
En el distrito fronterizo de Nam Yuen, provincia de Ubon Ratchathani, fuerzas tailandesas derribaron una estatua ecuestre que Camboya había erigido durante su ocupación anterior, al tiempo que declararon haber tomado el control de Chong Anh Ma y plantado su bandera tras días de enfrentamientos. Estas acciones, combinadas con la imposibilidad para el ejército tailandés de recuperar los cuerpos de soldados caídos en combate y el incremento en la cifra de víctimas civiles y militares, marcan una nueva fase en la escalada del conflicto limítrofe entre Tailandia y Camboya, según consignó PBS.
De acuerdo con la información difundida por la cadena PBS, las autoridades tailandesas anunciaron el miércoles que dos soldados, identificados como Samroeng Klangprakome y Panuphat Saosa, del tercer cuerpo de infantería del 23º regimiento, perdieron la vida en las cercanías del distrito de Phanon Dong Rak, provincia de Surin. Con estas bajas, el número total de fallecidos asciende a 52 personas en la más reciente serie de enfrentamientos entre los dos países, según el conteo oficial citado por el medio.
PBS detalló que el balance oficial de víctimas reportado por ambos gobiernos comprende 35 muertes por parte de Tailandia, de las cuales 19 corresponden a militares y 16 a civiles. Por el lado camboyano, se contabilizan 17 civiles muertos. La violencia reciente se registra en un contexto en el que tanto las tropas como la población civil resienten los enfrentamientos recurrentes y las restricciones al acceso humanitario.
El Ministerio de Defensa tailandés atribuye la concentración de hostilidades principalmente a zonas cercanas al templo de Ta Kwai —franja fronteriza recientemente recuperada por Tailandia— y al distrito de Nam Yuen. Estas regiones han sido escenario de avances militares, según reportó PBS, y han visto la intensificación de operativos en respuesta a los intentos de fuerzas camboyanas por aproximarse a posiciones bajo control tailandés.
Ante la persistencia de la violencia, el Gobierno de Tailandia formuló tres condiciones para considerar un alto el fuego: la declaración explícita por parte de Nom Pen del fin de los combates, un compromiso verificable con la paz, y la disposición a colaborar en tareas de desminado en las áreas limítrofes previo a cualquier conversación de fondo. Según documentó PBS, estas demandas buscan restablecer los canales diplomáticos después de que el pacto acordado en Malasia dos meses atrás no lograra estabilizar la situación. Tailandia acusa a Camboya de incumplir dicho acuerdo y refuta las denuncias presentadas ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde el gobierno camboyano sostiene que Tailandia violó su soberanía territorial.
Bangkok también señaló, según relató PBS, que las fuerzas camboyanas han realizado ataques dirigidos a civiles en zonas fronterizas, lo que consideran un factor de deterioro adicional en la relación bilateral. El Gobierno tailandés rechaza categóricamente las acusaciones de incursiones, mientras Camboya mantiene la posición de que Tailandia tiene intenciones de invasión y vulneración de la integridad territorial camboyana, según lo manifestado por representantes de Nom Pen y recogido por el medio.
Del lado camboyano, el Ministerio de Defensa ha ubicado el foco de los ataques tailandeses en cuatro frentes: Oddar Meanchey, Banteay Meanchey, Thma Da y Preah Vihear. Según declaraciones del ministro de Información Neth Pheaktra, difundidas por PBS, las operaciones del ejército tailandés impactan no solo a las fuerzas armadas de su país, sino también a civiles e infraestructura, que estarían siendo objeto de invasión.
El fracaso del acuerdo firmado en Malasia forma parte del trasfondo de la crisis, ya que los mecanismos propuestos hasta ahora para frenar las hostilidades no han logrado sus objetivos. La desconfianza mutua, el cruce de acusaciones y el deterioro de la comunicación diplomática dificultan cualquier avance en la resolución del conflicto. Ambos gobiernos, mientras mantienen posiciones enfrentadas en foros internacionales como la ONU, incrementan sus demandas y responsabilizan a la contraparte por la continuidad de las operaciones militares.
Durante los últimos enfrentamientos, la imposibilidad de las fuerzas tailandesas de recuperar los cuerpos de sus soldados ha sido utilizada por Tailandia como ejemplo de la hostilidad en el sector, especialmente en áreas bajo control camboyano. Al mismo tiempo, la recuperación de territorios y la eliminación de símbolos instalados durante la ocupación previa son mencionados por el ejército tailandés como avances en sus operaciones, de acuerdo con la cobertura de PBS.
En lo relativo a la población civil, ambas partes han comunicado impactos en la seguridad y la infraestructura local. Camboya eleva la denuncia sobre los ataques a civiles y daños en instalaciones, insistiendo en que su soberanía sigue amenazada, según declaraciones públicas del ministro de Información, referidas también por PBS. El Gobierno tailandés, por su parte, sostiene la acusación de que Camboya mantiene acciones ofensivas deliberadas.
A medida que recrudece el intercambio de declaraciones y denuncias entre los dos estados, la comunidad internacional observa el desarrollo del conflicto sin que se vislumbre una solución inmediata. El deterioro de las relaciones bilaterales, el aumento del número de víctimas y la persistencia de las operaciones militares intensifican el ambiente de inseguridad a lo largo de la frontera, bloqueando avances diplomáticos y poniendo en riesgo la estabilidad regional.


