
El reconocimiento internacional al trabajo del periodista Dawit Isaak se reforzó en 2017, cuando la UNESCO concedió el Premio Mundial de Libertad de Prensa Guillermo Cano para subrayar la importancia de su trayectoria y llamar la atención sobre la represión ejercida contra los medios independientes en Eritrea. Este gesto de la comunidad internacional coincidió con los continuos esfuerzos diplomáticos y de derechos humanos para esclarecer la situación de Isaak, detenido desde septiembre de 2001 sin cargos ni juicio, lo que hasta la fecha constituye uno de los casos más prolongados de reclusión de un periodista en el mundo. Según reportó la prensa local, las acciones más recientes de las autoridades suecas han vuelto a situar el caso en el ámbito diplomático, tras una visita oficial a Eritrea de la ministra de Exteriores, Maria Malmer Stenergard, quien mantuvo reuniones con funcionarios eritreas con el objetivo de obtener avances sustanciales.
El medio consignó que este viaje de Stenergard a Eritrea se trató de la primera visita de alto nivel desde la independencia del país africano, en 1993. Durante su estadía, la ministra expuso públicamente la evaluación actual del gobierno sueco sobre la situación del periodista: “No hemos recibido ninguna evidencia concreta de vida, pero nuestra evaluación basada en los contactos que hemos tenido y la información que hemos recibido es que todavía está vivo”, declaró la responsable diplomática, según informó la prensa sueca. Esta afirmación mantuvo la postura oficial de Suecia, que considera que Isaak sigue con vida tras casi veinticinco años de detención. La ministra explicó que esta convicción se apoya en información y contactos diplomáticos recientes con las autoridades eritreas, que han generado un cierto dinamismo en el diálogo, aunque todavía no se han cristalizado en compromisos formales para la liberación del periodista.
La cobertura periodística detalló que, a pesar del restablecimiento del diálogo, la situación jurídica de Dawit Isaak no ha experimentado ninguna modificación: permanece encarcelado sin cargos formales ni acceso a un proceso judicial. Desde su detención en 2001, ningún representante sueco ni familiar ha tenido acceso a Isaak, y Eritrea no ha facilitado información verificable sobre su ubicación o condiciones de salud. Distintas organizaciones como Reporteros sin Fronteras han subrayado, según el medio, que Isaak fue arrestado junto a otros periodistas y opositores después de la publicación de artículos que abordaban la situación de los derechos civiles y la libertad de prensa en el país africano. Su caso ha pasado a ser un emblema de la represión a la libertad de información y de la vulnerabilidad de los periodistas bajo regímenes restrictivos.
Reporteros sin Fronteras, citada por la prensa, detalló que después de su detención inicial en septiembre de 2001, Isaak permaneció privado de libertad salvo por un breve periodo en noviembre de 2005, cuando fue liberado y reincorporado a prisión días después. Según la organización, a lo largo de más de dos décadas, han circulado rumores sobre la posible muerte de Isaak bajo custodia estatal en 2011, sin que estas versiones hayan sido confirmadas. Las autoridades eritreas han ofrecido distintas justificaciones sobre el motivo de la detención, que han ido desde acusaciones de espionaje a supuestas omisiones en el servicio militar obligatorio, en todos los casos sin la apertura de un proceso legal o el anuncio formal de cargos concretos.
El medio reportó que la comunidad internacional y diversas organizaciones de derechos humanos han activado múltiples mecanismos de presión diplomática para instar al gobierno eritreo a proporcionar respuestas y garantizar el respeto de los derechos fundamentales de Dawit Isaak. Estos llamados incluyen la exigencia de una investigación independiente y la posibilidad de revisión de las condiciones de su detención, lo que hasta ahora no ha sido autorizado por Eritrea. Las autoridades suecas insisten en que la liberación inmediata de Isaak constituye un punto central en la política exterior bilateral con el país africano y reiteran el deseo de mantener todas las vías de interlocución abiertas.
Durante la visita, la ministra Stenergard también mantuvo conversaciones calificadas como “francas” con miembros del gobierno eritreo, centradas en ampliar el diálogo y profundizar en la defensa de los intereses suecos en el exterior. Según la cobertura, la diplomática transmitió su comprensión al entorno familiar de Isaak, que tras más de veinte años de incertidumbre continúa reclamando información sobre el destino y el bienestar del periodista. La posición oficial de Suecia, destacada por la prensa, mantiene la presión sobre Eritrea tanto en el plano bilateral como en instancias internacionales.
Desde el arresto de Isaak y otros colaboradores del periódico “Setit”, las organizaciones internacionales han denunciado sistemáticamente la política de censura y las limitaciones al ejercicio periodístico en Eritrea. Según la cobertura citada, el caso Isaak encarna los desafíos a la libertad informativa en el país. El periódico fue fundado tras el regreso de Isaak, quien se había exiliado en Suecia en 1987 y había obtenido la nacionalidad sueca, con la intención de impulsar un medio independiente que abordara temas de actualidad, derechos civiles y gobierno.
El medio relató que, pese a los numerosos esfuerzos diplomáticos y de la sociedad civil, Eritrea ni ha dado acceso consular, ni ha permitido inspecciones independientes al lugar de detención, ni otorgado garantías sobre el proceso judicial. La ausencia de cambios en la situación del periodista agrava las tensiones entre los dos países. Las autoridades suecas mantienen como prioridad consolidar la presión internacional y desplegar el máximo nivel de diplomacia directa para lograr avances en el caso.
En las relaciones bilaterales, la problemática de Dawit Isaak permanece ubicada entre los temas más relevantes y sensibles, sin que las interlocuciones hayan conducido, hasta la fecha, a nuevas medidas concretas por parte de Eritrea. Tal como recogen los reportes de la prensa, la estrategia del ejecutivo sueco se concentra en aprovechar cada oportunidad de diálogo para exigir actualizaciones y reclamar la liberación inmediata del periodista. Según los registros de Reporteros sin Fronteras y del propio gobierno sueco, no existen indicios oficiales de que se haya investigado el caso o revisado las condiciones de detención, lo que refuerza la catalogación del episodio como un símbolo del recorte a los derechos humanos y de las restricciones a la libertad de prensa en el país africano.
El reconocimiento internacional que ha recibido Isaak a través de premios y campañas públicas, según la cobertura periodística, refleja tanto la admiración y solidaridad hacia su labor, como el rechazo internacional ante la práctica de detenciones indefinidas y arrestos arbitrarios utilizados para silenciar voces disidentes en Eritrea. La presión coordinada sobre el gobierno eritreo para que aclare el destino del periodista sueco-eritreo y le otorgue los derechos fundamentales continúa marcando la agenda de política exterior de Suecia en la región.


