
El informe más reciente de la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (IPC) reveló que cerca de 101.000 niños y niñas menores de cinco años en la Franja de Gaza corren riesgo de sufrir desnutrición aguda antes de octubre de 2026, mientras se proyecta que unas 31.000 infancias pueden atravesar formas graves de malnutrición en ese periodo. Este escenario coincide con las advertencias lanzadas por organismos internacionales sobre el agravamiento de enfermedades infecciosas y complicaciones nutricionales, especialmente con la llegada de la temporada invernal a la región. Según consignó la IPC, y de acuerdo con lo difundido por Save the Children, la alimentación insuficiente y la vulnerabilidad sanitaria colocan a más de medio millón de habitantes bajo una inseguridad alimentaria crítica, mientras el invierno multiplica los riesgos para la niñez en Gaza.
La situación humanitaria en la Franja ha experimentado un alivio transitorio debido al alto el fuego declarado el 10 de octubre, lo que permitió levantar temporalmente la declaratoria formal de hambruna en ciudades como Gaza y áreas circundantes, precisó la IPC. Sin embargo, el panorama sigue siendo extremo, pues el informe difundido por la organización y retomado por Save the Children subraya que los síntomas de una emergencia alimentaria severa persisten en todo el enclave. De acuerdo con el reporte, alrededor de 500.000 personas permanecen bajo condiciones de emergencia alimentaria y al menos 100.000 pobladores enfrentan niveles catalogados como “catastróficos”. El sistema internacional de monitoreo alimentario, promovido por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), señaló que una interrupción en el flujo de asistencia o el reinicio de las hostilidades podría desencadenar una hambruna extensiva antes de abril del próximo año.
En este contexto, la temporada invernal se convierte en un factor que profundiza los problemas de salud, como acceso a agua potable, saneamiento y exposición prolongada a enfermedades respiratorias. Save the Children destacó que la falta de nutrientes esenciales menoscaba la capacidad de los menores para recuperarse de dolencias comunes y para regular su temperatura corporal frente a episodios de frío intenso. El informe, citado por la IPC, remarcó que la monotonía y escasa diversidad en la dieta —basada sobre todo en pan y alimentos ricos en azúcar y sal— afecta también el crecimiento físico y las facultades cognitivas infantiles, mientras que productos como lácteos, huevos, carne, pescado, frutas y hortalizas frescas permanecen fuera del alcance de la mayoría.
Según explicó la directora de operaciones de emergencia de UNICEF, Lucia Elmi, los niños de Gaza no solo enfrentan malnutrición, sino también las secuelas físicas y psicológicas derivadas de más de dos años de crisis continuada. Elmi explicó, citada por Save the Children, que la precariedad en la atención médica, el limitado acceso a agua potable y el hacinamiento agravan la exposición y la vulnerabilidad de la infancia. Subrayó que la reanudación de los enfrentamientos podría revertir cualquier mejora lograda en términos de ayuda y devolver a la niñez a una situación de peligro extremo.
Por el lado de los servicios de salud, la Organización Mundial de la Salud (OMS), en declaraciones reseñadas por la IPC, puntualizó que solo la mitad de los establecimientos médicos en el enclave mantiene una operatividad parcial y muchas resultaron dañadas a raíz del conflicto. Altaf Musani, director de Gestión Humanitaria y Desastres de la OMS, puntualizó que la falta de suministros, equipos imprescindibles y la dificultad para hacerlos ingresar a la franja obstaculizan la respuesta sanitaria ante las crecientes necesidades.
Para hacer frente a estos desafíos, agencias de Naciones Unidas como la FAO, el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la OMS y UNICEF reiteraron su disposición para ampliar la asistencia de emergencia, aunque señalaron persistentes obstáculos relacionados con restricciones a las importaciones, dificultades de acceso en el territorio y un déficit presupuestario. La respuesta humanitaria en áreas de nutrición, agua, saneamiento, producción agrícola y recuperación de medios de vida sigue condicionada por estos factores, advirtió la IPC.
En lo que respecta al sector agrícola, Rein Paulsen, director de la Oficina de Emergencias de la FAO, explicó en el reporte que campesinos, ganaderos y pescadores podrían retomar la producción local solo si se garantiza el suministro de insumos esenciales y el apoyo financiero necesario. Paulsen enfatizó que el alto el fuego permitió la entrada de materiales agrícolas en forma limitada, pero la insuficiencia de fondos y la falta de acceso sostenible incrementan la dependencia de la ayuda internacional.
De acuerdo con los cálculos de la IPC, unas 37.000 mujeres embarazadas y en periodo de lactancia requerirán atención nutricional urgente durante los próximos dos años. Save the Children calculó, además, que el 77 por ciento de la población —alrededor de 800.000 niños y niñas— puede permanecer en inseguridad alimentaria extrema si no se refuerza la asistencia.
En su análisis, Ahmad Alhendawi, director regional de Save the Children para Oriente Medio, África del Norte y Europa Oriental, puntualizó que la reciente reactivación de la ayuda humanitaria supone solo un alivio momentáneo y que las consecuencias de la crisis alimentaria continuarán afectando la salud infantil y el futuro social de la región durante varias generaciones.
En el plano gubernamental, el Estado de Israel refutó públicamente los diagnósticos presentados en la evaluación internacional. Oren Marmorstein, portavoz oficial, defendió que “nunca existió hambruna en Gaza” y cuestionó la metodología de la IPC, a la que calificó de “deliberadamente distorsionada” y “no representativa”. Según Marmorstein, la evaluación se basó exclusivamente en cifras derivadas de camiones gestionados por Naciones Unidas, que solo equivaldrían a una quinta parte de la asistencia total que ingresa al enclave. El funcionario indicó que diariamente cruzan de 600 a 800 camiones con ayuda, y 70 por ciento transporta alimentos, lo que, asegura, multiplica por cinco las cifras mínimas calculadas por la IPC. Además, aseguró que los precios de los alimentos en Gaza descendieron en más de un 80 por ciento entre julio y noviembre, atribuyéndolo al volumen de suministros canalizados.
Para las agencias humanitarias citadas por la IPC y Save the Children, el alivio obtenido tras la reapertura parcial de la ayuda y el cese temporal de hostilidades requiere consolidarse mediante la ampliación del acceso humanitario, la obtención de fondos suficientes y la seguridad para el personal de campo. Estos elementos se consideran cruciales para fortalecer la producción local de alimentos, restituir servicios básicos y reducir la dependencia de los habitantes de la Franja de Gaza respecto de la ayuda internacional.


