
En la intensa jornada de ascenso al Manaslu, Carlos Soria recurrió al oxígeno suplementario únicamente a partir del último campamento previo a la cumbre, una decisión crucial para completar la travesía en condiciones compatibles con su edad y salud. Así consolidó su trayectoria en el montañismo mundial y, según consignó Europa Press, se convirtió con 86 años en la persona de mayor edad en alcanzar una cima de más de ocho mil metros. Este hecho, que trasciende los límites del deporte, significó también el reencuentro de Soria con uno de los escenarios que marcaron el inicio de su carrera: seis décadas atrás, el alpinista había formado parte del primer equipo español que ascendió este pico del Himalaya.
Europa Press detalló que el reciente regreso de Soria desde Nepal coincidió con el aniversario de aquella primera expedición española al Manaslu, un recuerdo que el propio protagonista describió con ironía al señalar: "Me acordaba de querer celebrar los 50 años de la primera ascensión al Manaslu, pero se me había olvidado que yo tenía 86 años". Con esta declaración, Soria enfatizó que el valor simbólico y personal de la hazaña sobresale sobre cualquier logro vinculado estrictamente a la edad o los récords.
La rutina diaria de Carlos Soria responde a una disciplina sostenida durante décadas. De acuerdo con Europa Press, sus jornadas comienzan alrededor de las cinco de la mañana e incluyen sesiones de entrenamiento en el gimnasio Sputnik Climbing de Las Rozas, combinadas con caminatas y recorridos por los enclaves de la Sierra de Guadarrama, entre ellos el Cerro del Telégrafo y La Pedriza. Esta estructura diaria ha permitido a Soria mantener su estado físico y emocional a lo largo del tiempo, y en sus declaraciones al citado medio, destacó el movimiento y la motivación como factores indispensables para afrontar los desafíos de la alta montaña y el día a día.
El reporte de Europa Press subrayó la dimensión social y solidaria del vínculo entre Soria y la comunidad local del Manaslu. Tanto el alpinista como sus equipos han consolidado vínculos con los habitantes de la región a través de colaboraciones en proyectos escolares y labores de reconstrucción tras el terremoto que afectó a la zona. Soria percibe la montaña no sólo como escenario de superación personal sino también como un espacio de intercambio y apoyo a la población nepalí.
La trayectoria reciente de Soria, según recopiló Europa Press, ha estado marcada por episodios críticos, como el accidente sufrido durante el ascenso al Dhaulagiri. En aquel episodio, el alpinista sufrió una fractura abierta de tibia y necesitó un descenso urgente. El apoyo de sus compañeros de expedición resultó decisivo: junto a alpinistas polacos, improvisaron una camilla que permitió evacuarlo hasta el campo 3, situado a 7.200 metros de altitud. Esta muestra de solidaridad y trabajo en equipo reinventó la experiencia del riesgo y subrayó los lazos humanos forjados en el ámbito del alpinismo.
En diálogo con Europa Press, Soria relató que su afición a la montaña se remonta a la adolescencia, cuando a los 14 años, durante unas vacaciones laborales, despertó un interés por el alpinismo que guiaría el rumbo de su vida durante más de setenta años. El ejercicio físico constante y el contacto regular con la naturaleza constituyen los pilares de su vitalidad y de su filosofía, en la que la competencia por los récords ha cedido protagonismo ante la importancia de mantener el cuerpo y el ánimo activos.
El vínculo entre Soria y sus compañeros de cordada, reseñado por Europa Press, constituye una de las facetas más relevantes del recorrido del alpinista. Su colaboración con Sito Carcavilla, frecuente en las expediciones y también en el plano personal, dará lugar a una obra titulada “Los ochomiles de Carlos Soria”. En el libro, Soria abordará sus vivencias y logros al pie de las montañas, mientras que Carcavilla enriquecerá la publicación con comentarios históricos y geográficos sobre cada ascenso. Para Soria, la confianza y la camaradería tejidas en la montaña forman parte de su patrimonio más valioso.
En el contexto de su vida cotidiana, Soria mantiene hábitos metódicos: caminatas y rutas durante la mañana, una alimentación sencilla y equilibrada, y el hábito de cenar temprano para dormir hacia las diez de la noche. Europa Press puntualizó que esta rutina favorece la recuperación física y la disposición para la actividad al día siguiente. En Moralzarzal, Soria comparte su vida con hijos y nietos, que representan una red familiar que fortalece su bienestar general y complementa su dedicación al deporte.
Durante su diálogo con Europa Press, el alpinista dejó claro que su prioridad es "seguir envejeciendo lo más despacio posible", dando continuidad cotidiana a las prácticas que sustentan su salud y su entusiasmo. Soria considera que el impulso personal es el factor central para que la edad no se convierta en un obstáculo. La práctica constante de ejercicio y el contacto recurrente con la montaña constituyen para él los fundamentos de su calidad de vida.
El testimonio recogido por Europa Press ilustra el modo en que la actividad deportiva y el entorno natural pueden ofrecer alternativas para confrontar las limitaciones que trae consigo el paso del tiempo. La experiencia de Soria en la alta montaña aporta ejemplos tangibles de envejecimiento activo, sustentado en la decisión de prolongar el esfuerzo físico y la autorealización, siempre en coherencia con la memoria personal y el aporte al entorno colectivo.


