma de respuesta política a los reconocimientos internacionales, de acuerdo con lo publicado por la agencia.
La decisión cuenta con el respaldo destacado del ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, líder ultranacionalista, quien junto al ministro de Exteriores Israel Katz, fue uno de los impulsores principales de la medida gubernamental. Smotrich justificó la iniciativa señalando que “el pueblo de Israel está regresando a su tierra” y que se estaba “arreglando una dolorosa injusticia” con el restablecimiento de Ganim y Kadim en el mapa de asentamientos, según citó el medio. A través de su cuenta oficial en la red social X, Smotrich añadió que en los últimos tres años se ha oficializado la creación de sesenta y nueve asentamientos en Cisjordania, una cifra que calificó como “récord sin precedentes”. Consideró este proceso como una evidencia de sionismo y remarcó la intención de fortalecer el desarrollo israelí en la región para evitar “el establecimiento de un estado terrorista palestino”.
El surgimiento y expansión de este tipo de enclaves no han pasado desapercibidos para entidades civiles y humanitarias. Peace Now, organización crítica de la política de asentamientos, confirmó que desde mediados de junio comenzó a observarse el avance del procedimiento y que la validación formal se comunicó a la sociedad civil tras la filtración de datos oficiales del gobierno, según detalló la prensa consultada por la agencia.
El Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) también manifestó su rechazo, atribuyendo la decisión israelí a la “naturaleza extremista” del gobierno liderado por Benjamin Netanyahu. En declaraciones recogidas por la agencia, Hamás aseguró que la política trata a los territorios palestinos como “botín colonial” y considera la acción parte de una estrategia para alcanzar el control total de Cisjordania.
El contexto internacional añade otra capa de tensión a la situación. Naciones Unidas, mediante la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad, advirtió sobre la ilegitimidad de las construcciones israelíes en territorio ocupado y llamó reiteradamente a poner fin a la expansión de asentamientos. Organizaciones humanitarias y diversos gobiernos internacionales se han sumado a esta postura, subrayando que este tipo de iniciativas dificultan la búsqueda de una solución que contemple la creación de dos Estados.
En la esfera política y diplomática, las declaraciones oficiales israelíes exponen la voluntad de mantener e incluso aumentar el ritmo de las construcciones en los territorios palestinos, exhibiéndolas ante la opinión pública como elemento de soberanía nacional y de legitimidad histórica. Por contraste, las autoridades palestinas y diversos actores internacionales sostienen que la multiplicación y legalización de asentamientos agravan las condiciones para una solución negociada y subordinan la viabilidad de un Estado palestino. El medio añadió que esta confrontación discursiva y material marca un endurecimiento visible en las posiciones políticas, amplificando las dificultades para el diálogo y la normalización de relaciones entre las partes involucradas.
La proliferación de asentamientos y la respuesta desde el liderazgo palestino dejan en evidencia la persistencia de una brecha profunda en torno al futuro de Cisjordania y la autodeterminación de la población palestina. Según consignó el medio, la política de colonización y desarrollo de infraestructuras destinadas a los colonos forma parte de una estrategia de largo alcance que la Comisión Palestina interpreta como obstáculo a cualquier negociación seria. De este modo, el nuevo paquete de autorizaciones aprobado por el gobierno israelí no solo reconfigura el mapa físico de Cisjordania, sino que incide sobre los marcos legales y políticos que han estructurado el debate internacional sobre el conflicto, impactando la estabilidad regional y la posibilidad de una resolución pacífica duradera.


