
En la reflexión sobre el avance de la participación femenina en deportes tradicionalmente dominados por hombres, Edurne Pasaban remarca que en España, aunque la presencia de mujeres deportistas ha crecido, aún persisten inequidades y retos estructurales. De acuerdo con declaraciones recogidas por Europa Press, Pasaban considera que las mujeres han ganado espacio tanto dentro de las disciplinas deportivas como en la gestión de clubes, pero identifica el camino pendiente: “La presencia de la mujer es mayor, pero sigue siendo un coto de hombres. España es un país que en deporte tiene muy buenas mujeres, pero en su conjunto, todavía hay muchísimo por hacer”. Explica que la transformación cultural avanza con lentitud y no existe una fórmula para acelerarla, ya que, según sus palabras, “aunque queremos mirar con ojos de adelantados e innovadores, culturalmente hay algunas cosas en la que nos cuesta mucho soltar lastre”.
En la entrevista concedida con motivo de los 'Premios María Villota', el medio Europa Press informó que Pasaban se expresó agradecida ante el reconocimiento, considerándolo un honor que recuerda toda su trayectoria. La vasca será galardonada el 19 de enero, fecha en la que compartirá escenario con otras figuras relevantes del deporte español. Para Pasaban, quien compartió época con María Villota en escenarios deportivos masculinizados, el premio tiene un valor especial: “La figura de María era una referente para todas nosotras… Era una luchadora”. Rememoró un episodio significativo al coincidir con Villota en el programa ‘Cumbre’, mientras ascendían juntas el Monte Perdido, un recuerdo que conecta su historia personal con el espíritu del galardón.
La alpinista guipuzcoana fue la primera mujer en coronar los catorce ochomiles del planeta. Según detalló Europa Press, ese logro marcó el paso del himalayismo femenino y supuso retos extraordinarios en una época en que, según relata Pasaban, los alpinistas actuaban prácticamente como autodidactas tanto en el entrenamiento físico como en la preparación mental. "Éramos parte de un deporte muy minoritario y fuimos casi sin transición del monte al Himalaya", relató, señalando que “psicológicamente nadie podía prepararnos", ya que ni siquiera los psicólogos deportivos del Centro de Alto Rendimiento de Barcelona, por la falta de referencias previas en la escalada de grandes cumbres por parte de mujeres, podían ofrecer apoyos adaptados.
De acuerdo con lo informado por Europa Press, el recorrido de Pasaban en los ochomiles comenzó sin el propósito de convertirse en la primera mujer en hacer cima en todos, sino por la pasión compartida con sus compañeros. La situación cambió cuando Oh Eun-sun, de Corea del Sur, entró en la carrera, momento en el que la competencia se intensificó, principalmente porque la federación coreana buscaba posicionar a la primera mujer en la cumbre de las catorce montañas de más de 8.000 metros. Pasaban narró cómo su equipo tenía recursos económicos limitados e incluso acudieron a la venta de loterías y camisetas para financiar las expediciones, mientras la expedición coreana contaba con presupuestos millonarios. Este contraste llevó a enfrentar la hazaña “a tope”, en sus propios términos, y con una fuerte motivación por lograr el histórico récord.
Pasaban subraya que la naturaleza del himalayismo ha cambiado, según informa Europa Press. Considera que ahora se perciben menos los valores románticos y que el componente económico ha cobrado protagonismo, señalando que la falta de regulación y la ausencia de límites claros han transformado la disciplina. “No hay regulación alguna, hay una cuestión económica de por medio y se ha quitado mucho valor al himalayismo y las cosas que hacíamos entonces, me da pena. Fuimos afortunados de vivir esos años porque aquello no volverá”, expresó. Añadió que actualmente, quienes buscan ese tipo de experiencia deben dirigirse a montañas poco transitadas, como Ama Dablam, una cumbre del Himalaya que Pasaban aún sueña con escalar.
En una etapa posterior a sus grandes logros, Pasaban ha recuperado la montaña como afición. Según recogió Europa Press, la alpinista reside actualmente en el Valle de Arán, donde alterna su vida familiar con salidas de esquí y rutas menos exigentes que en el pasado. Suele regresar un par de veces al año al Himalaya, aunque ahora la montaña ocupa un espacio distinto: “Mi 'hobby' pasó a ser profesión y ahora es hobby otra vez”. Con nostalgia, rememora los años intensos de expediciones, combinados con su antiguo trabajo, en los que experimentó tanto satisfacción como pérdidas personales: “Perdí mucha gente en nueve años, pero me quedo con aquellos años sin duda alguna”, expresó.
Actualmente, su dedicación profesional se orienta hacia la formación y la transmisión de valores de liderazgo, impartiendo numerosas conferencias dirigidas a empresas, según mencionó Europa Press. Paralelamente, centra parte de su atención en la crianza de su hijo de ocho años, al que busca transmitir la pasión por el deporte y la nieve. Si bien no imagina volver a los grandes retos del alpinismo como en el pasado, Pasaban confiesa que no dudaría en revivir aquella etapa, convencida del aprendizaje y satisfacción obtenidos.
A lo largo de la conversación difundida por Europa Press, Pasaban contextualiza el valor del reconocimiento recibido, considerando la trayectoria de los anteriores galardonados y el tiempo transcurrido desde su retirada. Para ella, además del mérito personal, el premio conecta con la memoria y la figura de María Villota como pionera y referente, una mujer que, al igual que Pasaban, contribuyó a abrir espacios en ámbitos deportivos de predominio masculino. Ambos nombres encarnan una etapa de transición y crecimiento en el papel de las mujeres dentro del deporte español.


