EEUU no descarta un desarme parcial de Hamás si conserva solo armamento que no "amenace" a Israel en el futuro

Washington plantea que cualquier avance político y económico para Gaza dependerá de estrictos controles internacionales sobre el armamento de Hamás, que deberán garantizar la seguridad de Israel y contar con el consenso de todas las partes involucradas

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La administración estadounidense condiciona todas las iniciativas políticas y económicas para la Franja de Gaza a un marco de verificación robusto, diseñado para impedir que Hamás conserve armas que puedan suponer una amenaza para Israel, con la colaboración y el consenso de las partes involucradas. Según informó el medio original, Marco Rubio, secretario de Estado, expuso esta postura al afirmar que Estados Unidos está dispuesto a considerar que Hamás retenga únicamente aquellas armas que no representen peligro para el territorio israelí, dentro de una estrategia de desarme parcial sujeta a estrictos mecanismos de vigilancia internacional.

Tal como detalló la fuente, Rubio señaló que la seguridad de Israel actúa como elemento clave en las deliberaciones sobre el futuro de Gaza y resulta crucial para el desbloqueo de cualquier posible flujo de inversiones destinado a la reconstrucción del enclave. El planteamiento de Washington parte de la premisa de que una reducción sustancial de las capacidades militares de Hamás es un requisito previo para avanzar hacia la reconstrucción y la normalización política. La administración estadounidense orienta sus condiciones hacia la neutralización de cualquier equipamiento militar que permita a Hamás ejecutar ataques a gran escala, con especial atención al arsenal susceptible de ser utilizado contra Israel.

La postura de Estados Unidos toma como referencia el acuerdo de octubre, que estableció un alto el fuego en la Franja desde el día 10 de ese mes, así como el compromiso de Hamás con la entrega de rehenes, manteniéndose la incertidumbre sobre el paradero de una persona. Según consignó el medio, Rubio insistió en que la clave para alcanzar la paz reside en restringir a fondo las capacidades técnicas y armamentísticas del grupo islamista. "Me gustaría que nos enfocáramos en el tipo de armamento y capacidades que Hamás necesitaría para amenazar o atacar a Israel como base para el desarme. Porque no habrá paz si dentro de dos años Hamás lanza cohetes, mata israelíes o comete, Dios no lo quiera, otro 7 de octubre", declaró Rubio ante la prensa, de acuerdo con el reporte.

El medio original relató que, desde la perspectiva de la Casa Blanca, el proceso de desarme debe estructurarse sobre la base de acuerdos multilaterales en los que participen tanto actores regionales como globales, bajo la premisa de que ninguna facción mantenga un margen de acción suficiente para propiciar una reactivación del conflicto. El análisis de las capacidades ofensivas del arsenal de Hamás representa el principio fundamental para decidir qué tipo de armas, en su caso, podrían ser conservadas, siempre supeditadas a mecanismos de verificación y bajo presión de los aliados. Rubio remarcó la importancia de que “sea algo que estén dispuestos a aceptar, algo que nuestros socios puedan presionar para que acepten. También tiene que ser algo con lo que Israel esté de acuerdo”.

De acuerdo con el medio, la falta de seguridad acerca de la reconstrucción sigue asociada al temor de que la región vuelva a experimentar una destrucción masiva a raíz de nuevos episodios bélicos. Rubio expresó: “¿Quién va a invertir en reconstruir un lugar que será destruido nuevamente en una guerra futura?”. La reticencia de la comunidad internacional y los agentes económicos a financiar la recuperación de Gaza se incrementa mientras persista el potencial de una escalada del conflicto.

El reportaje agrega que el futuro inmediato requiere que equipos técnicos y diplomáticos elaboren propuestas tangibles sobre el proceso de desarme, evaluando la viabilidad de un desarme parcial y el grado de aceptación del mismo entre las partes concernidas. El objetivo general incluye la creación de un entorno seguro que propicie la institucionalización y el desarrollo económico en Gaza, siempre bajo parámetros de vigilancia internacional estrictos.

El medio original amplió que el acuerdo de octubre prevé una segunda fase aún sin materializarse, centrada en la nominación de una autoridad temporal encabezada por Donald Trump, encargada de presidir la transición administrativa y política conforme progresa la neutralización de Hamás. Esta etapa contempla la creación de una fuerza de seguridad internacional con contingentes de distintas nacionalidades. Su función sería garantizar el cumplimiento de la desmilitarización, bloquear la evolución de nuevas capacidades militares y proteger a la administración civil que se establezca en el proceso de estabilización.

Además, el medio reportó que este componente internacional deberá actuar para frenar el rearme clandestino y colaborar en la vigilancia del cumplimiento de los compromisos adoptados, evitando que otras facciones armadas adquieran un papel preponderante en el territorio. Los sistemas de auditoría y la actuación conjunta de gobiernos y organismos internacionales forman parte del paquete de supervisión exigido para dar garantías a todas las partes.

El artículo informa que, pese al alto el fuego convenido en octubre, la continuidad de ataques aéreos israelíes contra objetivos identificados como miembros del brazo armado de Hamás ha limitado el alcance del cese de hostilidades. Estos episodios ponen de manifiesto la fragilidad de la tregua y añaden obstáculos a las negociaciones, tanto en la aplicación de medidas de desarme como en la puesta en marcha de proyectos de reconstrucción.

De acuerdo con lo publicado por el medio, la propuesta de Estados Unidos se distingue por renunciar a la exigencia de una desmilitarización absoluta, en favor de permitir únicamente cierto tipo de armamento de baja amenaza bajo un régimen de control y verificación constante. En este modelo, tanto la comunidad internacional como los países integrados en la fuerza de seguridad asumirían un papel central en la supervisión del proceso.

La participación internacional abarcaría la evaluación regular del cumplimiento de Hamás con los acuerdos de desarme, la prevención de la proliferación de armas no autorizadas, y la instauración de una administración civil funcional. Todas estas acciones convergen en el propósito de evitar una recaída en el ciclo de violencia y garantizar que la reconstrucción de Gaza resulta viable a largo plazo.

El medio enfatizó que el enfoque de Washington une las exigencias de seguridad para Israel, el involucramiento internacional y la necesidad de crecimiento económico para Gaza. Planteó que ningún plan de desarrollo tendrá respaldo duradero si no se logra una reducción considerable y monitoreada de las capacidades armamentísticas de Hamás. Mientras exista la posibilidad de que resurja el conflicto, las reservas de la comunidad internacional ante la inversión y la rehabilitación del enclave persistirán, dificultando la estabilización de la región.